Hacía muchísimo tiempo que no disfrutaba de la televisión como lo hago desde finales de septiembre, cuando un señor fascista que tenía por jefe me hizo el favor de despedirme de mi trabajo. Tenía algunos años de no ver regularmente algún programa de televisión. Ni noticieros ni series ni documentales. Tan sólo algún partido de fútbol de vez en cuando. Pero, recordando una frase que (supuestamente) Vila-Matas tomó de Vilém Vok: “La vida es corta, pero el día es largo”, me he permitido últimamente dedicarle algunas horas diarias a la televisión, confiando en que habrá tiempo para mis otros intereses durante el resto de cada jornada.Por Giovanni Rodríguez
He descubierto dos series interesantes: House y Lost, más que interesantes, interesantísimas, llegando a adictivas. House atrapa desde una atmósfera a primera vista poco atractiva: la de un hospital, con sus enfermos, sus emergencias y sus medicinas, y si ha logrado trascender este, al parecer, obstáculo inicial ha sido porque sus guionistas saben entretejer de manera sorprendente las historias típicas de hospital con las historias personales de sus protagonistas, pero más allá de eso, por la extraordinaria interpretación que hace el actor Hugh Laurie del personaje Gregory House, el mejor médico del hospital, de carácter fuerte, frío, directo y honesto siempre con los pacientes y con los otros médicos de su equipo, a quienes ridiculiza y da lecciones profesionales y de vida por partes iguales. Es un personaje que puede motivar antipatía entre los televidentes, pero estos no podrán negar jamás su inteligencia, su capacidad como científico y su talento para el sarcasmo y la ironía. El Dr. House es un héroe con apariencia de antihéroe, se la pasa salvando vidas desde su aspecto descuidado: sin su bata de médico y con la barba crecida, mientras consume calmantes.
Pero si House resulta adictiva por lo dicho anteriormente, la otra serie, Lost, lo es por su estructura. Todo comienza con un accidente de avión. Sobreviven, al parecer (esto es algo que se cuestiona a la altura del undécimo capítulo), 47 personas, que buscan la manera de convivir mientras esperan un hipotético rescate, en la playa de una isla aparentemente desierta.
Un amigo me ha prestado varios discos con las primeras dos temporadas de Lost. Vi los primeros 12 capítulos en una sola noche. Me preparé una cena rápida con huevos, pan tostado y queso Philadelphia, más una barra de chocolate para después, me senté frente a la pantalla a las ocho de la noche y me levanté casi a las cinco de la mañana para dirigirme a la cama. Demás está decir que soñé con ese ojo que se abre al inicio de cada capítulo y con esa selva oscura y misteriosa de la isla.
En Lost no hay personajes tan entrañables como el Dr. House pero en cambio es una serie capaz de hacer lo que hizo conmigo esa primera noche: mantenerlo a uno con los ojos pelados en la pantalla, mientras se cae el mundo alrededor. En Lost cada cinco minutos surge un nuevo misterio, pero de este misterio se nos van revelando algunas pistas en mínimas dosis a través de constantes flash backs en los que los personajes aparecen con sus respectivas vidas antes de embarcarse en el avión que los llevaría a la isla. La isla se convierte entonces en el receptáculo de las vidas de 47 sobrevivientes, de sus pasiones, de sus problemas, de sus ambiciones, de sus secretos. Y la isla puede con todo eso, y ofrece además su propia cuota pues da la impresión de que tiene vida propia y que es un personaje más, el personaje más misterioso e indescifrable de todos.
House y Lost, dos ejemplos de narrativa inteligente en la pantalla que vale la pena seguir sin sentirse uno culpable por cerrar los libros para encender la televisión.
Hay que reconocerlo, el editor ha perdido la brújula, tiene un terrible bloqueo, o en el peor de los casos, es yerto de creación.
ResponderEliminarMuy buenas series las dos.
ResponderEliminarDe Dr House tengo vistos algunos episodios, pero de Lost simplemente me he hecho adicta en las dos semanas que llevo viéndola. Estoy recién terminando la primera temporada porque, debido al trabajo, no tengo tiempo para ver doce episdios por noche, pero ganas no me faltan de hacerlo.