lunes, 27 de abril de 2009

Julio Escoto: su guerra y su paz

El escritor Julio Escoto. Fuente: laprensa.hn
En la edición de hoy de La Prensa, Carlos Rodríguez pregunta a Julio Escoto algunas cosas relacionadas con la puesta en escena por Damario Reyes de su novela Bajo el almendro... junto al volcán. Aprovechando la circunstancia (o más bien complementándose mutuamente las dos circunstancias), el escritor publicará una edición de lujo de su novela, aparecida originalmente en 1988 y en la "que predomina el tema de la guerra, la hondureña-salvadoreña ocurrida en julio de 1969". He aquí algunas de las respuestas de JEscoto:
¿Está satisfecho con el guión escrito por Damario Reyes?
Sí. El guión recoge las aventuras centrales de la novela, caracteriza teatralmente a los personajes y desarrolla la tensión propia del drama que se cuenta en el libro original, el cual no es, como pudiera creerse, la invasión de El Salvador a Honduras sino la invasión al pueblo de Honduras por su propio ejército nacional, en la década de 1960 desde luego. El guión es lineal conforme a los sucesos de la novela, no ha habido cambio o traslación alguna de situaciones, como tampoco se varía el modo de ser de los caracteres. Supongo que por razones de audición, Damario Reyes eliminó a un personaje enano que llega al pueblo con los cirqueros y que es muy pícaro, así como suprimió la presencia del telégrafo, por ejemplo, pero son cambios mínimos que no afectan el contenido central del montaje.
En la respuesta a la siguiente pregunta de Carlos, Julio nos recuerda modestamente una de sus glorias pasadas y además, nos ofrece, sin querer (y sin saber) una prueba más de que lo que ha venido jodiendo a mucha de la narrativa hondureña de los últimos años es esa absurda intención moralizante, la que ha derivado, la mayoría de las veces, en textos planos y hasta panfletarios, textos que aspiraban a ser literarios pero que se quedaron en la mueca patriótica o pedagógica:
¿A 21 años de publicación de su libro, cambiaría algo del mismo?

No creo ni podría. Aquella escritura obedeció a un estado de ánimo particular y a motivaciones de época, así como a un determinado grado de madurez personal y de autor, está bien como quedó, no cambiaría nada. Como la obra fue escrita en 1983 y publicada en 1988, tuve algunos años para meditar sobre ella y pulirla como deseaba. La primera versión por ejemplo, que fue finalista de un gran certamen en España en 1983 [se refiere al Premio Sésamo de novela breve], era un chorro de texto, una vorágine de narración sin puntos ni comas, sólo dividido el bloque de relato por tres títulos o capítulos. Lo modifiqué hacia 1985 y me gusta más de esta manera. Otro elemento que varié fue el final. En la versión original el Capitán Centella terminaba maldiciendo y prometiendo que "la próxima guerra la vamos a hacer nosotros", dando a entender que favorecía una revolución armada. Leyéndola con calma pensé que en vez de incitar a la guerra debía incitar a la paz, y quedó como ahora está.
¿Eduardo Bähr, usted y aún Castellanos Moya aprovechan este hecho histórico y lo llevan a la literatura, ¿este suceso aún es una veta que podría generar otras obras?
Sí, porque cada año se recogen nuevos testimonios, se revelan otros documentos y surgen frescas interpretaciones. Eso en el área propicia a ciencias sociales. En el campo artístico no conozco música, danza, teatro ni poesía dedicados a aquel suceso, excepto lo poco que surgió en el mismo 1969. La revista "Nocturnal" va a publicar en su próximo número un artículo mío donde recuerdo cómo era la vida con los proletarios salvadoreños en nuestras ciudades, lo que será un complemento. La veta apenas si ha sido tocada, en particularidad considerando que este suceso fue uno de los tres mayores del siglo XX para Honduras. Los otros, por su terminalidad, fueron probablemente la dictadura de Tiburcio Carías y conjuntas la huelga bananera de 1954 y el ascenso al poder del liberal Ramón Villeda Morales.

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