Horacio Castellanos Moya responde hoy al periodista Leonardo Tarifeño del diario La Nación de Argentina, como parte de una serie de entrevistas a siete escritores latinoamericanos -considerados "La nueva guardia"- en las que se busca, básicamente, encontrar respuesta a una sola pregunta: ¿Cómo narrar en América latina? Es precisamente HCMoya quien la formula:
"¿Cómo narrar en América latina, donde un hombre acribillado a balazos no es noticia, y donde una bolsa con siete cabezas humanas es apenas un sueltito en un periódico de la mañana?".
Y sigue así la nota:
Cómo narrar en América latina es una pregunta siempre vigente para la cual distintas generaciones de escritores fueron elaborando respuestas en forma de novela. El realismo mágico, los sortilegios del boom, la rebelión del posboom, los outsiders de la vanguardia estilo Bolaño y Aira, y estos jóvenes contemporáneos maduros de diversas formas y preocupaciones, a los que no los unen el espanto ni la ortodoxia ni la envidia ni la tentación de lo exótico sino simplemente la vocación por narrar con una libertad estética inédita. "La única regla para mi generación es que no hay reglas", dice el colombiano Juan Gabriel Vásquez. Además de Castellanos Moya y de Vásquez, fueron entrevistados para este informe especial de adn cultura el brasileño Daniel Galera, el peruano Santiago Roncagliolo, el colombiano William Ospina, el peruano Daniel Alarcón y el boliviano Edmundo Paz Soldán. Hay muchos más nombres en el Gran Seleccionado Latinoamericano. Pero este grupo sin antagonismos, que pasó recientemente por Buenos Aires, los representa de alguna manera a todos. Los dos faros de estos escritores son precisamente Bolaño y el mexicano Juan Villoro. El primero, por la mezcla de la experimentación literaria con el interés político. Y el segundo, por la reinvención de la crónica novelada como género y la diversidad de intereses: Maradona, Yeats, Rolling Stones, el narcotráfico, el cuento, el teatro, la novela, el ensayo, el fútbol.
Algunas de las respuestas de HCM:
¿Siempre quiso ser escritor?
Que yo recuerde, sí. Pero el tiempo en el que me formé se ha ido. Sobre todo, porque me tocó crecer en un mundo hostil a la literatura. Aquella era una sociedad que empezaba a polarizarse y en la que se miraba al escritor con suspicacia y desprecio. La generación anterior ya se había radicalizado políticamente y por eso el solo hecho de ser escritor lo convertía a uno en sujeto de sospecha.
¿Extraña la política?
Los últimos años yo viví la política como periodista. Y el periodismo es la mejor manera que encontré para ganarme la vida. Por supuesto, mis novelas tienen un paisaje político intenso, porque muchas de ellas retratan momentos de la vida centroamericana, marcadas por un gran conflicto político y social. Pero yo no tengo pasiones políticas, sino curiosidades.
En sus novelas la política aparece en los personajes, pero no tanto en las tramas.
Sí, por eso yo digo que mis novelas no son políticas, porque las tramas no están determinadas por el juego del poder. En mis libros, los personajes son gente desencantada que alguna vez tuvo algo que ver con la política, pero que vive pasiones personales.
¿Sus libros responden a una misma técnica?
No, yo he tenido dos maneras de escribir. Una corresponde a un impulso, que es una escritura casi por posesión, y en la que parece que el libro ya está escrito dentro de mí. Así han sido El asco, Baile con serpientes e Insensatez. La otra manera es, yo diría, más profesional, con una metodología establecida, una rutina diaria y un plan más o menos definido. De esta manera escribí El arma en el hombre y Tirana memoria, entre otros.
¿Cómo ve a la literatura latinoamericana actual?
Mucho de lo que pasa hoy en las letras de nuestra continente es un efecto de la obra de Bolaño. Pero, al mismo tiempo, y desde hace ya varios años, la nuestra es una literatura que ha ganado madurez. No tiene que demostrarle nada a nadie, porque hemos dejado atrás la adolescencia. Hay todo tipo de corrientes, todas válidas, más allá de la calidad y de los gustos. Está la vertiente social, la experimental, y propuestas que buscan hacer una ficción más del tipo europea pero desde Latinoamérica. El debate sobre qué es lo válido y qué no ha perdido vigencia.
¿Por qué? ¿Qué es lo válido hoy en día?
Pues lo que está bien escrito y agarra al lector y no lo suelta, más allá de cómo o desde dónde.
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