En esta novena entrega de mimalapalabra-La Prensa le damos espacio a "‘Una noche con Harold Pinter’ o La Fragua y sus 27 años de excelencia teatral", de la autoría de Mario Gallardo, catedrático de la carrera de Letras de la Unah-vs y autor del libro de relatos Las virtudes de Onán.
Ponemos a disposición del lector esta aproximación al montaje que La Fragua
estrenó en el 2007, año de su 27 aniversario de fundación. Por otra parte, es
oportuno porque recién, el 19 de julio, La Fragua arribó a 28 años y el próximo
7 y 8 de septiembre de nuevo presentarán estas doce piezas cortas de la obra de
Harold Pinter, las cuales van entrelazadas por fragmentos del discurso
pronunciado por el dramaturgo inglés ganador del premio Nobel de Literatura
2005.
Estoy viendo el documental que les hicieron Edward Burke y Ruth Shapiro en 1989, cuando cumplieron diez años de vida artística y escucho a Jack decir que llegaron al final del "primer impulso", que ya han alcanzado "cierta organización, cierta fama", y luego se pregunta qué rumbo deberá tomar La Fragua, entonces Edy responde que deben acercarse más al pueblo, hacer un teatro "completamente hondureño".
Ahora, 27 años después, Teatro La Fragua ha cumplido con otro "impulso" y, aunque persisten en su inveterada modestia, es incuestionable que se han constituido, con creces, en la propuesta teatral más sólida y atrevida del escenario nacional. Y para celebrar su XXVII aniversario escogieron -cómo no- al viejo dramaturgo airado, Harold Pinter, un responsable atrevimiento que quizás sólo La Fragua se puede permitir.
Por su esencia combativa y militante, por la densidad interpretativa que exigen las obras de Pinter, cargadas de silencios significativos, La Fragua parece predestinada a montar las obras del dramaturgo inglés, de quien su colega David Hare ha señalado que "puede tocar notas extraordinarias construidas únicamente con ira, indignación y desprecio. Pero, en el otro extremo del instrumento, también puede desequilibrarte con toques de humor, gracia y un intenso afecto personal". Frases que muy bien podrían aplicarse al trabajo que durante 27 años ha desarrollado La Fragua, tan comprometido políticamente hablando, pero tan entrañable y sincero.
El espectáculo de La Fragua: "Una noche con Harold Pinter" se divide en dos partes. La primera se titula "El Arte, la Verdad y la Política", un admirable contrapunto que intercala doce piezas cortas, escritas por Pinter entre 1959 y 2002, con fragmentos de su discurso de aceptación del Nóbel pronunciado en el año 2005. En esta sección destaca la versatilidad de los actores, impecables en el dominio de la situación escénica y en su consumada destreza al manejar diálogos y parlamentos complicados, como en la desopilante pieza titulada "Disturbios en la fábrica". Antes, en "El aspirante", la situación colinda con el absurdo, que sirve de pretexto para expresar una crítica corrosiva sobre ciertos aspectos de la sociedad moderna en una escena donde también se desliza un sutil acento de contenido erótico. La subordinación de los medios de comunicación al servicio del sector "oficial" es caricaturizada en "Conferencia de prensa", mientras que en "Eso es todo", una absurda conversación entre dos mujeres plantea una carga casi insoportable de implicaciones posibles.
Y es que pese a que Pinter ha señalado, irónico, que "no reconocería un símbolo aunque lo viese", toda su obra está llena de sutiles paradojas, de vibrantes claroscuros que desdicen a su autor que prefiere definir su estilo como "directo y simple". Y, entre cada una de estas piezas, la iluminación cambia para dar paso a un actor que ofrece al público un fragmento del discurso de Pinter, cuya mejor descripción fue elaborada por el mismo autor, quien ya había advertido al recibir el Nóbel: "quizá arrojaré una granada silenciosa. Hablaré de arte y política, de sus puntos de contacto y desencuentro". Y al ver a La Fragua entenderemos mejor por qué lo dijo.
En la segunda parte del espectáculo La Fragua ha montado una obra completa: "La lengua de la montaña", en una traducción de Carlos Fuentes. Para entender el alcance de esta pieza hay una frase de Pinter que ayuda mucho: "Vivimos ahora en una sociedad muy impotente. La ira debe ir acompañada de un motivo y un exacto conocimiento de la situación. Yo siento ira desde niño y está basada en hechos, en hechos reales, que se ignoran con demasiada facilidad". Esta aseveración, esta ira contenida, es el sustrato de "La lengua de la montaña", que tiene como referente inmediato el genocidio cometido contra el pueblo kurdo. Pero en esta obra, y en un acierto genial, Pinter maneja una de sus constantes al mostrar a la violencia interior como preludio de la política y la historia.
Desde su mismo título queda claro que la violencia no se ha limitado a su sentido material, sino que ha trascendido al plano de la cultura, ensañándose con su vehículo por excelencia: la lengua; porque al pueblo kurdo se le ha prohibido hablar su lengua, a la que se refieren despectivamente como la lengua de la montaña.
Aquí -como siempre- La Fragua acierta al no hacer concesiones a lo políticamente correcto: la violencia es mostrada tal cual y a muchas mentalidades mojigatas sorprenderá la mano del militar que reposa durante un lapso que se antoja larguísimo sobre un denostado "culito intelectual", y así, entre duros intercambios verbales y larguísimos silencios a lo Pinter, la obra desgrana escena tras escena donde el asco se mezcla con la sensación de repudio, cierta y contundente.
Directa y simple, así como Pinter describe su ars poética, esta puesta en escena de "La lengua de la montaña" nos revela el extraordinario nivel que los actores de La Fragua han alcanzado en uno de los ejercicios más complejos del teatro contemporáneo, el retrato más corrosivo de cómo vivimos y cómo hablamos, la escenificación más temible del yo del lenguaje como arma de la opresión.
La Fragua y Jack Warner
La historia de esta compañía que actualmente es la única en Honduras que cuenta con actores a tiempo completo, está estrechamente ligada al sacerdote jesuita Jack
Warner, quien se estableció en este país a partir de 1979. Nacido el 18 de
octubre de 1944 en el estado de Virginia, deja su patria para radicarse no en
una de las "grandes ciudades" de Honduras, sino en El Progreso, Yoro, desde
donde impulsa un teatro popular siempre caracterizado por la crítica social.
Aunque como tal, este grupo se funda el 19 de julio en Olanchito, pero al
siguiente año se traslada a El Progreso. La Fragua, a través de casi tres
décadas ha dirigido su esfuerzo artístico principalmente a la "marginalidad" o
esos sectores alejados de los centros culturales. Pero sabemos que a Jack no le
interesa tanto el reconocimiento público ni las palabras "bonitas" que puedan
expresarle. Pero ha fraguado una obra importante para Honduras.
Palabras de Harold Pinter en su discurso de aceptación del
Nobel:
"Es un momento extraño, el momento de crear unos personajes
que hasta el momento no han existido. Todo lo que sigue es irregular, vacilante,
incluso alucinatorio, aunque a veces puede ser una avalancha imparable. La
posición del autor es rara. De alguna manera no es bienvenido por los
personajes. Los personajes se le resisten, no es fácil convivir con ellos, son
imposibles de definir.
Desde luego no puedes mandarles. Hasta un cierto punto,
puedes jugar una partida interminable con ellos al gato y al ratón, a la gallina
ciega, al escondite. Pero, finalmente, encuentras que tienes a personas de carne
y hueso en tus manos, personas con voluntad y con sensibilidades propias, hechas
de partes que eres incapaz de cambiar, manipular o distorsionar.
Así que el lenguaje en el arte es una ambiciosa
transacción, unas arenas movedizas, un trampolín, un estanque helado que se
puede abrir bajo tus pies, los del autor, en cualquier momento. Pero, como he
dicho, la búsqueda de la verdad no se puede detener nunca. No puede aplazarse,
no puede retrasarse. Hay que hacerle frente, ahí mismo, en el acto".
Buscando información sobre Harold Pinter y su obra "La lengua de la montaña" me topé con esta entrada, un poco antigua, pero que no había tenido la oportunidad de leer. Excelente apreciación, creo q no hay nada más que decir.
ResponderEliminarVaya, no había leído esta entrada. Me gusta La Fragua, es un teatro no convencional, y su puesta en escena es excepcional. Excelente apreciación la de Mario Gallardo.
ResponderEliminar