Por Giovanni Rodríguez
Pensaba escribir esta vez sobre un día de la semana pasada. De hecho, esbocé algunas líneas: “El 23 de abril todos hablaban de libros en España. De libros y de sus autores. En Cataluña, además, se hablaba de rosas. Era el día de la conmemoración de la muerte de Cervantes para el mundo de habla hispana, pero era también el día de Sant Jordi para los catalanes, el equivalente de nuestro San Valentín en el que los enamorados intercambian rosas y libros”.
Esas iban a ser las primeras líneas de este texto. Pero no, me desanimé muy pronto. Supuse que los lectores dirían, con una mueca de aburrimiento en sus rostros: “otra vez el mismo cuento del Día del Idioma: que la gente no lee, que la televisión y el Internet les está comiendo el cerebro, que ya nadie visita las bibliotecas…”, etcétera, etcétera, etcétera, y admití que tendrían razón. Entonces recordé que soy un hombre libre, y que ninguna efeméride, por muy importante que sea, debe impedir que yo escriba únicamente sobre lo que quiero escribir.
Recordé entonces el día de mi llegada a España, cuando en el aeropuerto de Barajas en Madrid, mientras mi estómago trataba de asimilar una horrorosa hamburguesa de McDonald´s, vi, o creí ver, o imaginé que veía, o soñé que veía, a Enrique Vila-Matas, uno de mis escritores preferidos, sentado a la mesa de al lado, mientras yo extraía de mi mochila un libro suyo (casualmente el único que había escogido para mi viaje) y trataba de convencerme de que la foto de la solapa correspondía a ese rostro que veía ahí, en la mesa de al lado.
Recordé también el día en que, después de cuatro años de estudiar una carrera universitaria que odiaba y faltando muy poco para graduarme, les comuniqué a mis padres mi decisión de cambiarme a la carrera de Letras. Recordé los días de mis primeros premios en concursos de poesía en Honduras y la noche del premio de los Juegos Florales de Quetzaltenango; no pude evitar acordarme también de la presentación de mi primer libro y de una mañana de mi adolescencia en la que, con unos versos de Neruda, conquisté a una chica.
Recordé después lo feliz que soy al encontrar y leer un libro que llevaba mucho tiempo buscando, lo gratificante que siempre resulta escribir una página decente, lo afortunado que he sido desde que leí por primera vez El lazarillo de Tormes y Don Quijote de La Mancha, hasta llegar a disfrutar ahora de la literatura de J. M. Coetzee, de Ian McEwan, de Roberto Bolaño o de Enrique Vila-Matas.
Todo eso recordé, pequeños acontecimientos personales, nombres de libros y de escritores, días específicos, verdaderas efemérides de mi vida, y me dispuse entonces a escribirlo aquí, como evidencia de mi pasión por la literatura o quizá tan sólo como un simple discurrir de mi consciencia, poblada esencialmente de aventuras literarias. Preferí contarles esto porque, igual que como hace Vila-Matas en un café de la calle Ovocny de Praga, me gusta sentarme aquí, en mi Café Kubista, a observar a todos los que caminan afuera, entre los que, de vez en cuando, veo a Kafka dirigirse con paso vacilante a su trabajo, y de esa manera, en esa duda de los pasos de Kafka, consigo observarme a mí mismo, siempre dudando, tratando de darle sentido a mis palabras, harto ya de que todo el mundo hable del Quijote el 23 de abril sin haber leído nunca el libro, y probablemente sin haber leído nunca un libro.
Estimadisimo sr. Rodriguez_
ResponderEliminarEs absolutamente agradable leer los comentarios sobre sus múltiples paseos y aventuras en el aeropuerto de Barajas, lugar que, por cierto, para mi no tiene el más minimo encanto.
En fin, me parece un poco aventurado comparar San Valentín con St. Jordi, ya que, aunque es un día en que se regalan flores, sobre todo rosas, el origen de la díada de St. Jordi es totalmente diferente al de St. Valentí.
Es claro que, en nuestros tiempos ambas festividades se han convertido en un un momento aprovechado por los comerciantes, y a lo mejor su comparación proviene de este hecho, pero en esencia, no son ni iguales ni equivalentes, por lo menos en mi humilde opinion.
Gracias de antemano por la oportunidad para expresar mi opinión.