jueves, 12 de junio de 2008

Remedio para todos los males

Ilustración de Juan Carlos Mestre
Por Giovanni Rodríguez
Leo en mi correo electrónico los primeros versos de un poema proveniente quién sabe de quién o de dónde y me doy cuenta de que me aburre todo lo que tenga que ver con la poesía, incluso la poesía misma. Me aburren las lecturas públicas de poesía, los encuentros de poetas, los propios poetas. Sus gafas poéticas, sus boinas poéticas, sus barbas poéticas, sus chaquetas poéticas, su pose poética; todo eso me aburre y a veces incluso, como ahora que escribo este artículo, me fastidia. Me sorprende –y me aburre- que no les aburra la música de Silvio Rodríguez, de Pablo Milanés y de Luis Eduardo Aute. Me aburre que reciten de memoria sus poemas y que no recuerden el mejor poema de Rimbaud.
Los poetas de ahora, los de la era del chat y el mensajito, entienden la poesía como una actividad social cuyo principal fin es la solidaridad humana. Podemos verlos leyendo versos tanto en el bar “Foquito Rojo” como en las cárceles, los mercados o las escuelas para sordomudos, y pronunciando absurdamente vía megáfono discursos colectivos a favor de la abolición de la violencia o del hambre en los bajos del Congreso Nacional.
Nunca como ahora aquella frase trillada de “los poetas andan en las nubes” había sido tan cierta, porque lo paradójico es que, apelando al mandato imperioso de sus afanes antropológicos, renuncien a escribir sólo en nombre de la literatura misma y se propongan, en cambio, “escribir para el ser humano, para el prójimo, para el desvalido”, y lo que acaban haciendo es perfeccionar la práctica de la utopía al no poder remediar con poemas ninguno de los problemas que aquejan a un preso o a una tortillera, que en nuestros países podrían ser, precisamente, por muy extraño que parezca, la violencia o el hambre.
Vayan a otro perro con ese hueso y traten de metérselo a la fuerza hasta convencerlo de que la poesía es un bien común, el objeto popular por antonomasia, un bálsamo contra las angustias de la realidad diaria para los pobres o los incultos, en fin, el remedio para todos los males sociales, pero no vengan a ofender la inteligencia, el sentido común y el buen gusto de algunos de nosotros que sí hemos aprendido a no confundir el teatro con el circo.
Hacen falta lecturas para saber identificar la poesía de lo que no lo es: lecturas serias y no apasionadas o condescendientes. Para ser poeta es indispensable ser un gran lector de poesía y no un lector de poesía a medias ni mucho menos un nulo lector. Tampoco basta con pasarse la vida (poética) leyendo los poemas de los amigos o los de los colegas que se conocen en los encuentros de poetas. La poesía en estos tiempos es una causa perdida, como dice Jorge Martínez, y ha caído en desgracia, como dice Juan Carlos Mestre.
William Burroughs dijo también algo que podemos adaptar en esta ocasión: que cuando se le llama a una novela “experimental” es porque el experimento salió mal, y esto es lo que se saca en claro de los nuevos poetas: ese afán experimental que generalmente deviene en monumentales ejemplos de mediocridad o de idiotez disfrazados de talento.
Lo que hace falta es poesía, y no poetas. A los poetas que se los trague el tiempo o que los parta un rayo, o que se hundan al fin con su melancolía. Hace falta poesía, pero no una poesía cualquiera, de ese tipo de poesía que se prostituye en las esquinas y que busca efectos moralizantes o terapéuticos, sino una poesía que sirva para salvar a la poesía, una poesía redentora de sí misma al fin y al cabo. Una poesía poética o quizá pospoética, pero no patética.

4 comentarios:

  1. Vaya! me encanta este artículo y estoy de acuerdo con vos, Giovanni, has dicho mucho de lo que se tenía que decir...

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  2. Sr. Editor, me gusta el artículo. A aquellos que han dicho que tal actitud contra la poesía es “pose adolescente”, les digo que este problema no es nuevo, el problema es su ignorancia y su relación idílica con la “poesía” y arte. Ya Hegel en el siglo XVIII anunciaba la muerte del arte. Un par de siglos después Ortega y Gasset le decía a un muchacho llamado Octavio Paz que la literatura había muerto, que era una tienda cerrada. Paz cuenta la anécdota en “Hombres en su siglo y otros ensayos”. “Estos hispanoamericanos son incorregibles”, quieren ser poetas a toda costa. Respecto a lo que decís que se necesita “una poesía redentora de sí misma al fin y al cabo”, Danto decía –o era Hegel- que el arte había perdido o ha perdido su vitalidad, y, por lo tanto, como apuntás vos, habrá que esperar una poesía redentora de sí misma, parecida a la que nos dio Bolaño y Papasquiaro recientemente, para poner un par de ejemplos. Y el mayor problema es que la literatura aburre. Al menos a mí me aburre la dualidad lector-lectura que se convierte en pose de escritor o de erutado renombrado. En la poesía de Panero hubo renovación. Redención. Destrucción. No dobló las rodillas ante lo “sagrado” (piénsese en la aureola de la poesía). Dice Fernández que todas las grandes y antiguas palabras empezaron a perder su sentido y a prepararse para una larga, interminable agonía. “Mundo pasado”, “tienda cerrada”, enterrados en su tiempo. Posmodernidad. Fin de la historia, Dios muerto, arte extinguido, y nosotros sintiéndonos no tan bien o quizás sí, en magnìfico guiño o broma de Eco. Y a Nietzsche mejor ni lo citamos. Artaud decidió no seguir engrosando el almacén de la “literatura”. Ahora, hay que dejar claro que el desprecio de la literatura es un tema, y que antes que Artaud fue Rimbaud el vocero. Pero en Artaud no fue tanto un tema sino una experiencia. Insultar al arte (como insultar al público) es un intento de impedir la corrupción del arte, la trivialización del sufrimiento, dice Sontag sobre Artaud en "Bajo el signo de Saturno". Y qué mejor que este fragmento de Artaud que podría ser aplicado a la poesía:

    «Y ahora diré algo que va a asombrar quizás a bastantes personas.
    Soy el enemigo
    del teatro.
    Lo he sido siempre.
    Cuanto más amo el teatro,
    tanto más soy, por esa razón, su enemigo.»

    Sustituyan “teatro” por “poesía”. Prepárense para ver el gesto de reprobación y la reprensión de algún Gasset de nuestros días y metan al saco a Marinetti, que también se lo merece.

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  3. Infeliz cuestionario a un poeta


    "Para escribir poesía, saber ver y haberlo consumido todo"
    R. B.(detective)

    Roberto Bolaño se consideró siempre un poeta. Sólo empezó a escribir narrativa a raíz del nacimiento de su hijo Lautaro, a quien idolatraba, hacia 1990. Pensó que, obviamente, sólo con la poesía no podía soñar con alimentar a su familia y apenas con la prosa pudo hacerlo.
    Jorge Herralde

    Quiero que el poeta Giovanni me conteste las siguientes preguntas que he enviado a varios amigos del istmo centroamericano, eso a manera de que sanamente entremos o veamos el posible nacimiento del canon, de esa cosa ilusa que algunos estigmatizan y otros creen escribir: la poesía, espero no obvie la invitación de las que muchos estaremos pendientes, de antemano gracias.

    1."Me aburre todo lo que tenga que ver con la poesía...lo que hace falta es poesía" Es adrede su contradicción, le aburre o le hace falta, se puede extrañar lo que se aburre?

    2. Cómo usted propone escribir en nombre de la literatura y que a la vez se obvie la utopía?

    3.Conocí a Juan Carlos Mestre hace algunos años, me gustó siempre su gran sensibilidad para con la literatura y el arte en general, estuve con él la semana antes de que le dieran su PREMIO JAÉN DE POESÍA, allá por 1999, con su célebre poema “La tumba de Keats”. El es un poeta íngrimo, sin círculos literarios, con una obra referente y muy respetada, por lo que puede hablar no sólo del oficio poético sino también de este digno género, pero en cambio no sé a quién se refiere con Jorge Martínez, no me diga que es el que publicó algo en su blog?

    4. Vamos a ver, a los poetas les debe importar mucho las figuras literarias, la construcción sintáctica, el dominio del discurso, el manejo del lenguaje, es decir que yo he redundado mucho, la pregunto es simple: Qué es eso de adaptar la frase de Burroughs?
    Le dejo algunas de las definiciones del diccionario de para que las utilice: Del lat. adaptāre). tr. Acomodar, ajustar algo a otra cosa. 2. Hacer que un objeto o mecanismo desempeñe funciones distintas de aquellas para las que fue construido. 3. Modificar una obra científica, literaria, musical, etc., para que pueda difundirse entre público distinto de aquel al cual iba destinada o darle una forma diferente de la original. || 4. prnl. Dicho de una persona: Acomodarse, avenirse a diversas circunstancias, condiciones, etc. || 5. Biol. Dicho de un ser vivo: Acomodarse a las condiciones de su entorno.

    Le agradeceré no se refiera al sentido connotativo de la frase, gracias?

    5. Puede existir una poesía sin poetas? ¡No me cite a Bécquer, por favor!

    6. Usted menciona una tipología de la poesía (…una poesía cualquiera…moralizante o terapéutica, patética), existen ?

    7. Puede la poesía verdadera fenecer, o son los “buenos” lectores y los detectives de la literatura los que más bien exaltan escritos de un posible olvido, los que inmortalizan a través de los libelos y los panfletos a esos pseudo-escritores?

    8. Usted acaba de ganar un premio de poesía en España (Madrid), porque así me lo informó mi amiga Estíbaliz Espinosa, que leerán poesía en un lugar llamado “La Casa Encendida” parecido el nombre a ese bar que usted llama “Foquito Rojo”, si así es, irá, acaso no le aburre la poesía, o es usted un elegido de los que hará Una poesía poética o quizá pospoética, pero no patética?

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