viernes, 25 de septiembre de 2009

Hace cien años que estamos jugando y perdiendo, con la misma carta, nuestro futuro.

Hace cien años que estamos yendo a la guerra para conquistar la misma cosa; hace cien años que estamos quemando en la misma hoguera nuestras riquezas; hace cien años que estamos jugando y perdiendo, con la misma carta, nuestro futuro. ¿No es tiempo ya de sentarse a meditar? ¿No es tiempo ya de llegar al convencimiento de que los atributos de la democracia, que hemos pretendido conquistar a sangre y fuego, no se conquistan en esa forma. ¿No es tiempo ya de convencernos de que estamos viviendo un estad social de barbarie? ¿No es tiempo ya de saber que barbarie y democracia son conceptos opuestos?

Todas nuestras revoluciones han fracasado, porque después de ellas se han repetido los mismos hechos; porque los que ayer fueron libertadores son hoy opresores; porque el derramamiento de sangre ha sido no más que un trampolín para saltar de la condición de hombre sin derechos a la condición de conculcador de derechos. Y no es que sea preciso horrorizarse ante los derramamientos de sangre. Torrentes se derramaron para emancipar América, pero la emancipación fue. Torrentes se volcaron entre el Norte y el Sur de los Estados Unidos para liberar a los esclavos, pero la Liberación del Esclavo fue. Las grandes conquistas humanas se han sellado con sangre, pero al sellarlas, el capítulo está concluido, las conquistas están terminadas.

Nuestros cien años de revoluciones sangrientas para conquistar los atributos de la democracia deben ya convencernos que hay que buscar esos atributos por otros caminos y con otros procedimientos.

Arturo Martínez Galindo, "Breve análisis del momento político hondureño" (1938)

2 comentarios:

  1. "A los dirigentes violentos desde hoy hay que detenerlos. Doy la orden de una vez. Y los jefes de la policía, a partir de este momento, cualquier grupo que tranque calles o quemen, se les echa gas del bueno y los meten preso, si no raspo a los jefes policiales", enfatizó el primer mandatario nacional.

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  2. "A los dirigentes violentos desde hoy hay que detenerlos. Doy la orden de una vez. Y los jefes de la policía, a partir de este momento, cualquier grupo que tranque calles o quemen, se les echa gas del bueno y los meten preso, si no raspo a los jefes policiales", enfatizó el primer mandatario nacional.

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