domingo, 10 de mayo de 2009

Vila-Matas imagina a Hopper

Stairway, el cuadro de Edward Hopper imaginado por Vila-Matas. Fuente: museumsyndicate.com
Si me propusiera hacer una revisión aproximada de la obra de Vila-Matas, empezaría enumerando algunas de las manías del escritor: las citas falsas, el tema de la desaparición, el de la impostura, los suicidios, etcétera; ya saben: lo obvio, como para entrar en calor; pero acabaría hablando de ese jueguito de escribir sobre cosas que él mismo propiciará después, sólo para darse el gusto de vivir lo que escribe, como ocurre en su relato "Porque ella no lo pidió", de Exploradores del abismo. A propósito de este relato, el propio Vila-Matas dice:
Este libro contiene hacia el final un relato largo, Porque ella no lo pidió, que sintetiza muy bien mi trabajo actual. Incluso pienso que sirve para responder a quienes me preguntan de qué tratan mis libros. Porque es posible que para entrar en mi obra, el mejor primer paso sea leer ese cuento, donde Sophie Calle tiene una actuación estelar.
Pero como en los años universitarios hubo abundancia de este tipo de "revisiones aproximadas" a la obra de muchos autores y además lo académico no es una de mis manías, me quedo sólo con observaciones como la que hago ahora en este blog. La observación de hoy tiene que ver con eso que menciono en el primer párrafo: el juego vilamatiano de escribir sobre lo que ocurrirá o de vivir lo que ya fue escrito. Como ejemplo, les dejo parte de la respuesta que Vila-Matas dio en una entrevista de hace algunos años:
Me fui a Cartagena de Indias habiendo escrito ya lo que me pasaba en Cartagena (risas). Es una provocación literaria. Una vez en Cartagena, como yo ya había visto el hotel en Internet, donde había una piscina y dos palmeras, provoqué que tuviera lugar la escena que yo había escrito. He ido a también a Mallorca y me han dado una habitación que no daba al mar y he tenido que alquilar un suplemento de 20 euros para que me dieran una que sí diera al mar. Sí que altero la realidad; pero la altero escribiéndola antes. He ido a Portugal y he dicho que en el hotel de Oporto llovería y yo movería la cortina de la habitación, desesperado y solo. Y como llovía, porque estaba previsto, moví las cortinas. Me reí solo yo mismo, desesperado. Ya lo había escrito para el domingo y el domingo se publicó algo que había ocurrido de verdad pero que había escrito antes.
Pero adonde realmente quería llegar es a las dos últimas entregas del Dietario voluble que Enrique Vila-Matas publica en El País cada domingo. En esos dos artículos, que son en realidad uno solo dividido en dos, el escritor portátil, el viajero incansable, el gran impostor (lo llamo así porque ya aburre un poco aquello de "shandy", aunque sé que después aburrirán también estos últimos epítetos) que es Vila-Matas nos habla de su fascinación por un cuadro de Edward Hopper que tiene frente a su cama en una habitación del hotel en que se hospeda en Nueva York. En todo el primer texto (Salir del cuadro) el compa se dedica a hablarnos de la inmovilidad que le provoca ese cuadro, un cuadro que es "una invitación paradójicamente preparada para que nos quedemos donde estamos". Pero vean lo que ocurre en el segundo texto (El cuadro que no está): el compa nos confiesa su mentira. ¿Cuál mentira? Pues que nunca estuvo ese cuadro de Edward Hopper frente a su cama de la habitación del hotel newyorkino. ¿Y por qué lo hace? ¿Por qué miente Vila-Matas? ¿Y por qué miente de esa manera? Pues porque de eso se trata su juego. Lean su Dietario voluble y verán cómo lo hace. Magistralmente, dicho sea de paso.

3 comentarios:

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