La mina de oro llamada Paulo Coelho.
Hay que admirar a Héctor Abad Faciolince por darse a la tarea de leer a Coelho sólo para tratar de averiguar el por qué de su éxito editorial. ¿Por qué Coelho -se pregunta, en este artículo de elmalpensante-, siendo un escritor tan rudimentario en el uso del lenguaje, tan pobre en el pensamiento y tan elemental en sus recursos estilísticos, consigue tocar la sensibilidad de tanta gente? Pegaré a continuación algunos fragmentos del artículo que responden a esta pregunta. Para empezar, HAF compara su éxito editorial con un pasaje en uno de sus libros:
Traducido a 56 idiomas, publicado en 150 países, con más de 54 millones de libros vendidos, a Paulo Coelho hay que reconocerle al menos una virtud: es una mina de oro para sí mismo y para las editoriales. En su libro de mayor éxito, El alquimista (1988), un pastor de ovejas andaluz viaja hasta las pirámides de Egipto en busca de un tesoro. Antes de llegar a su destino se encuentra con el gran mago que posee los dos pilares de la sabiduría alquímica, es decir, sabe destilar el elíxir de la larga vida y ha fabricado un huevo amarillo, la piedra filosofal, con cuya ralladura se puede convertir en oro cualquier otro metal. En su viaje hacia las tumbas de los faraones el alquimista le ha revelado al muchacho otro secreto: “Cada hombre sobre la faz de la tierra tiene un tesoro que lo está esperando”. Luego le explica que si no todos encontramos este tesoro personal, es porque “los hombres ya no tienen interés en encontrarlo”. Sospecho que muchos desgraciados se consuelan creyendo semejante ingenuidad. Vista descarnadamente, es sólo una simpleza o una pía ilusión. Sin embargo hay algo que tenemos que conceder, y es que sin duda Paulo Coelho encontró su propio tesoro, en cierto sentido su piedra filosofal: la ralladura sosa y rosa y empalagosa de su prosa se convierte —como por arte de magia— en oro editorial, en millones de copias de consumo masivo de mediocridad. Pero ¿cómo lo hace? ¿Y por qué, siendo un escritor tan rudimentario en el uso del lenguaje, tan pobre en el pensamiento y tan elemental en sus recursos estilísticos, consigue tocar la sensibilidad de tanta gente?
Y, después de dejar a un lado las respuestas obvias, empieza con las respuestas que él encontró luego de sus lecturas:
La primera respuesta que me di, apenas empezando la lectura de algunos de sus libros, fue que quizá Coelho disfrazaba de misterio y asombro las puras tonterías. Oigan esta, por ejemplo: “Era un día caluroso y el vino, por uno de estos misterios insondables, conseguía refrescar un poco su cuerpo”. De verdad, qué misterio insondable que un líquido quite la sed. Después me di cuenta de que sus técnicas narrativas no se agotan en la simple estupidez; son algo más hábiles y algo menos burdas. Para empezar, los libros de Coelho explotan hábilmente un universal humano: nuestra fascinación por los poderes de adivinación y conocimiento sobrenaturales.
...“con donaire y destreza”, Paulo Coelho le saca partido a nuestra credulidad, a nuestras debilidades y a nuestra ignorancia. Me limitaré inicialmente a El alquimista, su obra más leída, pero el mismo procedimiento se puede rastrear en otros libros suyos. El pastor de ovejas andaluz, al principio del cuento, tiene un sueño y va donde una adivina para hacérselo interpretar. Qué deleite; la gitana no sólo le interpreta el sueño (“los sueños son el lenguaje de Dios”) sino que también le lee la mano. Los sueños del protagonista son el leitmotiv del libro, y es a través de ellos como poco a poco se acerca a su tesoro en el periplo Andalucía-Pirámides-Andalucía. Para que un mago cobre prestigio como persona capaz de predecir el futuro, mucho le conviene obrar el prodigio de adivinar el pasado. Éste es el paso siguiente en el libro de Coelho: un adivino escribe sobre la arena los episidios más significativos del pasado del joven protagonista, incluyendo la primera vez que se hizo la paja. Cabe aclarar que esta íntima revelación se expresa con palabras mucho más recatadas: “Leyó cosas que jamás había contado a nadie, como (...) su primera y solitaria experiencia sexual”.
El tono sapiente (de una sapiencia falsa, pero en fin) y el ambiguo lenguaje oracular se van soltando en pequeñas dosis a lo largo del libro. Les copio algunos ejemplos: “Cuando deseas alguna cosa, todo el Universo conspira para que puedas realizarla”; “La vida quiere que tú vivas tu Leyenda Personal”; “Todo es una sola cosa”; “Existe un lenguaje que va más allá de las palabras”; “Dios escribió en el mundo el camino que cada hombre debe seguir: sólo hay que leer lo que Él escribió para ti”; “Cualquier cosa en la faz de la tierra puede contar la historia de todas las cosas”. Pero además de este tipo de enseñanzas baratas, de seducción infalible a pesar de su pésimo gusto intelectual, el uso de la magia tradicional también va apareciendo capítulo tras capítulo.
Hay un ingrediente adicional que hace más eficaz el recurso al pensamiento esotérico. Para volverlo doctrinalmente inofensivo, para despojarlo de todo peligro satánico, Coelho lo combina con dosis adecuadas de cristianimo tradicional: citas de la Biblia, cuadros del Sagrado Corazón de Jesús, rezos del Padrenuestro... El público mayoritario no se siente en pecado porque lee herejías, y el narrador, al tiempo que se hace pasar por alguien dotado de poderes paranormales (capaz incluso de telepatía), deja saber que él es también un buen cristiano, a pesar de sus coqueteos con la magia.
Aquí se detiene HAF en el análisis temático de los libros de Coelho y empieza a señalar algunas estrategias narrativas del autor brasileño:
Sus técnicas para ir tejiendo la trama son tan elementales que me recordaron de inmediato el estudio clásico sobre las formas canónicas del cuento infantil. Vladimir Propp, uno de los padres de la narratología, publicó en Leningrado su monumental Morfología del cuento infantil (1928). El principal mérito de este gran trabajo consiste en haber hallado, por encima de los argumentos superficiales de cada cuento, una serie de elementos formales repetitivos. Mirados al microscopio, es posible descubrir que en todos los cuentos de hadas los personajes, por distintos que sean, acometen siempre las mismas acciones, se ven envueltos en situaciones o “motivos” análogos. Como señala Propp, “cambian los nombres de los personajes, pero no sus acciones, o funciones, por lo que se puede concluir que el cuento le atribuye operaciones idénticas a personajes distintos”.
No voy a decir que Coelho leyó a Propp, estudió cuáles son las “funciones” más elementales del relato tradicional descubiertas por el ruso, y con esta receta se dedicó a escribir el oro en polvo de sus novelas. Eso sería muy sofisticado. La cosa es más simple: Coelho usa, intuitivamente y con alguna destreza, las estructuras más primitivas del cuento infantil. Tomen ustedes cualquiera de los libros de Coelho y verán lo fácil que resulta identificar situaciones como las siguientes, señaladas por Propp en su Morfología: “El héroe abandona la casa”; “el héroe es puesto a prueba o interrogado”; “el héroe se pone en contacto con alguien que le dará un don”; “el héroe recibe un objeto mágico”; “el héroe cae en desgracia”; “el héroe se traslada o es llevado al lugar donde está el objeto de su búsqueda”; “el héroe lucha con un antagonista”; “el héroe regresa”; “el antagonista es castigado”; “el héroe se casa y sube al trono (u obtiene grandes riquezas)”.
Es inútil cansarlos con los ejemplos detallados en que las historias de Coelho parecen calcar literalmente estos esquemas elementales. Les puedo asegurar que, al menos en sus primeros libros, el brasileño repite paso a paso las estructuras narrativas reveladas por el gran formalista ruso hace casi un siglo (y éstos sí que son pronósticos: Propp no sólo describió la tradición popular, sino que anticipó las recetas de un gran éxito editorial).
Los libros más recientes de Coelho, por ejemplo el último, Once minutos (2003), son un poco menos rudimentarios que aquellos primeros títulos que lo lanzaron a la fama. En este caso la trama, nutrida por algunos elementos realistas (para esta novela Coelho usó el testimonio de prostitutas existentes), es menos infantil, menos predecible. En todo caso es posible que el inevitable desencanto que viene con los años haya hecho que este último libro de Coelho sea menos ingenuo. Pero el buen gusto estético e intelectual es muy difícil de adquirir, y por lo mismo Once minutos (el cálculo de Coelho de lo que dura un coito), aunque menos esquemático, es un libro incluso más cursi que los anteriores. No quiero afirmar nada que no pueda demostrar con citas textuales. ¿Cuántos ejemplos necesitan para convencerse de la irremediable cursilería de Once minutos? Podría usar un número mágico, de esos que les encantan a los autores de cuentos infantiles, siete, o tres. Para no exagerar, me voy a limitar a tres momentos:
1. La protagonista (prostituta brasileña que trabaja en Suiza, y la sola situación es ya de un sentimentalismo telenovelesco), se encuentra con un pintor joven que la invita a su casa. Ella observa que la casa es grande y está vacía. Entonces concluye: “Debía de tener dinero de verdad. Si estuviese casado no osaría hacer aquello porque siempre había gente mirando. Entonces era rico y soltero”.
2. En el final feliz de la novela este mismo pintor se le aparece a la muchacha con flores: “Ralf llevaba un ramo de rosas, y los ojos llenos de luz que ella había visto el primer día, cuando la pintaba”. El rico y soltero que en la última página se aparece con un ramo de rosas y se lleva a la muchacha a conocer París es una situación tan perfectamente cursi que, por kitsch, creo que ni Corín Tellado se atrevería a ponerla en una fotonovela. Pero al promediar el libro hay otro momento todavía peor:
3. La prostituta le hace un regalo al pintor del que se empieza a enamorar. Abre el bolso y busca su bolígrafo. Dice: “Tiene un poco de mi sudor, de mi concentración, de mi voluntad, y ahora te lo entrego. (...) Tú tienes mi tesoro: el bolígrafo con el que he escrito algunos de mis sueños”.
Fuera de la ridiculez de la frase, que es única, hay algo todavía más perturbador: al leerla uno se imagina que el autor está copiando aquí su propia vida. Me parece ver la escena; el multimillonario que ha vendido 54 millones de ejemplares con tantas revelaciones de su estro poético, le muestra a una muchacha el objeto mágico (y fálico) con que la va a conquistar. Le dice, pensando ya en el colchón de la suite que los espera: “Te entrego mi tesoro: el bolígrafo con el que he escrito algunos de mis sueños”. Debe tener un bolígrafo para cada día, cada hotel y cada viaje. Y algo más triste: seguramente algunas víctimas, igual que miles de lectores, se dejarán conquistar con semejante frase y semejante halago. Claro que esto último es lo único que no puedo demostrar de todo lo que he dicho sobre Coelho en este artículo. Esta última situación tan sólo la supongo y es sólo una hipótesis sin fundamento, producto de una mente malpensada; todo lo demás lo he tomado directamente de sus libros.
Tal vez no sea necesario escribir tanto y la respuesta esté a la vuelta de la página: Coelho gusta tanto porque la mayor parte de la gente es, por diversas razones, decididamente "dunda".
ResponderEliminarA propósito de la morfología del tal Propp, me recuerda un cuento popular catracho.“El héroe abandona la casa”,MB sale de El Pogreso; “el héroe es puesto a prueba o interrogado” 30 años en el congrezoo es mas que ser probado y talvez cuestionado; “el héroe se pone en contacto con alguien que le dará un don”,Dios mismo, MB parece ser el representante legítimo de Dios en la tierra; “el héroe recibe un objeto mágico”, ¿la presidencia?; “el héroe cae en desgracia” esto no ocurre en el cuento hondureño; “el héroe se traslada o es llevado al lugar donde está el objeto de su búsqueda”!casa presidencial!; “el héroe lucha con un antagonista” Mel, Satán ; “el héroe regresa”, ¿a El progreso?; “el antagonista es castigado” Mel con su destierro y condenación por el ¿pueblo hondureño?; “el héroe se casa y sube al trono (u obtiene grandes riquezas)”. Este héroe ya estaba casado y con grandes riquezas.
ResponderEliminarY los hondureños vivieron felices por siempre. Temerosamente: comentador kilométrico
Puede que haya mucha gente que compre sus libros para colocarlos en la estantería.Sencillamente porque es un autor que está de moda.
ResponderEliminarSon personas que no leen, o leen muy poco.
Admiro su capacidad para escribir, es una máquina.
Recuerdo que intenté leer Verónica decide morir, no soporto su escritura porque no me aporta nada
mmmmmmmmmm... en una ocasión vi un programa donde le daban cierto mérito a Coelho. El mérito de "vulgarizar" ciertas tradiciones literarias y frutos de talento ajeno. Hacían una lista de escritores que plagiaba, recuerdo el nombre de Donne y de Voltaire. Le reconocían por lo menos de que era un lector medianamente informado. Escritores como Kenzaburo Oé lo han defendido inclusive.Yo leí hace muchos años "El Alquimista", la recordé mejor con el argumento que transcribís en esta entrada. Y recuerdo mejor que la trama general de esa cosa era un plagio de "Historia de los Dos que Soñaron" de Borges. De hecho a este tipo siempre le ha gustado plagiar a Borges, esa otra "novela" llamada "El Zahir" se me hace indicio suficiente de eso... En fin, libros para treintañeras quedadas... Lo triste es cuando escritores y libros como esos se infiltran como "literatura" y hay gente tan necia que hasta se molesta si uno les dice lo contrario. Aquí en letras de tegus, hay un (a) "herr professor" que en una clase obligó, porque no puedo pensar en otro verbo que le quede mejor, a leer a unas escritoras-chatarra llamadas Ángeles Mastretta, Marcela Serrano y quería que leyesemos a Anne Rice (!) para rematar la cosa. Lo más triste es que está persona esté dando clases y pensando que eso es literatura... "La memoria del asco es más grande que la memoria del amor" dice Kundera y después de leer esos libros creo que es muy cierto.
ResponderEliminarSaludos.
http://eseestpercipi.blogspot.com/2009/11/los-gringos-le-tuercen-el-brazo-al.html?zx=658b831b53950d7e
ResponderEliminarEse burro de Nelson no es tan distinto de Coelho, de hecho, creo que el último redacta mejor que él.
Sino vean ese link, es un blog de "crónicas" (por no decir rebuznos del sensei resentido).
Chivas con la voladora y los ventiladores en mal estado.
A la mierda los golpistas.
Pues no se mucho de literatura y les confieso algo, me han prestado dos veces el libro "El Zahír" la primera vez por un año y la segunda me lo prestaron desde octubre 2009 aún no paso del primer capítulo, realmente no me motiva seguir leyendo, estuve preocupada creyendo tener hernia en los ojos ya que las dos personas que me lo prestaron son fans y han leído toda su colección yo en cambio no avanzo para nada en la lectura de este libro,pero me dá consuelo leer la crítica de un experto bien fundamentada acerca de las obras de éste autor.
ResponderEliminarMe parece divertido que el analisis de HAF se puede aplicar a la gran mayoría de novelas que nos infectan en la televisión, pero en este mundo, donde nos culturizan hacia la soledad y el desespero, estas historias nos llegan como la zanahoria atada a un madero y colocada en frente de un asno, para que se mueva... y ahi vamos, andando detras de la zanahoria, así que Coelho con todo y lo popular que es, no es mas que "otro bufón más de nuestra cultura".
ResponderEliminarHola, en verdad considero a paulo coelho un autor mercantilista, no aporta nada útil, pues está cerca del equipo de jorge bucay, es decir del plagio, si hasta un artículo periodístico a plagiado que sera un libro?, coelho asombra o sorprende a gente que no a leido nada en su vida, y que en su "biblioteca" solo tiene vanidades y otras revistillas, copia mucho de libros de la India y china y conjuga elementos de los libros de autoayuda muy conocidos. CANTIDAD EN LAS VENTAS NO SIGNIFICA CALIDAD EN EL CONTENIDO, el trascurso del tiempo hara justicia a este plagiador alejado de ética literaria.
ResponderEliminarEn este mundo donde leer se ha convertido en algo de frikis. ¿Qué mejor que la gente lea Coelho a que vea la tele? Que lean, que es bueno. Aunque sea esto.
ResponderEliminarSin lugar a dudas, Coelho carece de pinceles, crayones, pasteles y acrílicos para describir con sutileza las imagenes. Su prosa es pobre y exigua de deleite, ¿Será que es así?, o ¿nunca lo ha intentado?, ¿o prefiere usar la vaguedad en su estilo para sus temas?; temas por cierto que no carecen de profundidad, el hombre es tal misterio, que aquel que crea que se conoce es un mendigo. En ese sentido el señor Alberto Haj-Saleh debería dedicarse a escribir columnas en un periodico, o discursos para un politíco. El arte de manejar la imagen, la fantasía, lo sublime pertenecen a la imaginación, a ese tesoro al que se refiere en forma escueta el Sr. Coelho, de tal forma que Alberto Haj-Saleh se le asemeja al criticarle.
ResponderEliminarEs verdad que Paulo Coelho es literariamente pobre, sin embargo la justificación de los cuentos de hadas, me parece peligrosa, puesto que debieramos incluir La Odisea o la gran obra Ulises dentro de estas tramas... me parece una severa pelotudez no tomar en cuenta que esas estructuras corresponden a lo 'básico' cuando de literatura se habla. Sin embargo, me parece muy sólido el argumento de fundir las tradiciones mágicas tradicionales con el cristianismo es lo que hace de este autor tan consummible, pues la tibiedad religiosa que abunda, corresponde con la tibiedad espiritual de Paulo Coelho...
ResponderEliminareste señor, se lanza a la fama mediante plagio. El toda la novela es una versión extendida del cuento de Borges Historia de los dos que soñaron, y a su vez, éste es una parafrasis de las mil y una noches. No logro comprender aun cómo un hombre que se dice ser escritor no pueda siquiera poner la referencia en su libro, me sorprende que se atreva a vender un plagio de esas dimensiones. Ademas todo el libro es una sarta de frases sin sentido y poco aporte literario.
ResponderEliminar¡Es mortal la hipótesis del bolígrafo! Casi tan genial como cursi la frase.
ResponderEliminarY sí, también me lo puedo imaginar claramente... ¡Y me causa mucha risa! :) :) :)
Bueno estoy de acuerdo con este artículo, soy fan de Coelho pero reconozco que literariamente no aporta nada. Sus libros son muy simples, fáciles de leer, con frases cotidianas, cursis.. Quizá esa sea la clave se su éxito, todos pueden leer un libro de el, incluso quien no tiene hábito a la lectura....
ResponderEliminarLo bueno de este mundo, es que para gustos los colores ¿no? Cada uno elije lo que leer y lo que no. Si fuesemos todos iguales que aburrido sería todo.
ResponderEliminarYo disfruto leyendo sus libros.
Ira de tifón, me parece aberrante decir que la Ilíada y La Odisea son cuentos de hadas y son comparables a la obra de Coelho. Por favor, no puedes comparar la calidad de las imágenes literarias, y si bien concuerdo en que digamos por estructura podrían ser incluidas en esta clasificación son superlativamente mejor escritas que la obra del mediocre de Coelho.
ResponderEliminarLa Odisea y La Ilíada no son obras "escritas".
ResponderEliminarPara quienes la literatura, la magia de la buena prosa, o el simple relax que la lectura de un buen libro puede causar, siempre es gratificante encontrarse con autores que despierten o mantengan viva esa eterna curiosidad por una historia ya sea real o ficticia capaz de absorberte y trasladarte hacia la trama de cada escena. ..En lo personal solo he leído un libro de Paulo Coelho, El alquimista… confieso que la curiosidad por descubrir el porqué de tanta fama fue lo que me mantuvo hasta el final,,, lamentablemente nunca pude encontrar la esencia característica de un súper libro,,,, en los últimos tiempos se ha vuelto algo común encontrar casi a diario en Facebook frases de Coelho, aplicables muchas de ellas a diferentes etapas o sentimientos que como seres humanos confrontamos en nuestras vidas,,,, ese es el real Paulo Coelho que conozco, el escritor de frases para Facebook..
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