Franz Kafka
Hoy en publico.es vuelven a la carga con las noticias sobre el legado de Kafka. Conocida la anécdota (posiblemente falsa) del escritor checo diciéndole a su amigo Max Brod que quemara sus papeles y éste, una vez muerto el escritor, negándose a hacerlo, todos coincidiremos seguramente en que sí sería interesante que se descubrieran ahora unos cuantos manuscritos inéditos.
El legado del escritor checo Franz Kafka se encuentra más diseminado por el mundo de lo que se pensaba hasta ahora. El grueso de los manuscritos se hallan en Israel, pero también los hay en varios países del mundo, y ahora se ha descubierto que una parte significativa de su obra está enterrada en la caja fuerte de un banco suizo.
El semanario alemán Der Zeit y el diario de Tel Aviv Haaretz han revelado la enrevesada historia de estos manuscritos, que en un principio fueron propiedad de Max Brod, amigo y albacea de Kafka. Brod se estableció en Tel Aviv en el año 1939 con el legado literario del escritor, a pesar de que Kafka le pidió como última voluntad que quemara todos sus textos.
Antes de fallecer, Brod cedió sus bienes relacionados con Kafka a su secretaria, Esther Hoffe, que también residía en Tel Aviv, quien a su vez subastó a escondidas en el extranjero varios manuscritos por cantidades millonarias.
Al fallecer hace dos años, Esther Hoffe estableció en su testamento que sus propiedades pasaran a sus dos hijas, Hava y Ruth. La caja fuerte de Zurich pertenece a Hava, quien ahora desea vender su contenido a varias instituciones y archivos alemanes, algo que tratan de impedir en los tribunales las autoridades israelíes alegando que los manuscritos salieron ilegalmente del país.
Psicoanálisis y secretismo
El semanario Der Zeit revela que entre los textos ocultos en el banco suizo se halla Carta a mi padre, un texto crucial en la obra de Kafka que tiene profundas implicaciones psicoanalíticas, según los expertos.
La pugna por los manuscritos se ha recrudecido en estos últimos meses. Las hermanas Hoffe alegan que los textos en disputa fueron "regalados" por Max Brod a su madre en 1945, tres años antes de que se fundara el Estado de Israel, de manera que, legalmente, Israel no tendría ninguna opción de recuperarlos.
"El secretismo que rodea a la caja fuerte de Zurich habla por si sólo", ha dicho el abogado Heller, que defiende los intereses del Estado. "Si las hermanas Hoffe son las propietarias legales, ¿qué es lo que pretenden ocultar?".
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