Fernando Vallejo. Foto: AFP.
Fernando Vallejo es uno de esos escritores que no son sólo sus libros. Porque cuando sale de la letra impresa de sus libros, se sale de verdad, como en esta entrevista publicada hoy en Público, en donde, entre otras cosas, llama farsante a Gandhi, dice que el ser humano es un asco y que la humanidad entera no tiene salvación:
Porque no cree en nada y dispara a todo lo que suene a poderoso es
uno de los autores más sugerentes y polémicos. Ahora aparece El don de
la vida, una novela protagonizada por alguien que piensa como el propio
Fernando Vallejo (Colombia, 1942) y suena a testamento escrito desde el
sarcasmo más lúcido.
¿Para qué sirve la literatura?
Para desenmascarar a los impostores y
molestar a los tartufos. Eso a mí me produce un placer casi sexual.
¿Cuáles son los límites?
Que me
maten.
¿Para qué ha quedado hoy la novela entre la muerte de lo visual y lo provocativo?
El
único camino que le veo es el de la primera persona, el del narrador
que habla en nombre propio y cuenta la verdad. No el del novelista
omnisciente que inventa y miente.
¿Cuántas vueltas de crueldad y absurdo resiste la realidad?
La
realidad es absurda, cruel, monstruosa, desquiciada, delirante, y sólo
la Muerte [el autor la prefiere en mayúscula] nos libra de ella. La vida
es una desgracia.
¿Es ‘El don de la vida' un ideario con traje de ficción?
El don de la
vida no es más que un título con una aliteración de tres letras "d"
dispersas en seis sílabas.
¿Es ‘El don de la vida' un purgatorio?
De
ser algo más que las seis sílabas que te digo con las tres "d", sería
la providencia de Dios expresada en la bendición de la Muerte.
¿Cuál es su verdad?
Ninguna, es un
engaño, un libro mentiroso.
En los diálogos del libro usted se arrincona sin pudor. ¿Es la muerte el espejo de uno mismo?
No, yo no estoy ahí. Ahí lo que hay es un
loco dividido en dos, con el alma partida.
¿Para qué limpiar el alma, para ser Gandhi?
El
alma es un espejismo de las neuronas y Gandhi era un farsante que no
fue capaz de dejarse morir de hambre. Los que sí se dejaban morir de
hambre eran los albigenses del siglo XIII, cuando llegaban a lo más alto
de su perfeccionamiento espiritual.
Hay referencias a Heidegger y a su olvido, ¿filosofía para qué?
En
sus 2.500 años de existencia la filosofía no ha hecho más que
plantearse falsos problemas, problemas necios, insolubles, que embrollan
más las cosas. De toda ella sólo salvo dos frases, la de Heidegger: "El
hombre es un ser temporal y contingente lanzado entre dos nadas"; y la
de Sartre: "El infierno son los demás".
Colombia no sale bien parada en el libro, ¿qué esperanzas tiene el país?
Colombia ninguna. Y España
tampoco. Y como Colombia y España el resto de la humanidad. La especie
del Homo sapiens está perdida. Hoy más que nunca. No tenemos salvación.
"Sólo la Muerte nos libra de la realidad. La vida es
una desgracia"
¿Qué faltas suyas le suponen mayor indulgencia?
Durante buena parte
de mi vida me comí a los animales: a las vacas, a los cerdos, a los
pollos, a los peces... Y esa infamia mía no tiene perdón del cielo, me
siento un criminal. Sólo en estos últimos años me he podido quitar de
los ojos la venda moral que me puso el cristianismo y he logrado ver a
esos animales que te digo como mi prójimo. Que es lo que no alcanzó a
ver el loquito de Galilea.
¿Hay alguna esperanza de cambio para el hombre?
El hombre es un
animal confuso, de mente cambiante y caótica que le hace creer que es la
gran cosa pero no, es un pobre simio atropellador y mentiroso. El ser
humano es una basura, un asco. Que se acabe.
¿El libro electrónico es un enemigo o un amigo?
No te preocupes por el libro electrónico, que no va a
alcanzar a desplazar a otro porque antes explota esto. Esa es mi gran
esperanza, la última que me queda, la de la gran explosión.
¿Cuál es el peor enemigo de la democracia?
La
democracia es una alcahueta del delito, prefiero la tiranía.
La democracia es una farsa, una mierda de los homsexuales griegos, una aberracion pericliana. Aunque no por ello prefiera la Tirania, me sentiria mas tranquilo y comodo viviendo en una sociedad anarquica, como la del Banquero Anarquista de Fernando Pesoa.
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