Cámara de Escritura para Desocupados
Para Vila-Matas se trata "del mal endémico de las letras contemporáneas": la pulsión negativa o la atracción por la nada que sufrieron exponentes tan ilustres como Rulfo, Rimabud, Salinger. La paradoja es que este impulso negativo le ha bastado al buen Enrique para escribir al menos tres novelas inspiradas -unas más, otras menos- en el mismo tema: Bartleby y compañía, El mal de Montano y Doctor Pasavento. Y vale decir que la segunda obtuvo el prestigiado Premio Herralde, dicho sea de paso uno de los pocos que aun distinguen la calidad por encima de otras cosas (nótese que escribo cosas, no valores ni virtudes ni aciertos). Reflexionando sobre este tema de la literatura del no (negarse a escribir o dejar de escribir) me he puesto a pensar en el terruño, y en su gente (quizás debiera corregir por "mi gente", por aquella de la popularidad o de su búsqueda empecinada, como hacen algunos "escritores"), y en la gente que escribe (o que dice que o que piensa que) y no puedo menos que desear -y lo afirmo luego de una cuidadosa evaluación- que este mal por fin llegue a estas tierras y contribuya a combatir otra plaga: la de la incontinencia plúmífera y editorial que desde hace algunos lustros se ensaña en algunos trasnochados que afirman, entre otras cosas, ser los únicos abanderados de la narrativa catracha o, lo que tal vez sea peor, que llevan sobre sus hombros a la poesía vernácula.
Pero no quiero cansarlos, y no sólo de este tema se trata este blog, pero les prometo seguir reflexionando sobre esta y otras plagas, a la vez que -y para retribuir su atención- me atreveré a deslizar algún comentario sobre nuestra "vida cultural". Así que espero sus comentarios para integrarlos a esta "Cámara de Escritura para Desocupados".
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