jueves, 28 de abril de 2011

Un cubo lleno de temas

Philip Roth. ETHAN HILL / GETTY IMAGES
¿Trata siempre los mismos asuntos desde distintos ángulos?
¿Eso piensas tú? Creo que cada uno tiene un cubo lleno de temas, que son tuyos porque excitan tu energía verbal. Vas sacándolos y usándolos. Llegas al final del cubo y no quedan muchos. Esto es lo que les pasa a los escritores mayores. Tienes un número limitado de temas, diez, seis o veinte, y ese es tu número. Yo no sé cuántos tengo, pero supongo que uno vuelve a trabajar sobre algunas ideas. Mi autorreflexión sobre mi trabajo también tiene un límite.
De la entrevista a Philip Roth en Babelia.

jueves, 14 de abril de 2011

Prólogo de "Entre el parnaso y la maison"

Del parnaso a la maison: apuntes personales para una bitácora colectiva o breve digresión en la que se habla poco de literatura y mucho de la vida, lo que no debe sorprender a los presuntos implicados, quienes leyeron a Verlaine vía Borges y están al tanto de los alcances de la frase et tout le reste est littérature
Mario Gallardo

Para el DRAE no es más que un “escrito antepuesto al cuerpo de la obra”, en tanto que la inefable Wikipedia destaca el carácter literario, tras advertir sobre su condición periférica; no obstante, la naturaleza esencial de un prólogo se afinca en su relación con la historia literaria: “pues con frecuencia ofrece las claves críticas de la interpretación de la obra por su propio autor o por alguien cercano”.
En este caso no se puede obviar que quien esto escribe también participa en esta muestra y, además de mantener relaciones de amistad, ha seguido con atención el desarrollo de las “inquietudes” creativas de los aquí reunidos; de hecho, al hurgar en mi biblioteca puedo presumir de que ahí se encuentran, prolijamente alineadas en un estante, las primeras ediciones de sus obras con sus respectivas dedicatorias. También puede comprobarse al hojearlas que en la mayoría abundan las anotaciones a lápiz, en un modesto, pero constante, ejercicio de acercamiento en busca de encontrar sus señas de identidad.
Partiendo de tal antecedente habría que comenzar por afirmar que, desde su título, este libro plantea la idea del viaje, un recorrido espacial que va de nuestro añorado parnaso a la actual maison, que además lleva implícito el elemento temporal: una década, la primera del siglo XXI, que ha servido de marco para los encuentros y desencuentros, tanto literarios como personales, que han definido la vida y obra de los autores aquí reunidos.
Algunos, los más jóvenes y los más recatados, jamás pusieron un pie en el parnaso, ni supieron de la generosidad de sus tacos y sopas, de sus juglares y clerecías, de las interminables conversaciones y disputas con la música de fondo de la lluvia incesante sobre el techo de zinc y los chillidos de las ratas, mientras corrían impávidas sobre las vigas en busca de refugio. Pero queda el mito persistentemente renovado a través de la tradición oral que no deja de volver, una y otra vez, sobre los episodios fundacionales, recreando las anécdotas que todavía atrapan la atención de los desocupados oyentes, a quienes sorprende esa suerte de surrealismo posmoderno que campeaba en tan especial cour des miracles. Asombro que se multiplica al darse cuenta de su prosaica ubicación: en pleno centro de la capital del sudor, al lado de la incombustible Pizzería Italia.
Los peatones pasaban al lado y jamás se percataron (tampoco es que estaban obligados) de que al fondo de ese patio polvoriento, bajo la sombra de un par de árboles, se encontraba una glorieta con piso de madera y techo de zinc, en cuyo desarbolado interior se reunía un grupo de marginales aspirantes a narradores, poetas renegados y locos a discreción, a regocijarse con el descubrimiento de un escritor chileno llamado Roberto Bolaño, a despotricar contra el boom que en comparación se antojaba rancio y trasnochado, salvo raras excepciones. También se planeaban revistas y se soñaba con que un hipotético mecenas asumiría el riesgo incuestionable de publicarlas, pero la mayor parte del tiempo se ocupaba en comentar libros y compartir lecturas, en participar las ofertas más significativas del exangüe mercado editorial del pueblón fenicio donde teníamos el disgusto de malvivir, en el que según Mando no se puede caminar por más de veinte minutos en una sola dirección sin dar de narices contra el monte. Y aunque ese monte nos atosigara, en el parnaso encontrábamos el espacio propicio para respirar, para salir a flote, para sentirnos parte de algo que no tenía que ver con nuestros menesterosos afanes, con la opacidad cotidiana.
En el parnaso aprendimos que no estábamos solos ni éramos tan originales, que compartíamos un gusto por el jazz y que el rock era en música nuestra lingua franca, que Borges y Cortázar nos parecían mas auténticos que García Márquez y Fuentes, que la prosa de Vargas Llosa había envejecido aceleradamente después de La guerra del fin del mundo, que había que leer y releer a Rimbaud, a Baudelaire, a Pound y a los beatniks, también a Girondo, a Vallejo y a Parra, que nuestra educación sentimental estaba en deuda con Bukowski, Miller y Anäis Nin, que Sosa y Turcios estaban sobrevalorados y que había que leer con verdadera devoción a Merren, a Cardona Bulnes y a Martínez Galindo, que era obligatorio estudiar a Roberto Castillo y completar, sin hacer trampas, la lectura de Una función con móbiles y tentetiesos; pero lo más importante es que adquirimos la certeza absoluta de que no se puede aspirar a escribir con honestidad sin antes haberse convertido en un lector impenitente y esforzado.
No todo en el parnaso se regía por el signo de lo libresco, también ocurrían acontecimientos trascendentes: los conciertos de Ricardo y su guitarra de acento desacompasado, el estreno etílico de Gustavo en una noche de marzo y salvavidas a granel, el debate literario en el que Edilberto se ganó el apelativo de Birry The Kid, el maratón cervecero patrocinado por Chávez un sábado antes de semana santa. Tampoco puede olvidarse que el parnaso a veces se trasladaba a nuestro apartamento del edificio María Antonia, donde Rocío se convertía en Frida, mientras el “cetáceo iconoclasta” mostraba sus atributos de baby sitter apaciguando los ánimos de Marito, a quien el fragor de los debates trasnochados no parecía hacerle mella. Y qué decir de las noches de karaoke en Khalúa’s, con Giovanni emulando a Ricardo Arjona, en veladas que usualmente tenían su obligatorio colofón en “el lugar sin límites”, refugio último de los reyes de la trasnochada.
Fueron varios años de riguroso aprendizaje de vida, de lecturas frenéticas, de noches inacabables, de ríos de cerveza y de escasas “boquitas”; pero en ningún momento la literatura cedió su sitio privilegiado, éramos una secta de lectores empeñados en descubrir sus secretos, afanados en la construcción de un canon desprejuiciado e irreverente, caótico y posmoderno. Nunca tuvo más razón Lyotard al advertir sobre el fin de los metarrelatos: escépticos y reacios ante cualquier imposición, sabíamos que algo estaba pasando (o algo se estaba cayendo) y nos empeñábamos afanosamente en ser espectadores de excepción, ecuánimes cartógrafos de un nuevo orden que venía a refrendar el axioma de corsi e ricorsi, la espiral histórica que planteara Vico.
Este parnaso no fue compartido por todos. De los que integramos esta muestra fuimos habituales Giovanni, Gustavo, Carlos y yo, Jorge realizó visitas esporádicas, mientras que Jessica, José Raúl y Dennis, enfrascados en sus quehaceres académicos, apenas supieron de su existencia cuando ya había cerrado sus puertas y era evocado con nostalgia en nuestras conversaciones. Darío y JJ estaban dedicados a sus afanes escolares, todavía en pantalones cortos. Tampoco se puede esbozar una bitácora fiel de ese tiempo sin mencionar a ilustres cofrades parnasianos como Óscar, César, Wilmerio, Kalki, Edilberto y la mención especial para Ricardo, quien inventó el tomesiano en una de las noches más afortunadas que se recuerdan, cuando se instituyó la academia, que en su sesión inaugural aceptó la única entrada proveniente de otra tradición distinta a nuestro slang: “le trúa le verg”, de inocultable cuño garcíamandiano.
Después vinieron nuevos retos: familias, hijos, amores fallidos, trabajos de supervivencia, estudios, pero también llegaron los premios florales. Fueron los años de nuestro dominio avasallante en Santa Rosa de Copán, intercambiando lugares y seudónimos en estomacal lucha por echarse un par de pesos a la bolsa, pero Gustavo, José Raúl y Giovanni trascendieron las fronteras del pueblón y fueron reconocidos en la culta capital y en la capitanía general. No obstante, parecía que el centro de la capital del sudor nos había atrapado sin remedio, ya que nuestras vidas discurrían en un radio de un par de kilómetros, entre los antros de rigor (Kahlúa’s, Misceláneas, Pedroza, el lugar sin límites, el café infecto americano, Klein), limitados a ese ámbito en razón directa al decreciente vigor de nuestras zancadas y la exigua capacidad de la “motora” de Ricardo, cansada de multiplicarse llevando borrachos al anca.
Ya para la segunda mitad de la primera década del siglo XXI vinieron cambios radicales. Sin abandonar una inveterada propensión a la bohemia marginal, de repente nos hicimos serios y publicamos libros, viajamos, abrimos blogs, adquirimos nuevos empleos y empezamos a encontrar nuestro sitio en el mundo, al grupo original se sumaron los más jóvenes quienes aportaron frescura y buen humor y todo marchaba bien y hasta nos acusaban de vivir en un falso Olimpo, cuando “nos cayó el veinte” de un solo golpe. Y así, de golpe por el golpe, concluyeron nuestras aventuras en Wonderland, mientras veíamos caer las caretas de los falsos amigos, en tanto que el pueblo en resistencia era gaseado y toleteado en plazas y calles, decenas de compañeros caían asesinados y la sombra de la sospecha caía sobre todo aquel que osaba expresar su repulsa ante la mezcla nauseabunda de catolicismo opusdeísta, santurronería evangélica y jerga neofascista que caracterizó al gorilato micheletista.
Y el grupo se amplió, abandonamos el sentido original y atávico de la secta y nos conectamos con teatreros y músicos, con dibujantes y pintores, con grafiteros y poetas emergentes, con todo aquel que compartiera nuestra indignación; desencantados, renegamos de los sitios edulcorados de la periferia consumista y desandando el camino fuimos en busca del omphalos original, al llegar a nuestros oídos las primeras noticias sobre la existencia de una misteriosa maison en pleno Guamilito. Tampoco nos sorprendió demasiado que en la primera visita descubriéramos al amigo de antaño, hijo pródigo que un buen día decidió tornar al antiguo teatro de sus hazañas ochenteras para fundar una versión posmoderna de la comuna original, recinto amurallado donde ahora nos congregamos, bajo las ramas y al olor de los buenos cigarros, con la secreta alegría de quien ha vuelto a casa después de un largo viaje.

miércoles, 13 de abril de 2011

BMartínez: "Muy pocos conocemos el concepto de cultura"


Bernard Martínez.
Por razones de espacio y de obvia censura, la siguiente entrevista no apareció completa en la edición de diario Tiempo del martes 12 de abril. A continuación, la publico con las partes que faltaban. Obsérvense, particularmente, los "argumentos" del señor ministro para considerar que es la persona idónea para ocupar el puesto de ministro de Cultura, sus "geniales" ideas para la gestión de la cultura en el país y la curiosa lectura que hace del concepto de cultura de la UNESCO en la Declaración de México en 1982:
El secretario de Estado en los Despachos de Cultura, Artes y Deportes, Bernard Martínez, llega al sitio de la entrevista como escala en su cruzada nacional por la socialización de una idea que, según él, habrá de completar el proceso de descentralización de la cultura que le hace falta al país.
Es un hombre entusiasta pero en su discurso poco puede percibirse del conocimiento y la preparación que debe esperarse de un ministro de cultura. Da la impresión de ser el poseedor de una sola idea y esta idea la repite con innecesario afán, como si creyera que de eso depende el reconocimiento del valor de la misma.
Está impulsando la creación de las llamadas “Unidades Municipales de Cultura”, de las que en los 16 meses de su gestión como ministro lleva apenas cinco. El objetivo es involucrar más a los gobiernos municipales en los procesos culturales de sus comunidades, dice, entre otras banalidades, en la siguiente entrevista:

¿Cómo y de quién surgió la idea de su nombramiento como ministro de Cultura?
Fue una pregunta que me hizo el presidente Lobo acerca de en qué quería que yo le sirviera en su gobierno. Y una vez que decidí participar le hablé del tema de cultura y entonces él decidió ubicarme ahí.
¿Tuvo usted alguna vez antes de su nombramiento el interés en trabajar por la cultura?
No, eso nace después de la campaña política. La comunidad garífuna, de la cual soy miembro, es una comunidad que aporta mucho culturalmente y eso fue lo que me permitió pensar en la Secretaría de Cultura.
¿El principal argumento, entonces, para autoproponerse como secretario en el Despacho de Cultura, Artes y Deportes es su pertenencia a la comunidad garífuna?
Sí, sobre todo porque mi comunidad había hecho un trabajo a nivel internacional poniendo a Honduras en esta materia en el conocimiento pleno en el mundo, entonces yo pensé que podía aportarle algo al presidente Lobo para llevar el mundo cultural hondureño con mayor afianzamiento porque yo ya tenía un conocimiento en el tema.
¿Considera que ese es suficiente argumento para que alguien pueda desempeñar sus funciones en ese puesto de manera eficiente?
No sé si sea suficiente, porque eso depende del presidente Lobo, pero sí creo que nos ha permitido a ambos conocer un poco más allá de lo que es la cultura del país, en donde la diversidad y el mestizaje hay que conjugarlos, porque aquí el tema es cómo conjugar la diversidad cultural para crear la identidad de país.

Aparte de la cultura garífuna, ¿qué otros componentes cree usted que integran el proceso cultural en Honduras?
La Secretaría de Cultura está estructurada de tal forma que invita a poder tener los diferentes pueblos ahí operando porque la construcción de la identidad va a venir de la participación de todos los pueblos. En el gobierno del presidente Lobo hay una mayor integración de los miembros de la comunidad garífuna y de otras etnias como la misquita y la lenca, así que está mejor equilibrado el tema del abordaje para la cultura.
¿Cuáles considera usted que son los avances más notables que ha propiciado la SCAD en estos 16 meses que lleva como su ministro?
En primera instancia, el replanteamiento de la Secretaría de Cultura. Nos ha tomado todo este tiempo darle la visión que verdaderamente debe tener, partiendo del concepto de cultura que establece la UNESCO. Ese concepto nos replantea al grado que la Secretaría debe tener un trabajo más expansivo para estimular la diversidad cultural de los pueblos tanto afro hondureños como indígenas. Cuando la gente no entiende este concepto es normal que exista algún tipo de reacción equívoca pero entendiéndolo, el mismo gobierno, el mismo Congreso Nacional daría los pasos para fortalecerlo.
Específicamente, ¿qué dice ese concepto?
Habla de que la cuestión cultural es la persona misma cuando define palabras muy claras como explícitas o implícitas en el que su comportamiento religioso, su comportamiento personal, su conducta con el resto de la sociedad hace que la persona sea la cultura misma en sí. El gran avance en el primer año del presidente Lobo es abrir las condiciones para que los municipios tengan mayor participación con los convenios de cooperación firmados y con las unidades municipales de cultura, que ya hemos abierto cinco en todo el país.
Y de la firma de esos convenios, ¿qué resultados se han visto hasta ahora?
De ahí se está desprendiendo el acompañamiento a los grupos artísticos en la medida de nuestro financiamiento disponible. Las limitaciones son muy grandes pero lo más importante es que estamos creando la condición política y cultural en los gobiernos locales para impulsar a la sociedad civil en su afán de tener mayor arraigo cultural e identidad de municipio.
Básicamente, sus avances han sido meramente operativos…
Sí, sobre todo no podíamos avanzar porque la Secretaría se había quedado en el puro trámite, de esperar solicitudes, de esperar que nosotros nos moviéramos llevando cultura a los municipios cuando esto era totalmente equívoco.
¿Cuál es su relación con los Consejos Regionales de Cultura?
La relación sigue igual, lo que pasa es que faltaba un ingrediente: la participación de los gobiernos locales, que también tenían que aportar a los consejos locales. No desechamos la idea anterior sino que la fortalecemos incorporando los gobiernos municipales para que definan políticas de cultura claras.
¿Cómo se utiliza el presupuesto anual de la Secretaría?
El 70 por ciento del presupuesto se va en gastos de operación. El resto se va en las transferencias a grupos culturales y deportivos. Tan sólo queda un tres por ciento aproximadamente para hacer lo demás.
¿Cuáles son estos grupos a los que se les hace transferencias?
En deporte, a la Condepah, Comité Olímpico, Conapid. En cultura, a los museos, incluyendo Antropología y aquellas entidades culturales independientes que tienen el reconocimiento del Congreso Nacional.
¿Por qué no se ha reactivado la página web para gestionar el ISBN para las obras literarias de autores nacionales, que dejó de funcionar cuando se produjo el Golpe de Estado en junio de 2009?
Hubo un problema técnico serio que tenemos que superar. Actualmente la gestión puede hacerse directamente por los autores en las oficinas de la Secretaría en Tegucigalpa pero estamos buscando que en el futuro la Secretaría vaya hasta los autores.
¿Por qué decidieron llevarse a Tegucigalpa el equipo del proyecto “Cine en la Calle”, que fue donado por el PNUD y asignado para la regional de Cultura de San Pedro Sula?
Una reforma de la presidencia hizo que Finanzas, por estar adscrito el proyecto a Radio Nacional, transfiriera todos los fondos y recursos de Radio Nacional a Comunicaciones de presidencia. Pero estamos haciendo los trámites para recuperarlo.
¿Esta determinación no es acaso una violación al convenio entre el PNUD y la región para la cual fue asignado el equipo?
No, porque en el momento de hacer el convenio de Cine y Audiovisuales dejaron el proyecto como parte de Radio Nacional y según la disposición de presidencia, todo lo de Radio Nacional debía pasar a Comunicaciones de presidencia.
¿Qué posibilidades hay de recuperar ese proyecto?
El problema es que el equipo está ahí pero no hay presupuesto para pagar al personal que lo haga funcionar.
¿Y la Secretaría es incapaz de gestionar algo para que esto vuelva a ponerse en marcha?
Es que lo que queremos garantizar es que la gente que vaya a manejarlo tenga un compromiso real con ese equipo, pero la misión es tener el personal idóneo conforme a la estructura presupuestaria para que pueda sobrevivir tanto el equipo como el personal a fin de impulsar este tema de Cine y Audiovisuales. Nuestro departamento legal ya está trabajando en eso.
¿Se puede decir entonces que la burocracia ha retrasado la ejecución de un proyecto tan importante y que tan buenos resultados ha tenido en todo el país?
Tanto en Cine como en otros esquemas de la Secretaría la burocracia sigue siendo un problema serio.
Con respecto a las publicaciones de la SCAD, ¿por qué han dejado de producirse libros desde el inicio de su gestión?
Porque todo es presupuesto. Hemos tenido recortes drásticos de presupuesto en la Secretaría. Nos han dejado apenas alrededor de un tres por ciento para atender todas las exigencias de cultura que hay en el país.
Pasando ahora a las gestiones del Instituto Hondureño de Antropología e Historia, que también es competencia de la SCAD, ¿por qué han vuelto a concentrarse todos los esfuerzos exclusivamente en Copán, cuando en el periodo del ex ministro Rodolfo Pastor habían llegado a extenderse a otros proyectos en otras zonas?
El tema de Antropología sigue en discusión. Nosotros no hemos derogado ninguno de los convenios establecidos en anteriores periodos pero sigue siendo nuestro talón de Aquiles la limitante financiera.
¿Podríamos simplificar el asunto y decir que cualquier problema que surja, cualquier impedimento para desarrollar un programa o para ejecutar un proyecto en la SCAD tiene que ver con el aspecto financiero?
Claro, muchísimo.
¿Debe limitarse entonces la SCAD a la labor de “bendecir” con su nombre cualquier iniciativa cultural que surja en cualquier parte de Honduras ya que no tiene capacidad para ofrecer una colaboración más concreta?
Ésta es una Secretaría que ha sido diezmada siempre, que ha sido totalmente marginada. La Secretaría no ha podido desempeñar el rol que debería desempeñar en Honduras. Por eso ahora tratamos de generar las condiciones favorables para que cuando los diputados en el Congreso Nacional discutan las asignaciones presupuestarias sepan que hay un pueblo que exige mayor respaldo financiero en el campo de la cultura. Entonces lo que buscamos es involucrar a todas las personas posibles para que la Secretaría no siga siendo tratada de la manera en que lo ha sido hasta la fecha.
Aparte de esta labor de tratar de involucrar a más gente en el proceso cultural, ¿en qué otras cosas se ocupa la SCAD en este momento?
Básicamente en la cuestión estructural en los municipios.
¿O sea que en un año y cuatro meses de su gestión su trabajo ha sido solamente el de intentar crear esa nueva estructura?
Exactamente, un trabajo muy fuerte, muy amplio, que creemos que nos queda muy corto porque ya nos queda poco tiempo para que se termine el periodo, apenas dos años.
¿Usted calcula que en sus cuatro años de gestión habrá trabajado en la cuestión estructural y nada más?
No tanto nada más sino que queremos ir paso a paso en la estructuración de algo que responda a la cultura de país, de aquello que cree la identidad que necesitamos para diferenciarnos del resto de los países.
¿Cree que con las condiciones actuales en su despacho, la población hondureña pueda volver a preguntarse para qué sirve esta Secretaría?
Está latente esa pregunta porque no se entiende el concepto de cultura.
¿Por qué cree que el gobierno central no le da a la SCAD el respaldo que necesita?
Porque no conocen el concepto de cultura y al no conocer este concepto no lo ligan a su forma de vida.
¿Usted cree que no entienden ese concepto o de plano no les interesa?
Es que al no entenderlo no se interesan por la cultura.
¿Usted y cuántas personas más en el país conocen este concepto de cultura del que habla?
No le puedo decir cuántos lo conocemos pero somos muy pocos.
¿Conoce el presidente Lobo este concepto de cultura?
No se lo he preguntado pero habría que hacerlo. Yo podría arriesgarme a decir que no creo que lo conozca a plenitud.
Tomada de Tiempo.hn

martes, 12 de abril de 2011

10 narradores sampedranos en un solo libro


La literatura hondureña de los últimos cinco años ha visto surgir una nueva generación de narradores y la mayoría de ellos curiosamente han nacido o “se han sazonado” en San Pedro Sula, como lo demuestra el libro Entre el parnaso y la maison, una recopilación de textos de diez autores originarios de esta ciudad o vinculados a ella por razones de estudio o de trabajo.
El libro, idea del poeta y narrador Gustavo Campos, acaba de aparecer bajo el sello editorial Nagg y Nell y contiene siete cuentos y tres fragmentos de novela de los narradores más representativos de la zona noroccidental y residentes en San Pedro Sula.
Nacidos entre 1962 y 1980, los diez autores reunidos en la obra literaria tienen en común, además de esta ciudad como punto de encuentro, el haberse formado académicamente en la hoy denominada UNAH-VS y el compartir casi los mismos gustos por la música y la literatura y “la certeza absoluta de que no se puede aspirar a escribir con honestidad sin antes haberse convertido en un lector impenitente y esforzado”, como se lee en el prólogo, escrito por Mario Gallardo.
El editor Gustavo Campos dice en su epílogo que con esta publicación se promueve “el sencillo y reconfortante placer de la lectura y escritura sin militancias ideológicas ni compromisos sociales”, algo que buena falta hace en los lectores hondureños.
“Nuestra sociedad conservadora e hipócrita suele alarmarse profundamente y acuñar frases morales, que no estéticas, de censura contra libros de escritores hondureños, pero no desaprueban las escenas eróticas en el cine, en las revistas, en los anuncios publicitarios o en la propia conducta en su vida cotidiana”, agrega, en lo que podría ser un adelanto sobre la temática de algunos de los textos incluidos en el libro.
El lanzamiento oficial de la obra, auspiciado por la editorial Nagg y Nell y la Dirección Regional de Cultura de San Pedro Sula, será este viernes en el Museo de Antropología e Historia con la presencia de los diez autores, quienes sostendrán un diálogo en torno al movimiento literario de San Pedro Sula en los últimos años.
Escritores incluidos:
Jessica Sánchez, Jorge Martínez, Dennis Arita, Mario Gallardo, Carlos Rodríguez, José Raúl López, Giovanni Rodríguez, Darío Cálix, Juan José Bueso y Gustavo Campos.
La cita:
El viernes 15 de abril a las 6:45 P.M. en el Museo de Antropología e Historia de San Pedro Sula.

Nota tomada de Tiempo.hn

lunes, 11 de abril de 2011

Entre el parnaso y la maison


Portada del libro, ilustrada por Francisco Benítez "Fabo".

Invitados todos al lanzamiento oficial del libro Entre el parnaso y la maison. Muestra de la narrativa contemporánea sampedrana, preparado por Gustavo Campos para la editorial Nagg y Nell.

Lugar: Museo de Antropología e Historia de San Pedro Sula
Día: viernes 15 de abril de 2011
Hora: 6:45 pm

Se contará con la presencia de los 10 narradores incluidos:
Jessica Sánchez, Mario Gallardo, Jorge Martínez, Dennis Arita, José Raúl López, Giovanni Rodríguez, Carlos Rodríguez, Darío Cálix, Juan José Bueso y Gustavo Campos.

La publicación de este libro es uno de los proyectos literarios más importantes de la última década en Honduras. Y quizás el más importante en la literatura de la región noroccidental del país.

Más información en el blog: http://el-parnaso-y-la-maison-hn.blogspot.com/