sábado, 16 de junio de 2007

Tokio blues

Recuerdo unas líneas de Antonio José Rivas que dicen: "El destino no es otra cosa que lo que se encuentra condensado en la infancia". Y lo que me hace recordarlas es la reciente lectura de una gran novela del japonés Haruki Murakami (Kyoto, 1949) que trata, entre otras cosas, de ese paso que se da de la adolescencia a la juventud, el momento en la vida que los seres humanos dedicamos por primera vez a la búsqueda del sentido de nuestra existencia en el mundo.
Una canción de los Beatles, Norwegian Wood, desencadena en Toru Watanabe, un japonés de 37 años que aterriza a bordo de un Boeing 747 en el aeropuerto de Hamburgo, una serie de recuerdos de su juventud en Tokio, cuando caminaba por las calles con Naoko, la novia de su amigo Kisuki que se había suicidado hacía un año, y cuando conoció a Midori, una chica extrovertida de quien finalmente se enamora.
Con reminiscencias de El guardián entre el centeno de Salinger, Tokio blues se inscribe en ese tipo de novelas que llaman "generacionales" porque retratan la vida de un adolescente y su relación con otros adolescentes y su entorno, lo que después constituye para los lectores algo así como un testamento de su generación.
Pueden identificarse perfectamente tres obsesiones de Murakami en esta novela: la muerte, el sexo y el amor. La muerte aparece siempre sobrevolando las cabezas de los personajes, como una amenaza latente. Da la impresión de que en cualquier momento la muerte acabará con el personaje al que le seguimos la pista. Así, sabemos que Kisuki, el único amigo de Watanabe y novio de Naoko, se suicida a los diecinueve años sin una razón aparente que lo explique. Hatsumi, la novia de Nagasawa, el que después sería amigo de Watanabe, acaba también suicidándose años después de que su relación con el primero acabó y buscó el inútil consuelo del matrimonio con otro hombre. Y finalmente Naoko, para quien Watanabe dedica durante algún tiempo su amor y su dedicación, se ahorca en el sitio en donde trataba de curarse los problemas mentales que la aquejaban desde hacía mucho tiempo.
¿Por qué –podríamos pensar- tantos suicidios en una sola novela? Quizá porque la novela trata precisamente de los problemas de la juventud, que es cuando los conflictos emocionales están a la orden del día, o quizá porque está ambientada en los sesentas, una época en la que Japón apenas se reponía de los estragos de la guerra y los conflictos sociales afectaban de alguna manera en la conciencia del individuo. Pero dejémoslo ahí, que no soy antropólogo ni sociólogo… Quizá en Japón el suicidio no es una costumbre tan extraordinaria como en Occidente.
Con el sexo pasa lo mismo que con la muerte en Tokio blues. Hay una buena dosis de sexo en sus páginas, y de muy variada índole, aparte del tradicional: sexo lésbico, sexo oral y sexo entre personas de edades distantes. Pero muy pocas veces en una novela encontramos este tema tratado de una manera tan limpia, tan natural y tan desprejuiciada. En ningún momento se percibe que el autor haya intentado meter a como diera lugar, con un interés extraliterario, todas estas escenas en su libro. Los personajes de esta novela son adolescentes en su mayoría, y esa circunstancia implica el reconocimiento en sus páginas de otras circunstancias inherentes a la misma, como el sexo, el amor, la angustia o la desesperación.
Y el tema del amor, que podría servir perfectamente para catalogar Tokio blues como una novela sentimental, aflora a cada vuelta de página. Watanabe está enamorado de Naoko, a pesar de que nunca ha tenido con ella una relación normal ni estable (ella muestra signos de locura y lucha con eso en un centro de rehabilitación en las afueras de Tokio), pero aunque está dispuesto a ayudarla y a esperar su recuperación, termina también enamorándose de Midori, una chica a quien conoce en una clase de teatro en la universidad. Antes del suicidio de Naoko, Watanabe sufre una fractura emocional por causa del amor que también le depara a Midori, y después del suicidio, cae en una profunda depresión que lo lleva a viajar por todo Japón tratando de encontrarle un sentido a lo que está viviendo. Entonces Reiko, la mejor amiga de Naoko, quien también parece ser una loca incurable, le dice: "Si sientes dolor por la muerte de Naoko, siéntelo el resto de tu vida. Y si algo puedes aprender de este dolor, apréndelo. Pero intenta ser feliz con Midori. Tu dolor no tiene nada que ver con ella. Si continúas así lo estropearás todo. Aunque sea duro, trata de ser fuerte. Crece, madura. He salido del sanatorio pare decirte esto. He venido desde lejos, en aquel tren que parece un sarcófago…"
Podría adaptar las líneas de Rivas y decir ahora que el destino no es otra cosa que lo que se encuentra condensado en la adolescencia. Porque esta novela trata de eso, de lo que se vive en la adolescencia y de lo que hay que dejar anclado en la adolescencia para seguir viviendo. Podría también decir –como Rodrigo Fresán- que la lectura de esta novela es adictiva y que el estilo de Murakami tiene algo de hipnótico, como la música de los Beatles, y podría, por último, asegurar como lo hice al principio, que Tokio blues es una gran novela; pero está claro que esto es sólo una opinión particular.

4 comentarios:

  1. Hansy...
    Este es un antídoto para las incertidumbres de hoy, observando como ocurren las cosas en la vida y más allá y centrandonos en el destino y todo aquello que se opone a su tiranía; las elecciones, influencias, atracciones, actitudes, y los accidentes afortunados o desafortunados en este caso.
    Pero es debido a esto, que se busca darle sentido a la existencia, eludiendo los estigmas y las hipotecas de un pasado y cómo crear el propio destino.

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  2. Y ya que hablamos de este escritor ¿Que tal valorais "Kafka en la orilla"? a mi me resulta genial al principio y un poco precipitado al final.

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  3. Pues no podríamos valorarla, amigo, porque no la hemos leído. Pero si tenés algo escrito, mandánoslo (pero con nombre y apellido).

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  4. Vaya! no había pensado en escribir algo sobre Kafka en la orilla y no creo que lo haga, realmente la crítica literaria no es muy lo mío. Lo que si podría enviarte es un cuento de este mismo autor y que es parte de su nuevo libro que acaba de aparecer en castellano el 6 de febrero. El libro en cuestion se llama Sauce ciego, mujer dormida y el relato "El séptimo hombre".
    Muy bien la página, los felicito, es una buena iniciativa.
    Moebius

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