lunes, 8 de junio de 2009

Microrrelatos, autoficción y otras fronteras

Los visitantes de la Feria del Libro de Madrid 2009.
Como parte del programa de actividades de la Feria del Libro de Madrid se reunieron varios especialistas en la narrativa española actual, de donde esta nota de El País extrae algunas conclusiones interesantes:
Somos lo que contamos: un relato o un microrrelato, una ficción o una docuficción, una novela fantástica o una novela que nace de los traumas de la realidad. La nueva narrativa española discurre entre difusas fronteras, la tradición, las leyes que marca el mercado o la identidad. Ímpetus narrativos que durante esta semana han reunido, bajo el título Nuevos derroteros de la narrativa española actual -y bajo el techo de la Casa de Velázquez de Madrid-, a varios especialistas en un encuentro "científico" en el que profesores, críticos y autores han intercambiado sus ideas sobre la evolución de las prácticas narrativas en España. Un homenaje a Juan Eduardo Zúñiga (Madrid, 1929) resumía el carácter de las mesas redondas: "La renovación no tiene nada que ver con la edad", apuntaba la investigadora Rebeca Martín. "Y Zúñiga es un escritor que nunca ha tenido ni la repercusión ni el reconocimiento que merece", añadía el crítico Fernando Valls.
-El relato menguante. El cuento es el género que menos ha cambiado de todos, se mantiene prácticamente intacto desde el romanticismo. Sin embargo, el cuento ha generado un nuevo género: el microrrelato. Para el crítico Fernando Valls la tradición predominante en España ha sido la de Edgar Allan Poe / Julio Cortázar y la de Antón Chéjov / Raymond Carver, "pero ahora, de pronto, los escritores españoles empiezan a descubrir la tradición española del cuento: Ignacio Aldecoa, Cristina Fernández Cubas, Juan García Hortelano, Francisco Ayala...". Valls cita a nuevos autores como Óscar Esquivias, Ignacio Ferrando y Javier Sáez de Ibarra. Valls destaca el relato Mirar al agua, de Sáez de Ibarra, como uno de los más interesantes, atrevidos y novedosos de los últimos años. Cuentos basados en una performance de Esther Ferrer, cuentos que partiendo de teorías del arte hablan, por ejemplo, del breve encuentro de una pareja o de una vieja artista fracasada que una vez al año, puntualmente, se asoma a su balcón con un pecho al aire. En uno de ellos, Sáez de Ibarra dice: "Mirar no es sólo cuestión de los ojos. Se mira con el cerebro o no se ve en absoluto".
-Los fantasmas de Atocha. Han pasado cinco años desde los atentados del 11 de marzo de 2004 y parece que ya ha pasado la cuarentena para un acercamiento desde la ficción al brutal atentado. Aunque en España siempre ha habido (y no sólo en la literatura) cierta prevención a establecer desde la ficción diálogos con la realidad inmediata, existen algunos intentos de novelar las huellas de la matanza. Ricardo Menéndez Salmón en El corredor (novela que transcurre durante el 11 de marzo de 2004), Madrid blues, de Blanca Riestra (que cuenta la vida de una veintena de personas unos días antes de los atentados) o La piedra en el corazón, novela breve de Luis Mateo Díez son algunos ejemplos de nacidos de aquel dolor público.
-Relato reticular. La ruptura del orden cronológico y causal convierten el relato en un enigma, una historia fragmentaria por descifrar. La búsqueda de la coherencia es un objetivo en sí mismo de la lectura. El relato reticular, frente al narrativo, despliega un abanico de variantes a partir de un motivo, una situación, un personaje o una metáfora. La profesora Geneviève Champeau, de la Universidad de Burdeos, habla (a partir de autores tan dispares como Antonio Muñoz Molina o Agustín Fernández Mallo) de la colocación del lector en el centro del dispositivo estético: un nuevo tipo de lector-espectador-oyente que ha sido educado por la publicidad, el clip, el zapping o el montaje musical. El personaje, componente central de la narrativa decimonónica, que sigue siéndolo en la novela histórica o policiaca, queda destronado en la novela reticular.
-Novelas 'pensamentales'. El término no es nuevo: lo recoge Gonzalo Sobejano de Juan Ramón Jiménez para definir la novela que se dirige hacia el ensayo. La novela que implica a un autor-pensador. La novela busca el sentido de la realidad y del mundo. El autor Manuel Alberca como ejemplo de autor de autoficciones que al atribuir a su protagonista la misma identidad que la del autor parecen verídicas como las autobiografías. Una estructura híbrida que presenta lo imaginario como real y que no es una apología de la falsificación sino todo lo contrario. La autoficción nos llama a neutralizar nuestra capacidad de ser crédulos. Una tendencia literaria en la que están Luis Goytisolo, Javier Marías o Enrique Vila Matas. En su conferencia, Gonzalo Sobejano añadió que comprar un libro es la única forma que conoce para luchar contra "el dolor, el engaño, el olvido y la muerte".
-Autores literarios o autores de mercado. La trivialización de la novela es para el crítico Santos Alonso una de las claves del actual estado de la literatura española. Sin dar nombres ("no quiero entrar en debates de combate") divide el panorama en escritores de mercado y escritores de literatura. Campa a sus anchas la novela light y previsible, de frases hechas y clichés que matan la "imaginación" y el lenguaje "literario". El colmo de lo novedoso, añade, se limita a repetir formas arcaicas de los años sesenta o setenta, y críticos y periodistas "ignorantes o desmemoriados lo aplauden".

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