domingo, 23 de noviembre de 2008

La estación perdida

Por Gustavo Campos

Un lector pregunta a otro lector: ¿Qué libro de poesía amorosa me recomendás? A lo que el segundo lector responde: La estación perdida, de Rigoberto Paredes. ¿Y de poesía erótica? La estación perdida, responde tajante, nuevamente, el segundo lector. ¿Y es que acaso sólo existe La estación perdida? Es de lo poco que puedo recomendarte en poesía hondureña, contesta sin asomo de duda el segundo lector.

Rigoberto Paredes (Trinidad, Santa Bárbara, 1948), poeta y ensayista, publicó La estación perdida en el año 2001. Perteneció a los grupos literarios “Tauanka”, de Tegucigalpa, y “Punto rojo”, de Colombia.

Premios: It-zamná de Literatura, otorgado por la Escuela Nacional de Bellas Artes (1983); Finalista en los certámenes internacionales de poesía Casa de las Américas, EDUCA y Plural. Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa” (2006).

Obras publicadas: En el lugar de los hechos (1974); Las cosas por su nombre (1978), Materia prima (1985); Fuego lento, Antología personal (1989); Obra y Gracia (2005). Es coautor (junto con Roberto Armijo) de la antología Poesía Contemporánea de Centroamérica, publicada en Barcelona en 1983. Vivió en México. Actualmente reside en Tegucigalpa y se le puede encontrar en Café PARADISO.

En esta quinta semana “Torre trunca” publica el siguiente poema de Rigoberto Paredes perteneciente a La estación perdida:

Nada perdura

De amar, de haber amado

queda tan sólo, amor, una vaga palabra,

un turbado cansancio, un desaliento,

como si algo, a lo lejos, se apagara.

Una honda caída, un golpe seco

o un quejido entre labios

quedan tan sólo, amor, de haber amado.

Aquel tiempo, otro tiempo,

de ardor y sacro sexo,

ya es ceniza.

Nada perdura, amor,

de amar, de haber amado.

(Ilustración: Pintura de Modigliani)