"La mala poesía viene con fecha de vencimiento", nos dice este poeta. Y remata
agregando que "A los malos libros los condena el tiempo y los quema el olvido".
Dentro de unos meses, en diciembre para más señas, retornará a Francia -la
patria de su esposa -, lejos del nido de "bichos que buscan hacerle imposible la
vida a uno"; pero asegura que llevará consigo su "país portátil". En la
decimotercera entrega de mimalapalabra-La Prensa el poeta
José Antonio Funes (Puerto Cortés, 1963) nos habla, entre otras cosas, de
"literatura comprometida", de poses literarias, de las publicaciones en
Honduras, pero fundamentalmente de poesía. Vamos a ver.
¿Considera, como Juan Carlos Mestre, que la poesía ha caído en desgracia?
Es sólo el título de un poema nostálgico de Mestre. Sin embargo, vale también como expresión de nuestro tiempo. La poesía, frente a otro género como el narrativo está cada vez en mayor desventaja en el mercado del libro. Las grandes editoriales no apuestan por los poetas y se lanzan avorazadamente con su preferida -que es la preferida del gran público- la narrativa. Si hasta hay novelistas que, salvando cierta calidad, hasta parecen mafiosos saltando de una editorial a otra agenciándose de jugosos contratos y bailando hasta al amanecer con la niña gorda del "rey burgués".
¿Cómo conviven su oficio de poeta y su trabajo como director de la Biblioteca Nacional?
Cuando me visto de funcionario público tomo mi trabajo con responsabilidad y honestidad; y cuando me visto de poeta, pues también.
¿Han disminuido sus lecturas desde su primer trabajo como funcionario público?
La burocracia es devastadora cuando uno se toma apasionadamente su trabajo, en afán de ayudar en algo a este país; consume tiempo, energías, hay que luchar contra la incomprensión, las estupideces políticas, contra ciertos bichos que buscan hacerle imposible la vida a uno, y encima contra un mal salario. Sin embargo, ahora es cuando aprovecho para leer más poesía, lo que me da paz y sosiego.
¿Cree que para ser poeta es necesario poseer un temperamento melancólico?
La culpa es de Nerval, ese poeta desdichado a quien abrumó "el sol negro de la melancolía". Un poeta, como cualquier ser humano, puede tener muchos temperamentos. El problema es cuando "el temperamento melancólico" se vuelve una pose y miramos de reojo a los otros para ver quién es el primero en traernos los pañuelos del consuelo.
¿Qué piensa de esos malos lectores que creen que el escritor o el poeta deberían ser "más comprometidos"?
El escritor, el buen escritor que se debe a un público también comprometido con las buenas lecturas, es un ser privilegiado. Debe ser responsable con lo que escribe, pues es un "comunicador social" de lo estético y de lo ético. A ningún escritor debe exigírsele más que buena literatura, incluso en el caso de que su literatura sea predominantemente "política".
En un conversatorio en San Pedro Sula usted dijo que "Vale más hacer poesía que hacer un libro de poesía"... ¿Cree que existe publicación precipitada de libros de poesía en Honduras?
Cité las palabras de un amigo venezolano, Premio Adonais. Estoy de acuerdo: hay que preocuparse por escribir poesía y hay que olvidarse de que los libros nos van a hacer poetas, a menos de que el peso de la poesía nos indique de que ya es hora de que nazca el libro. Tomando otra frase de Octavio Paz, pienso que en Honduras hay muchos libros de poemas, pero con muy escasa poesía.
Borges dijo: "Escribo porque para mí no hay otro destino". Usted dice: "No sólo por escribir escribo". ¿Qué representa para Funes ese acto solitario de escribir?
Escribir es un acto solitario, pero paradójicamente es también un acto de solidaridad con los demás, pues las palabras únicamente tienen valor cuando evocan y convocan a los otros, cuando se tienden en la cama de la página en blanco para entregarse a los lectores y a las lectoras (como dirían las y los feministas).
¿Cómo influyó su experiencia en el extranjero sobre su poesía?
Hay algunos poemas de mi último libro que expresan mi experiencia en otros países. En el extranjero es cuando uno más tiene que afirmarse como hondureño, es cuando más debe recurrir a su identidad, a mostrar del barro de que está hecho, pues de nada sirve intentar parecerse a los otros, hablar y actuar como los otros, al final siempre caen las máscaras. Lo que aprecian los demás en uno es su autenticidad. La vida en Europa me marcó para siempre, regresé siendo otro, sin dejar de amar la patria de los míos; ahora vuelvo a Francia, pero llevo mi "país portátil". Allá leeré y beberé con otros poetas, pero no dejaré de ser el "poeta hondureño".
¿Por qué hay tan pocos lectores de poesía? Y, ¿por qué mucha gente la relaciona con la cursilería?
La lectura de poesía exige mucho, requiere de mucha inteligencia, de lectores privilegiados; se trata de decodificar un lenguaje lleno de símbolos. No se trata de la lectura de algo anecdótico como lo que encierra la narrativa. Siempre nos han vendido que poesía es "verso rimado", que poesía es sensiblería y no sensibilidad, sentimentalismo y no sentimiento. Se ha leído mal a Darío, a Nervo y a Neruda y se ha tomado de ellos lo declamatorio, la peor muestra de su poesía.
De acuerdo a su experiencia, ¿existen más poetas que buenos lectores en nuestro país?
Un buen poeta es, sobre todo, un buen lector. No me atrevería a calcular el número de buenos lectores, pero es evidente que son escasos y que también hay pocos poetas buenos.
¿Qué piensa de la escasa o casi nula industria editorial en Honduras?
La clave está en la palabra "industria". Existe una industria del libro de texto y hay cientos de miles de lempiras detrás de este negocio de "mercado cautivo". Otra cosa es la del libro de poesía, narrativa o ensayo que se deja en una librería a la espera de un lector formado e informado. Y aquí es donde ha fallado el "mercado cautivo del libro", la política de la lectura, porque las instituciones educativas no producen lectores, sino personas que después de haber aprobado sus clases terminan odiando los libros. La pobreza es otro factor, pero tenemos una clase media con capacidad para comprar libros, como tiene capacidad para pagar entradas a los cines y a los estadios.
¿Qué papel juega la editorial de la Secretaría de Cultura en la literatura hondureña?
Tratamos de publicar las mejores obras de autores nacionales o de extranjeros que hayan escrito sobre Honduras. Trabajamos con recursos del Estado, no somos una editorial mercantilista, pues apostamos por libros que no son de fácil mercado, pero que significan una contribución muy valiosa a la cultura del país. Esto algún día tendrá que reconocerse.
¿Qué significan los premios literarios para un escritor? ¿Se puede confiar en los escasos premios literarios existentes en Honduras?
Los premios, sobre todo si vienen del extranjero, sirven para obtener reconocimiento y prestigio. Hay Premios y hay premios en Honduras. No se debe confiar en que un premio literario va a servir para juzgar si nuestra obra es mala – cuando pierde- o si es excelente –si triunfa-. Me ha tocado estar de jurado internacional donde me ha tocado decidir –casi al azar- entre 10 obras de buena calidad para decidir un primer lugar.
Alguien dijo que publicar un libro de poesía es como dejar caer un pétalo de rosa en el Gran Cañón y esperar el eco. Después de varios libros de poesía publicados, ¿cree que ha valido la pena?
Sólo he publicado tres libros de poesía, pero ha valido la pena. Con mi poesía he tenido la posibilidad de leer en algunos escenarios de Europa, a dar la cara por la literatura hondureña; sólo en esos momentos uno no se siente "tercermundista".
Dos poemas de José Antonio Funes
RETORNO
En el pueblo de la noche/
las hormigas toman su descanso./
Soy ese niño que sale/
en busca de sus muertos queridos./
He perdido la mano de mi amiga/
justo a la boca del abismo./
He perdido las trenzas de mi abuela/
y tropiezo/
con un pájaro seco a mitad del camino./
Y me quedo/
solo,/
descalzo,/
entre piedras, espinas y serpientes./
También ha muerto/
mi caballo de palo.
HUESOS DE SOL
A Eduardo Lanza
Allí donde los desenterraron/
la tierra es más dura y más negra:/
¡tanto grito en lo obscuro!/
Donde se encuentra un fémur, una tibia,/
las piedras son más filosas:/
¡tanta espera!/
Donde aparece una mandíbula, un diente,/
las raíces son más dulces:/
¡tanto morder la esperanza!/
Las madres escarbaron con uñas hasta alcanzar/
las calaveras de sus niños./
Hoy la luz es más blanca, más limpia, sobre esos huesos.
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