Hunty Gabbe y su guitarra. Foto: Ricardo Tomé.
Por Ricardo Tomé
Hunty Gabbe es un músico apasionado, comprometido con lo que cree y sensible a la realidad, y asegura que la música "es perfecta y además infinita”. Es difícil no acabar contagiado de ese entusiasmo que emana de todo lo que dice, y de lo que recuerda o de lo que sueña cuando lo dice. Le pregunté algunas cosas con la idea de publicar sus respuestas en este blog y me habló de sus días pasados, de sus proyectos actuales, de su canon particular de músicos hondureños, de las bandas de músicos jóvenes y su apuesta poco arriesgada y de lo que él considera que le hace falta a la música en Honduras:
¿Cuánto tiempo como músico profesional?
Pues si ser profesional es ganar dinero por hacer música, entonces llevo 23 años de serlo, aunque empecé a tocar en público con grupos musicales hace más de 28 años.
¿Cómo empezaste?
Mis inicios fueron intentos de emular lo que se hacia en Europa por esos años a finales de los 70’s, eran los días del punk y yo estaba muy metido en la música de The Clash, The Sex Pistols y algunas otras bandas que terminaron sonando “new wave” como The Cure, Police, XTC y Squeeze. La guitarra fue mi vehículo de expresión ya que nunca pude realizar mi sueño de ser pianista. Fundamos una banda de colegio en el Instituto La Salle con Marcelo Alvarado, Allan Santos y Gustavo Flores y nos bautizamos Khaos. La consigna era componer y tocar nuestras propias canciones y logramos grabar unos demos de tres o cuatro temas (ingenuamente cantados en inglés) en el equipo de sonido de Marcelo. Sonaba rarísimo aquello, pero se esparcieron de mano en mano, de casete en casete, y allí comenzó una historia. Estuve en Khaos hasta Marzo del 83 y posteriormente me integré al grupo Storm como bajista. Allí toqué junto a los mejores músicos que he conocido, el guitarrista era José Roberto “Chobeto” Moreira, un tipo virtuoso como pocos, el más impresionante que he visto. Fue un año de mucho aprendizaje para mí, compartiendo con músicos como Adán Rodríguez, Edgardo López Paredes, Julio Lobo, Michael Paz, Carlos Barahona y otros mas, eran muy buenos. En octubre conocí a Oscar Rossignoli y a Denis Delgado, ellos eran bajo y batería de Phobia, una banda rockera de la Fesitranh y decidimos armar un trío de new wave, así nació El Pop.
28 años de carrera ¿Cómo te mantenés?
Me siento feliz haciendo mi trabajo, para mí el mejor lugar del mundo es un estudio de grabación, un cuarto de ensayo o un escenario. Me apasiona profundamente lo que hago, la música es un campo fascinante y la satisfacción que me brinda el realizar mi labor de la mejor manera posible es inapreciable para mí, ¡llena mi vida!
¿Has vivido "en la carretera, aparcado en un blues"?
Por supuesto, lo hice durante muchos años. Quemé esas etapas con El Pop, con Maíz, con Oneyda de América, con Guillermo Anderson y Colectivartes. El Pop fue la primera banda de rock sampedrana que organizó giras extensas al interior del país, tuvimos mucha aceptación en el sector de occidente y el litoral atlántico. Ya en 1990 comenzamos a salir del país, primero a los países vecinos y posteriormente a México. También hice varias giras largas con Guillermo Anderson, fue un periodo de tres años y medio muy movidos. Al principio es muy excitante viajar, conocer otras culturas y personas, compartir con otros artistas. Pero ese entusiasmo inicial se va diluyendo con el tiempo.
¿Has trabajado con músicos de alto nivel de otros países?
He realizado algunos trabajos en el extranjero con músicos de Sergio Arau (Botellita de Jerez, Los Mismísimos Ángeles), grabamos un disco larga duración de pop-rock en el estudio Track One en Naucalpan, Edo. de México para un cantante de New York llamado Mario Franco, así como colaboraciones con un productor irlandés John Nagle, quien conoció mi trabajo a través de internet y me contactó para realizar algunas coproducciones. Algunos artistas hip hop de New York (Loquiximo, DJ Trinity) me han propuesto cosas, pero no he aceptado.
¿En qué trabajás actualmente?
Estoy comenzando un nuevo proyecto con mi buena amiga Nidia Bonilla, quien tuvo la iniciativa de proponerme la idea de un dúo. Me gustó porque es algo que nunca hice antes, lo llamamos "Halo" y estamos tratando de encontrar un balance entre lo acústico y lo electrónico para que nos sirva de soporte a nuestras voces, las que a mi gusto se amalgaman muy bien como resultado de la afinidad musical y expresiva que tenemos. Preparo material musical para realizar un álbum que empezaríamos a grabar tentativamente a mediados de este año 2009 y con la asistencia del productor Alfonso Flores.
Dicen que sos muy disciplinado, perfeccionista...
¡Bueno! ¡Si dicen eso, qué bueno! Para mí eso es un cumplido. Yo creo que la música es perfecta y además infinita. Pero nosotros no somos perfectos, sólo somos humanos. Entonces hay que trabajar muy duro para lograr acercarnos un poco en nuestros trabajos a la perfección que la música nos exige. Tenemos que aprender a escuchar. Yo sé que se me critica mucho en el ámbito musical de acá, pero yo jamás le exigí a mis músicos más de lo que me exijo a mí mismo.
Normalmente plasmamos en lo que hacemos situaciones personales; sin embargo en Encuentros, tu último disco, se percibe algo diferente a lo anterior: sensibilidad al dolor de los demás...
Bueno, es que yo nunca hice canciones tan personales. Si vos te documentás con los temas que hice en mis proyectos anteriores, lo captás de inmediato. Con El Pop había mucho de crítica a través del sarcasmo y la sátira retratando una sociedad enajenada por tanto materialismo mercantilista, por tanta corrupción. Probablemente sea Luna Hiena la única composición personal de este periodo. Encuentros es un álbum conceptual que nace de un trauma, la muerte de Mauricio Emerson Barahona, uno de mis mejores amigos y quien fuera además compañero de banda en El Pop durante más de 10 años. Él murió de sida en 1995 y yo pude ver de cerca todo el drama que se gesta alrededor de la tragedia personal del enfermo, el sufrimiento de la familia y de los amigos. El impacto fue grande para mí y me motivó a realizar un trabajo sobre la problemática del VIH en Honduras, que es más bien un asunto de falta de información, de educación. Comencé un proceso de investigación y documentación sobre el tema, que aún no termina (trato de mantenerme lo más informado posible) y de allí fueron surgiendo los temas que conforman el CD. En estos últimos años sí he volcado mis composiciones a temas muy personales y eso será evidente en el próximo disco.
Siempre con el último disco... ¿por qué letras “pesadas”, temas de los que nadie quiere hablar?
¡Pero yo sí quiero tocar esos temas! Considero de vital importancia abordarlos y hay que hacerlo con mucha responsabilidad, con total honestidad y cuidando la claridad de los conceptos a verter. Hay mucha gente que te toma tan en serio como artista, que te toman como un referente en su vida; debemos ser muy cuidadosos con lo que se escribe. Hay un mar de gente en Honduras, especialmente jóvenes, que caminan a ciegas en muchos aspectos y todo por ausencia de una eficaz comunicación con sus padres, familiares o mentores, hay varios estudios sobre el tema que avalan lo que digo. Yo creo que la música es un poderoso medio de comunicación y es allí donde yo quiero aportar mi granito de arena para ayudar a desarrollar criterios y brindar información.
¿Esperás alguna reacción con tu música?
Totalmente. Mi objetivo fundamental es sensibilizar a la gente, transmitirles esas emociones que a veces son tan intensas que te cambian la vida, te convierten en un nuevo ser humano. Quiero enseñarle a la gente a derribar esas corazas de insensibilidad que impone la sociedad moderna, a derretir el miedo, a demostrar compasión y solidaridad.
Luna Hiena. Todavía te la piden como si la hubieras hecho ayer…
Como dice Nidia, en los recitales que damos, se ha convertido en un clásico. Siempre me llamó la atención que gustara tanto, pues es un tema oscuro. La verdad es que la gente no entiende de qué se trata, la confunden con un tema romántico cuando en realidad se trata de la angustia de vivir en soledad aunque siempre estés rodeado de gente.
¿Cómo ves a los músicos de Honduras, especialmente a los jóvenes?
Es un panorama contradictorio porque veo mucho entusiasmo por integrar bandas y tocar en los restaurantes, pero no veo ningún entusiasmo por elaborar propuestas artísticas. Parece que los músicos de esta generación le apuestan más al comercio que al arte, reciclando hasta el cansancio el sonido de sus bandas internacionales favoritas. Hay algunas excepciones, pero en términos generales la producción de música de calidad está restringida al mismo círculo de artistas que lo han estado haciendo durante los últimos 15 años; según mi gusto: Yeco, Diego Navas, Pez Luna, Ánima, Karla Lara y José Luis Suazo.
Muchos grupos y escasa calidad. ¿Qué falta?
Faltan tantas cosas que no sé por dónde empezar. En la producción musical creo que urge honestidad; es imperativo que los músicos creativos que tenemos dejen de imitar a sus ídolos de MTV o de VH1 y que empiecen a trabajar con su propia realidad, con sus problemas y sus sueños, a plasmarlos en su música. Es la única forma de alcanzar frescura, a través de la espontaneidad. Ese es un rasgo que me gusta mucho de Polache, él tiene eso. Por otro lado necesitamos estudiar, levantar el nivel musical tanto en lo técnico como en lo teórico, nos falta la preparación académica. Creo que falta mucha lectura también; el músico que compone debe ser una persona culta, informada, si no, terminás escribiendo burradas. Por otro lado, hay una ausencia total de la infraestructura logística necesaria para que la música nacional despegue como industria; necesitamos promotores, contratistas, productores, personal técnico tanto para presentaciones en directo como para producciones discográficas, periodismo especializado, en fin, toda una parafernalia que es inexistente en nuestro país. En este aspecto naciones como Costa Rica y Guatemala nos llevan décadas de ventaja.
Muy buena entrevista!
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