sábado, 30 de julio de 2011

La danta que hizo dugú en Amazon.com


La segunda edición del libro La danta que hizo dugú, de Mario Gallardo, con una nueva portada y diagramación a cargo de Bayron Benítez, está a punto de salir de imprenta como primer título de la colección Convergencias de mimalapalabra editores, pero antes quisimos adelantarnos colgándolo en Amazon.com. Así que aquí lo tienen (clic clic clic), en formato kindle, para que puedan adquirirlo desde cualquier parte del mundo.

lunes, 25 de julio de 2011

JJ Bueso: “En tus inicios tenés derecho a ser irreverente”


JJ Bueso.
Cualquiera que viva en una de nuestras ciudades ha oído hablar alguna vez del “negocio de los masajes” pero pocas veces se conocen los detalles de éste, como los que ofrece el siguiente fragmento de la novela Fastidium, de J.J. Bueso, de próxima aparición en el mercado literario nacional. La nueva narrativa hondureña tiene en este texto una muestra de esa urbanidad y de esa desenvoltura que la caracterizan:
Los buhoneros me ven pasar, veo su rostro de barro y su mirada de submundo. Camino acercándome a especímenes en proceso de engorde con melenas femeninas vendiendo prendas a 6 lempiras cada una. Trenecitos humanos avanzan a diestra y siniestra, chocan, se amontonan, obstruyen mi camino y el de los hormigos locos asechando al transeúnte inseguro con navajas oxidadas y culpables. Me he detenido un segundo dudando de todo por un instante, una sensación marica, sapiente, inoportuna trata de frenarme. La empresa cíclica de la incertidumbre encuentra siempre situaciones sospechosas, miedos ancestrales, ojos escondidos en algún escaparate. Ni mierda, hay que seguir, hay que asegurarse de lo incierto, caminar sin vacilar, decidirse, dejarse de paranoias. Encuentro el lobby del hotel “San Judas”: habitaciones sencillas y con aire, servicio a la habitación, agua caliente, televisión por cable. Subo las gradas y un recepcionista malicioso parece adivinar mis pensamientos, le digo con voz nerviosa, habitación 12, señala, me ve, me sigue con mirada gélida, expectante. Filas de aires acondicionados gotean por el pasillo, puertas marrones parecen latir más fuerte mientras camino: 7, 8, 9, 10, 11…
Me abre una rubia de estatura media de entre 18 y 20 años, ojos pequeños y bonitos, cabello recién planchado. Platicamos, nos ponemos de acuerdo, nos entendemos sin objeciones. El látex resbala adentro y afuera con convicción, ella tensa las piernas y gime con el mismo ánimo de mi ritmo. Sus pezones son apetitosos, como de chocolates Hershey´s, sus caderas al arquearse revelan un par de libras extra, su piel es color miel, su entusiasmo en las posiciones me revela simpatía. -Nicol, así me llamo. -20 años, ¿y usted? -Hace poco estoy en esto. -Sí tengo, está en los Estados Unidos. -No, no sabe nada al respecto. -Estudio, me estoy graduando, seré enfermera. -¿Por qué no quiso que le hiciera el masaje? -¿Cómo le parecí?, ¿le gustó? -¿Va a regresar? -¿No?, ¿por qué? -Entonces no le agradó cómo se lo hice. -Ok, está bien, al menos yo sí lo estaré esperando. -Tal vez nos veamos otra vez, ¿no cree? -Bueno, que le vaya bien.
Hay una colilla de cigarrillo todavía encendida sobre las gradas que ahora bajo, el negocio va en alza. Veo de reojo al recepcionista y comienzo a pensar que no me irá muy bien en esta nueva ciudad, a lo mejor el desencanto no se vaya jamás. Los escaparates del mercado son esqueletos con intestinos a veces vegetarianos, compro una manzana y sigo caminando con un par de reflexiones. Estaré bien, lo peor ya ha pasado, todo se resume en un par de pastillas anticonvulsivas, de lo demás me encargo yo sin ayuda de nadie.

La entrevista:
San Pedro Sula se ha convertido en un escenario recurrente entre los últimos narradores de la costa norte. ¿Será que empieza a construirse la mitología literaria de la ciudad?
La imagen de esta ciudad está impregnando nuestra literatura y creo que en San Pedro Sula vemos a la ciudad tercermundista que es, no es una imagen que busque repetir esa tontería de “La Gran Ciudad” sino todo lo contrario, aunque en mi caso, la veo desde la óptica de un inmigrante, porque no nací aquí, y observo el día a día de los sampedranos de manera diferente.
Muchos cuestionan el ánimo desafiante de tu generación. ¿Qué podés decir ante eso?
En tus inicios tenés derecho a ser irreverente, a plantear las cuestiones de manera irreverente, que busquen desafiar a las generaciones anteriores. Así como nosotros desafiamos a la generación inmediatamente anterior a la nuestra, otros vendrán a desafiarnos a nosotros, y eso es saludable para la literatura.
¿Estás de acuerdo con tu colega Darío Cálix en cuanto a que los narradores hondureños son demasiado tímidos a la hora de escribir sobre erotismo?
No es cuestión tanto del autor. Un escritor puede llegar a escribir muy bien sobre el erotismo, la cuestión está en que hay cierto temor a la hora de publicar un texto sobre ese tema porque muchos piensan en las críticas que vendrán y se autocensuran. Creo que piensan demasiado en el lector, y eso es algo que quizá esté cambiando en mi generación.
¿Cuál es tu argumento para decir “aquí estoy, soy un nuevo narrador hondureño, párenme bola”?
El mejor argumento siempre será el texto impreso y publicado porque eso no va a engañar nunca a nadie. Podrás hablar mucho, dar opiniones interesantes, ser irreverente, pero a la hora de la hora lo que importa es la obra.

lunes, 18 de julio de 2011

Oleada de literatura en la costa norte para el 2011


José Raúl López, Giovanni Rodríguez, Jorge Martínez, JJ Bueso y Darío Cálix son
algunos de los escritores que publicarán nuevo libro este año en el norte hondureño.
La nota publicada hoy en diario Tiempo, pero aquí corregida, aumentada y sin manos extrañas:
En el inicio del prólogo que escribiera el crítico literario hondureño Hernán Antonio Bermúdez para una novela publicada en esta ciudad en 2009 señalaba que “El eje de la narrativa hondureña parece haberse desplazado a la costa norte”. Esta frase, que en ese momento era sólo una opinión primaria, en los últimos dos años pero sobre todo en este 2011 cobra mayor significado.
Al menos unos 24 libros de literatura, 14 de ellos de narrativa, se habrán publicado en esta ciudad al finalizar el año, una estadística sorprendente, considerando que ha sido Tegucigalpa la ciudad que durante mucho tiempo llevó la pauta en cuanto a publicaciones literarias en Honduras.

Editoriales
Aunque no es el único factor, el surgimiento de algunos sellos editoriales ha sido determinante para que se produzca esta eclosión editorial en la costa norte pues los autores que empiezan a formar parte de sus catálogos ya no necesitan dirigir la mirada hacia la capital en busca de editores, diagramadores y diseñadores de libros.
Algunas de estas editoriales, como las sampedranas Mimalapalabra y Nagg y Nell, surgieron en 2009 con libros de poesía y narrativa y cuentan con tres y cinco títulos publicados hasta la fecha, respectivamente. Pero otras como La Hermandad de la Uva, Grado Cero Cartonera y Palapan, las primeras dos sampedranas y la tercera progreseña, aparecen por vez primera en el mercado editorial hondureño.

Nuevos títulos
Títulos como Entre el parnaso y la maison, una recopilación de textos narrativos de 10 autores sampedranos, publicada por Gustavo Campos en la editorial Nagg y Nell en abril o 15° Norte. Narradores del Valle de Sula. 1991-2011, que aparecerá a finales de año bajo la dirección de Mario Gallardo en Mimalapalabra Editores, dan cuenta de este “boom” de las letras en la costa norte de Honduras.
También en narrativa, el 2011 verá en San Pedro Sula la aparición de varias novelas. Dos de ellas son Poff, de Darío Cálix y Fastidium, de J.J. Bueso, ambas con La Hermandad de la uva, una editorial que pretende aglutinar el trabajo literario de la más reciente generación de escritores noroccidentales.
El libro de cuentos Sobre la locura, del progreseño Martín Cálix, aparecerá bajo el sello editorial del colectivo Palapan, acompañado por dos libros de poesía: La casa de los locos, de John Connolly y El canto de las estaciones, de Javier Hernández.
Un curioso proyecto resulta ser Grado Cero Cartonera, el sello de los Poetas del Grado Cero, que publicará la sorprendente cantidad de 10 libros en ediciones artesanales, utilizando materiales reciclables y empezando por las novelas El mundo es un puñado de polvo, de Jorge Martínez y Con la lluvia en los ojos, de Luis Ávila.
Además, tres libros de ensayo, el poemario Las causas perdidas y una colección de relatos, también de Jorge Martínez, y tres poemarios más de Karen Valladares.
En el género del ensayo, Mimalapalabra Editores reeditará este año dos libros indispensables para entender el campo literario que cada uno de ellos aborda: La danta que hizo dugú, de Mario Gallardo, un estudio sobre la tradición oral garífuna en la comunidad de Masca, acompañado de relatos orales de los pobladores, y Afinidades, reseñas y ensayos de Hernán Antonio Bermúdez sobre libros hondureños.
Además, Giovanni Rodríguez lanzará, bajo el título Café & Literatura una colección de 50 artículos publicados durante un año en un diario guatemalteco, acompañados por algunas reseñas de libros hondureños.
Recientemente aparecieron Extranjero, de Murvin Andino, el quinto libro de Mimalapalabra Editores, cuarto de su colección de poesía, Infinito cercano, el primer libro de cuentos de Jessica Sánchez, bajo el sello guatemalteco Letra Negra Editores y la antología de poesía Cuarta dimensión de la tarde, que reúne a poetas cubanos y hondureños. Música del desierto, segundo libro de cuentos del limeño Dennis Arita, se publicará este mes con el sello Orbis.

domingo, 17 de julio de 2011

JSánchez: “Metemos el dedo en la llaga pero también la acariciamos”


Jessica Sánchez caminando por la acera de un edificio en el centro de SPS.
El título de esta entrevista bien podría generar alguna mueca de disgusto en algunos lectores pero precisamente esa mueca es la que escritores como Jessica Sánchez se proponen conseguir. Temas como el abuso sexual o la violencia contra las mujeres atraen a esta autora pero lo suyo ya no es la queja plana o el llanto desconsolado, elementos fácilmente identificables en la narrativa femenina hondureña de los últimos años; lo suyo es una literatura que contiene, al mismo tiempo que una denuncia, la carga de toda su experiencia como lectora y sobre todo, la de la experiencia de su vida.
¿Por qué hay tan pocas mujeres escribiendo o publicando narrativa en Honduras?
Creo que es por las limitaciones que tenemos las mujeres en el medio, las que tienen que ver con el trabajo reproductivo, con el cuidado de los hijos. Ésta es una sociedad en la que las mujeres estamos luchando por encontrar un lugar.
En ese sentido, ¿las mujeres tienen más dificultades que los hombres para publicar un libro en Honduras?
Yo creo que en esto es prácticamente igual; estamos en un país que no promociona la literatura. El tema con las mujeres es que no llegamos ni siquiera a presentar los trabajos. Por lo que he investigado, las mujeres escribimos para nosotras mismas, nos cuesta más porque no somos más juezas de nosotras mismas.
¿Existe un vínculo entre tus trabajos relacionados con la defensa de los derechos de la mujer y el oficio literario?
Creo que el estar trabajando en temas de género da una mirada feminista a los textos literarios y hace que tome fuerza la necesidad de impulsar tu trabajo literario y el de otras compañeras, para no quedarnos postergadas detrás del biombo.
El eterno dilema de muchos es si pesa más la literatura con sus motivaciones intrínsecas o aquella que está comprometida con su contexto. En tu caso, ¿qué pesa más?
Es un ensamblaje de cosas. En nuestra generación no podemos escribir sin tener en cuenta el contexto. Ya nuestro propio contexto es una denuncia, nosotros escribimos más allá de lo posmoderno. Creo que si hay una línea que nos distingue es la de una literatura más urbana, más dura, que no podemos escribirla sin dar cuenta del contexto en el que nos movemos. Los cuentos de mi libro tienen temas de abuso sexual o de violencia contra las mujeres pero no fueron planteados así, no desde una perspectiva feminista sino desde mi experiencia urbana marginal y desde mi experiencia literaria.
¿Creés que esta nueva generación de escritores a la cual pertenecés esté conectando mejor con su contexto social?
Sí, porque por ejemplo, las escritoras mayores que yo están interesadas en temas como la cocina, pero eso no va conmigo, me crié con realidades más duras, no hubo una abuelita que me sobara la cabeza. Por otra parte, creo que pertenezco a una generación de hijos de la guerra, con todas sus convulsiones sociales. Crecí en un mundo de paranoias, de miedo, en el que se necesita de mucho valor para vivir y eso nos hace conectar mejor con los lectores de ahora.
¿Qué particularidades existen en el hecho de pertenecer a la última generación de narradores de la costa norte de Honduras?
Yo no había pensado tanto en eso sino hasta que apareció el libro Entre el parnaso y la maison. Leyéndolo y leyendo el prólogo vi que había una línea común, vi que era una literatura que no se quiere congraciar con el lector, que plantea la realidad tal como es, que es muy urbana y que cuando toca el tema de la ruralidad lo hace en un conflicto con la urbanidad. La generación anterior hizo su denuncia de la guerra, de las desapariciones pero se quedó ahí, mientras que nosotros vamos más allá, nosotros exploramos, metemos el dedo en la llaga pero también la acariciamos, somos parte de ella.
Partiendo de ahí, ¿cómo ves el futuro inmediato para la literatura hondureña?
La nueva narrativa está en la costa norte y creo que estamos empezando a romper con esa idea de que todo lo importante ocurre en Tegucigalpa. La cultura se ha centralizado en la capital durante mucho tiempo pero creo que al menos en la narrativa es la costa norte la que lleva la delantera y el futuro inmediato pinta mejor para esta zona que para la zona central.

sábado, 16 de julio de 2011

El espantoso futuro del héroe

 John Wayne en Centauros del desierto.

Javier Marías, a quien hace mucho no recibíamos en este blog, vuelve ahora para hablarnos del western, "un género casi muerto y enterrado", según su opinión. El artículo, importado de Babelia, es extenso, por eso sólo les dejo este fragmento y el enlace al original para que puedan leerlo completo:
Por mucho que algunos optimistas se empeñen en hablar, cada cierto número de años, de unas posibles vigencia o resurrección del western, me temo -y bien que lo lamento- que se trata de un género casi muerto y enterrado, perteneciente a otros tiempos más crédulos, más inocentes, más emotivos y menos aplastados o sofocados por la plaga atroz de lo políticamente correcto. Cada vez que se estrena una nueva película del Oeste, con todo, voy a verla, aunque ya con poca esperanza. En el último decenio recuerdo tres inútiles remakes muy inferiores a sus modelos, cuando además éstos no eran precisamente obras maestras: El tren de las 3:10, de James Mangold; El Álamo, de John Lee Hancock, y Valor de ley, de los hermanos Coen, todos ellos hechos rutinariamente y sin convencimiento, mucho menos inspirados que los ya irregulares originales de Delmer Daves, John Wayne y Henry Hathaway, respectivamente. También recuerdo la interesante pero mortecina El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, de Andrew Dominik, la sosísima y carente de alma Appaloosa, de Ed Harris, la insoportable Enfrentados, de David von Ancken, y la australiana La propuesta, de John Hillcoat, de la que mi memoria no ha guardado una imagen. Los únicos westerns recientes que han logrado entusiasmarme han sido televisivos: Los protectores, de Walter Hill, y la serie Deadwood, cuya tercera y última temporada nadie se ha dignado publicar en DVD en España, lo cual da idea del escaso éxito que en ese mercado debieron de cosechar las dos magníficas primeras. Un poco más antigua que todas estas producciones, Open Range, de Kevin Costner, es el último western realizado para la gran pantalla que a mi modo de ver valió la pena, pese a que esté de moda, desde hace lustros, poner por los suelos cuanto hace ese estimable actor y director.

DCálix: “Tenemos unas ganas locas de acabar con todos los que estuvieron antes”


Poff es una alegre autopsia de una juventud rebelde y sin embargo culta, ubicada en la cola del sistema pero también librepensadora, regida por los principios del hedonismo e igualmente afectada por las pequeñas calamidades cotidianas. No será difícil que se convierta en una obra de culto entre estos jóvenes, pero, considerando su frescura, su desparpajo y su ambición estilística, también dará de qué hablar entre aquellos lectores todavía acostumbrados a las propuestas de las anteriores generaciones de la narrativa hondureña. A continuación, un fragmento de esta primera novela de Darío Cálix, publicado originalmente en la sección cultural Ágora, de diario Tiempo:
Sobre mi escritorio yace el inicio de una novela que nunca voy a terminar. Se trataba de un intento de asesinato contra Charles Bukowski, el escritor. Un asesinato literario, claro está. Iba a ser yo matando a mi papá literario, Bukowski. Pero no fácilmente puede matar uno a su papá. Y mucho menos cuando se es un “escritor novato” como yo. Un escritor joven, un mal escritor. Escribí 18 ó 20 cuartillas y sencillamente caí en la cuenta de que estaba apuntando más allá de mi rango. Entonces llegó la hora de bajar el arma, de devolvérsela a papá y de pedirle perdón.
“Perdón, papá Bukowski, perdón”.
“Ok, mierda. Y no vuelvas a hacer eso”.
No es cosa fácil matar a papá, no cuando uno lo quiere tanto. Cuando uno se siente tan cómodo en él, como si se estuviese en uno mismo. Cuando parece tan natural ser como papá. Cuando se te pega el ritmo y te sentís bien con él, porque ni siquiera sentís que se te ha pegado nada, que vos te has pegado a papá, a su ritmo. No es cosa fácil cuando no te das cuenta, hasta que viene alguien y te lo dice y te lo señala y sí, ahí está, es cierto. Vaya vaya vaya…
Y de pronto tenés un problema enorme. Lo que tenés que hacer es agarrar todo eso y amarrarlo y soltarlo, me dijo un amigo, haciendo como que agarraba, amarraba y soltaba un globo hacia el cielo. Yo me quedé viendo el globo imaginario y pensé: no será nada fácil.
Y de pronto ha pasado un año o dos y el problema no ha sido solucionado. Te decepcionás terriblemente de vos mismo y cada vez escribís menos. Para qué seguir escribiendo poemas como otro, no tiene sentido. Añorás el inocente principio, cuando escribías todos los días sobre todo y nada ni a nadie habías leído. Cuando todavía desconocías las palabras poema y poesía. Cuando el mar de mierda de la literatura no te había seducido todavía con el canto de un par de sirenas enloquecidas. Añorás el inocente principio, la imbecilidad y la ignorancia, sólo para después sentirte patético. Cada vez escribís menos y la posibilidad de no volver a hacerlo te mata. De verdad pensás que eso te mata, pero a medida que pasa el tiempo, la vida y la literatura misma te enseñan que esas son tonterías de niño. Entonces empezás a considerar seriamente la posibilidad de dejar de escribir y comprendés, al fin, que seguís pensando como niño tonto y que cuando en realidad tengás algo sobre qué escribir lo vas a escribir porque sos un jodido escritor al fin y al cabo.Soy un jodido escritor al fin y al cabo. Si se me ocurre escribir una novela, la escribo, y si fallo en escribirla, entonces escribo sobre eso, sobre el fracaso. Porque soy un jodido escritor al fin y al cabo, cada vez que tenga algo sobre qué escribir lo escribiré. Y el fracaso, amigos míos, es definitivamente algo. Pero ¿y si en el escribir sobre el fracaso también se fracasa? Pues bueno, supongo que en ese caso soy solamente un jodido.

  • Entrevista:
DARÍO CÁLIX, AUTOR DE POFF:
“Tenemos unas ganas locas de acabar con todos los que estuvieron antes”

¿Qué novedades aportan escritores jóvenes como vos a la narrativa hondureña?
Creo que la novedad principal es que estamos muy influenciados por la cultura pop y no tenemos ningún reparo en demostrarlo. Además, me parece que escribimos con mucho más desenfado que los escritores inmediatamente anteriores. Si hay algo en común entre los escritores de mi edad es que tenemos unas ganas locas de acabar con todos los que estuvieron antes y hasta de acabarnos entre nosotros mismos.
¿Cuáles eran tus intenciones cuando escribías Poff?
En primer lugar exorcizar todos los demonios que llevaba conmigo por el hecho de ser un escritor joven y darme cuenta de ello, de que lo quería hacer en serio... Me propuse escribir una novela sobre lo que me estaba pasando para dejar todo eso atrás y de paso demostrarme que sí podía hacerlo. Por otra parte, quería capturar ciertos aspectos de mis amigos y gente con la que me relacionaba en aquel momento (mi generación, supongo). Y por último, pues que fuera moderno, por supuesto.
¿Se ven cumplidas esas intenciones ahora que la obra está terminada y a punto de publicarse?
Han pasado casi dos años desde que la terminé y puedo responder con toda seguridad que sí. No me quedan dudas de que la generación a la que apunta este libro disfrutará mucho leyéndolo y que las demás serán sorprendidas. Estoy más que satisfecho con el resultado.
¿Qué cosas creés que deban empezar a cambiar en la narrativa hondureña?
Creo que se debe tocar una temática más global ahora, experimentar con la estructura y dejar de ser tan maricas. Eso, básicamente.
¿En qué sentido creés que los narradores hondureños tienen esa característica de "maricas"?
Creo que lo han sido en ciertos aspectos o en cierta temática. Por ejemplo con el erotismo: ninguna de las novelas publicada recientemente me parece que han tocado el tema exitosa u originalmente. Pero quizás ese ya sea un gusto personal.

viernes, 8 de julio de 2011

ONatarén: “La responsabilidad ante la historia es casi siempre individual”


El poeta progreseño Otoniel Natarén durante una lectura de su obra en una universidad sampedrana.
En un intento por justificar el criterio utilizado en la escogencia de los poemas incluidos en la compilación cubano-hondureña “Cuarta dimensión de la tarde”, Otoniel Natarén, responsable de la sección hondureña, dijo que el único objetivo en esta publicación era “hermanar a dos pueblos, Honduras y Cuba”, por lo que no se establecieron parámetros de edad e incluso de calidad.
De esta manera, el libro incluye a un autor de 68 años con varios libros a cuestas a la par de autores veinteañeros aún sin libro publicado, deja afuera a poetas como Marco Antonio Madrid y Juan Ramón Saravia, ambos con recorrido y méritos, y permite, sin mayores reparos, la participación de uno que otro principiante.
Sin embargo, el trabajo de Natarén resulta de gran importancia para las letras hondureñas, según algunos comentarios de la crítica especializada, pues permite vincular el trabajo poético de dos países separados por un océano y establece un diálogo que podría verse ampliado en futuras publicaciones.
El libro fue presentado el 27 de junio en San Pedro Sula y en esta entrevista el ideólogo hondureño del proyecto ofrece algunos detalles sobre el mismo y sobre el panorama de la poesía hondureña con respecto a la de Cuba:
¿Cómo surge la idea de este libro cubano-hondureño?
De la circunstancia del encuentro con mi amigo Rafael Vilches, un escritor de la ciudad cubana de Holguín. Existe en esa ciudad la idea del intercambio de poesía a través de antologías de la colección "Mar por medio", que reúne a escritores de dos ciudades de dos países, no necesariamente las capitales, voluntariamente y con la firme idea de juntar las manifestaciones individuales, divididas apenas por fronteras geográficas.

¿Cuáles serían las principales diferencias entre la poesía cubana y la poesía hondureña, según esta recopilación?
Si acaso hay diferencias en la facultad humana, la encontramos en tantos participantes haya en esta presentación, porque resulta que de cada intervención hay un rasgo característico. Sí puedo decir que existe una identificación de insularidad en los amigos de Holguín, en los que se respira la referencia que sugiere la palabra "Isla"; y de los hondureños se advierte un desahogo de ánimo también diverso. Pero en las dos representaciones hay una posición ante el ejercicio de hacer poesía; creo que de allí se podrán definir otras vitalidades.

¿Cómo es el ambiente literario en la ciudad de Holguín?
Es una actividad que bien merece admiración. Y, todavía más, la participación generosa de las personalidades de su país, pertenecientes o adoptadas por esa ciudad oriental, en esta entrega. Además de otras muestras entre los cubanos, bajo esta colección, existe ya otro intercambio con escritores españoles en "Ciudades bajo un mismo cielo". Eso dice mucho de un pueblo, y de la poesía en este caso.

¿Qué diferencias notás con respecto a Honduras?
Los esfuerzos por publicar tienen mucho parecido entre los países de habla hispana. Pero habría que preguntarse cuánto vale un libro en Honduras y cuánto vale en Cuba, y a qué se debe eso.

¿Qué sigue luego del lanzamiento oficial de este libro? ¿Hay otros proyectos similares?
La ciudad de Holguín, representada por Editorial La Luz, y San Pedro Sula, por Editorial Nagg y Nell, han prestado sus sellos para este intercambio. Eso deja una puerta abierta no sólo para estas dos ciudades sino para toda manifestación y búsqueda de calidad, tanto las que sigue la idea de "Mar por medio" como las individuales.

¿Cómo ves la poesía de la costa norte de Honduras?
Considero que siempre tendrá su expresión a pesar de todo, y va en aumento, que la capital Tegucigalpa tiene su peso y que todas las ciudades tienen sus representantes. El esfuerzo es de todos y la responsabilidad ante la historia es casi siempre individual. Es necesario decir que no todos los poetas caben en una antología debido a las circunstancias, y eso no significa un demérito por ninguno.