Afiche de la película Faster, pussycat! kill! kill!, de Russ Meyer
El texto que sigue debía ser un comentario para la entrada anterior, "Cine y fetichismo", pero decidí dejarlo como una nueva entrada porque no solamente comenta el texto que escribí sobre Tarantino y Meyer sino que lo enriquece con nuevos datos y puntos de vista. Ustedes lean:
Por Dennis Arita
Además de adorar ciertas partes femeninas, Tarantino y Meyer ponen de protagonistas de sus filmes a mujeronas poderosas que no cejan ante nada ni nadie cuando quieren lograr sus propósitos. Las heroínas de estos dos tipos nunca son universalmente buenas. Sin embargo, las damas peligrosas de Tarantino no son meras máquinas de hacer el mal y a veces hasta resultan simpáticas.
Dos ejemplos de heroína ambivalente del mundo tarantiniano son la protagonista homónima de Jackie Brown y Beatrix Kiddo, alias "la Novia", la vengadora de Kill Bill. Jackie Brown usa su trabajo de aeromoza como pantalla para traer a escondidas desde México el dinero malhabido de Ordell Robbie, asesino y traficante de armas. Su vida transcurre en una monocroma barriada de California y no parece tener más destino que el señalado por Robbie. Su derecho a ser simpática se lo debe a su romance otoñal e imposible con Max Cherry, bonachón pagador de fianzas, y a su amor por los viejos vinilos de música soul. O mejor dicho al triángulo amoroso entre ella, Max Cherry y la canción "Didn't I Blow Your Mind This Time" de los Delfonics.
¿Es posible decir que una asesina es tierna? En el mundo según Tarantino, parece que sí. Tarantino se inventa a Beatrix Kiddo, asesina perfecta que decide retirarse del crimen y abandonar a Bill, su mentor y amante, para refugiarse en un pueblito desértico y casarse con un gris vendedor de pinturas que es además el padre de su hijo. Pero Bill es celoso y la rastrea hasta Arizona o Nuevo México. Él y su selecto grupo de asesinos, las Víboras Mortales, acaban a balazo limpio con los invitados a la boda, pero Beatrix queda viva y comatosa durante años. Cuando despierta del coma en Kill Bill, su único propósito, bastante comprensible, es asesinar a Bill. En Kill Bill 2 su objetivo es convertirse en madre ejemplar.
Como antídoto contra protagonistas menopáusicas, enamoradizas y maternales, tenemos a Varla, bailarina go-go y heroína de Faster, pussycat! kill! kill!, la supuesta obra maestra de Russ Meyer. Ella es diferente a las amazonas de Tarantino porque absolutamente nada la redime, salvo su deseo casi irrefrenable por divertirse a costa de quien sea. Acompañada por dos colegas tan dotadas como ella para el sexo y el crimen, su búsqueda de diversión la lleva al desierto, lejos de la civilización, donde se dedica sin obstáculos a sus tres pasatiempos favoritos, las carreras de autos, el asesinato y el robo. Luego de matar a golpes y patadas a un oponente en una carrera, rapta a su novia y la hace pasar por una rica heredera a la que está en trance de devolver a sus preocupados padres. En el camino se encuentra a una familia compuesta por tres hombres, el patriarca viejo y libidinoso que oculta un dineral en su rancho y sus hijos Kirk y "El Vegetal", un forzudo que padece de atrofia mental.
Mientras comete sus variados crímenes, Varla encuentra el tiempo para acostarse con Kirk y exponer su filosofía: "Yo nunca intento nada, sólo lo hago".
Varla anda en busca de sexo, dinero y velocidad y nada ni nadie la detiene. El símbolo de su búsqueda vital es su auto, un Porsche que usa como un hombre usaría su órgano viril. Con él parece querer atravesarlo y destruirlo todo. En una secuencia impresionante, con su carro aplasta contra una pared a "El vegetal". Como para afirmar más allá de la duda su falta de moral, viste toda de negro.
Ahora que vuelvo a leer mi propio comentario, he descubierto al menos tres errores. El hijo de Beatrix Kiddo no es un niño, sino una niña, su padre es Bill (al menos eso dice Beatrix antes de que Bill le meta un balazo en la cabeza) y el novio de Beatrix no vende pinturas, sino discos usados. ¡A La Novia le gustan tanto los viejos discos como a Jackie!
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