Cada cierto tiempo aparece alguien hablando de la muerte de la novela. El último en hacerlo ha sido Luis Goytisolo. Esta extensa nota de Winston Manrique Sabogal traída de El País nos ofrece la perspectiva de un buen número de escritores hispanoamericanos sobre el asunto:
La muerte de Abel Antonio
en mi tierra la sintieron los
muchachos,
fueron cinco noches que me
hicieron de velorio,
para mis nueve noches todavía
me deben cuatro…
Pero el fin de la novela estaría lejos porque su renovación la garantizaría su propia naturaleza mutante al adaptarse a cada época como ha hecho hasta ahora. Esa es una de las conclusiones de una veintena de escritores de España y América Latina, menores de 50 años, que se unen al debate abierto por muchos de sus maestros literarios sobre la extinción de la novela. Para los autores consultados, los augurios oscuros parecen responder más a una cuestión generacional que son quienes con cierta regularidad hablan de dicha crisis, acrecentada por la avasalladora presencia de las tecnologías emergentes, ante lo cual los novelistas que participan en ese debate creen que lo que los escritores deberían hacer, si quieren, es sacar provecho de ellas. Otra cosa es, aseguran, que la novela no tenga en la cultura y la sociedad la misma influencia de antaño debido a que compite con más manifestaciones culturales y sociales. Preocupaciones, debates y polémicas cíclicas y convertidas en un subgénero ensayístico en sí mismo, e incluso en tema para los novelistas". En palabras de Junot Díaz, autor de origen dominicano afincado en Estados Unidos y ganador del Pulitzer, la novela siempre ha estado en crisis pero sin dejar de avanzar entre la incertidumbre. “Veo la novela como un virus feroz. No somos capaces de matarla. Cada vez que creemos entenderla cambia sobrevive”, asegura el autor de Así es como la pierdes.
Pero hay muchos más narradores que no comparten las ideas expuestas por Goytisolo en su libro, por ejemplo, esta: “En lo que se refiere a la novela, nos encontramos con que el género ha dejado de renovarse, de abrir nuevos caminos, y quienes de un tiempo a esta parte empiezan a cultivarlo no suelen hacer sino repetir fórmulas con mayor o menor talento. No es imposible que en el futuro alguien escriba una gran novela, pero sí tan improbable como que en la actualidad alguien componga una sinfonía equiparable a las de Mozart o Beethoven”, escribía el autor de La naturaleza de la novela. El escritor barcelonés echa en falta las grandes arquitecturas novelísticas pero reconoce: “La novela es un organismo vivo en constante transformación, pero puede transformarse tanto que se puede convertir en otra cosa, si se lee en otros soportes o se incluyen otros elementos no tradicionales. Lo que está surgiendo ahora mismo es otra forma de relato”.
PRÓLOGO
Pobrecita madre mía, / con mi muerte lo mucho que sufriste, / Abel Antonio no muere todavía,/ Abel Antonio muere cuando Dios lo necesite…
“La novela nunca ha tenido una esencia ni ha sido un género normativo y eso es lo que le ha permitido transformarse a través del tiempo y adaptarse a las distintas épocas y públicos. Además, ha sido uno de los géneros modernos cuya apertura ha favorecido la integración de las formas narrativas de la cultura popular (lo sentimental, fantástico, policiaco...). Lo que ha cambiado es que hoy el libro y la escritura ya no ocupan el centro de nuestra cultura y que la novela, como los demás géneros literarios, está aprendiendo a convivir con otras modalidades de expresión en un nuevo paisaje tecnológico y multimedia. Tengo la impresión de que, para nuestras últimas hornadas literarias, esta convivencia con la tecnología multimedia no constituye un verdadero problema. Hay sin duda algo generacional en esto, pues el problema no se plantea sino cuando se tiene una visión más tradicional de la poesía o la novela”, explica el venezolano Gustavo Guerrero, ensayista y editor de la prestigiosa Gallimard de Francia. Sus opiniones sirven de antesala a las de los escritores cuyas voces levantan un atlas del territorio de la novela, con el fondo musical de La muerte de Abel Antonio.
CAPÍTULO I. ACCIÓN. La novela en el cambio de paradigma.
Toda la familia mía, / mi muerte la lloraban con duda, / Abel Antonio llegó a los cinco días / se ha presentado vivo para levantar su tumba…
Kirmen Uribe (España): “Siempre he desconfiado de las lecturas apocalípticas. Mi padre cuenta que cuando era joven, su abuelo le decía que tuviese mucho cuidado en la calle, con ‘esos carros sin caballos’. ‘El mundo se ha vuelto peligroso’, le decía”.
Guadalupe Nettel (México): “Mi generación ha visto tantos fines de tantas cosas que ya no creemos en el final de nada. El mundo va cambiando y la novela se va adaptando. Otra cosa es que haya tipos de novela que se escriban menos pero surgen otras formas y no por ello dejan de ser novelas”.
Oliverio Coelho (Argentina): “La novela conserva su esencia y cualquier pensamiento apocalíptico al respecto es coyuntural. El cambio de paradigma tecnológico puede modificar el modo de leer, pero es prematuro pensar que pueda cambiar, ahora, el modo de escribir novelas. Es más probable que cierta vuelta a la narración más ambiciosa operada en series como Mad men, Breaking bad o, Six feet underintervenga en el imaginario de los escritores e incida en el futuro de la novela, no extinguiendo la novela, sino dándole un nuevo horizonte narrativo que la devuelve a su origen totalizador: género capaz de hilar, bajo el espesor de una voz, vidas, familias, sociedades, procesos históricos, distopías”.
Juan David Correa (Colombia): “La novela nunca ha sido un género estático. Su definición está precisamente en su heterodoxia y diversidad de enfoques. Que ahora quepan cosas del mundo virtual no quiere decir que estemos ante el abismo, sino todo lo contrario”.
Yolanda Arroyo (Puerto Rico): El escritor tiene ante sí una lucha por defender el género de sí mismo, es decir, tiene que entretener mientras compite con una infinidad de otras distracciones y ello obligará al cambio de novelar.
Rafael Gumucio (Chile): “Goytisolo tiene toda la razón y está absolutamente equivocado. Es evidente que la novela en Europa no está en el centro del debate intelectual y moral. No es así en otros lugares del mundo. En China, en Sudáfrica, en Estados Unidos, en América Latina, en los suburbios de inmigrantes de Londres, París y Nueva York la novela es aún la forma principal de contar la historia. La lista de los más recientes premios Nobel es una prueba: Coeetze, Pamuk, Naipaul, Muller, Mo Yan, Vargas Llosa. Viejas glorias, talentos discutibles pero que en general vienen a representar literaturas vivas en que, para bien o para mal, se escriben novelas”.
II. NUDO. ¿Cuál es el estado de la novela como género? ¿Está en fase de extinción?
Abel Antonio no llores,/ que eso le pasa a los hombres; / Abel Antonio no te pongas a llorar, / que eso le pasa al que sale a caminar…
Juan Gabriel Vásquez (Colombia): “La novela seria ha sido ligeramente desplazada a los márgenes de la sociedad. Pero decir que está en vías de extinción sólo puede ser ignorancia, pereza o narcisismo: los lectores hemos compartido el comienzo del siglo conAusterlitz, 2666, El atlas de las nubes, Tu rostro mañana, Las benévolas, Anatomía de un instante... La novela está muy viva. El grito sobre su muerte suele más bien referirse a la muerte creativa del que lo profiere. Espero que no sea el caso de Goytisolo”.
Agustín Fernández Mallo (España): “Toda generación de escritores ya consolidados cree que la historia se termina con ellos, y toda generación emergente cree que es ella quien lo renueva todo. Y en parte es verdad. Algo se extingue para que otra cosa emerja. Lo que está en crisis es un modelo de novela, pero no el género novela. Digo que está en crisis porque es cierto que la novela ha pasado de ser un arte hegemónico a una manifestación cultural sin la capacidad de transformar la sociedad en su conjunto”.
Martín Kohan (Argentina): “Si hay un género que se alimenta de sus propias puestas en crisis, en lugar de languidecer por ellas, es la novela. Convertirse en otra cosa es un signo de vigencia, no de agotamiento”.
Mayra Santos Febres (Puerto Rico): “La novela no está en fase de extinción, sobre todo en países, culturas y desde perspectivas que anteriormente se han visto como minoritarias o incluso como incapaces de gestar literatura. Las mujeres estamos escribiendo más novelas, de forma diferente, ganando más premios, y lo mismo los gais, los caribeños y demás hispanoparlantes negros”.
Wendy Guerra (Cuba): “En la medida en que existan sociedades cerradas donde la información no fluya con facilidad, una novela pasa como asentamiento reciente de la historia cotidiana. Para los cubanos es oro molido que sirve como ventana para entender cómo se come, se ama, se viste y se respira en el resto del mundo”.
Lina Meruane (Chile): “Esta pregunta —¿se acaba o no se acaba la novela?— parte de una premisa apocalíptica, instalada por intelectuales que insisten en mirar hacia el pasado en busca de refugio o de modelo. Contestar a esta pregunta sería caer en las trampas de este discurso sin salida, sería confirmar o permitir que nos domine un pensamiento sin imaginación de presente, uno que no comprende que la escritura es como el lenguaje: fluido, adaptable, fruto de su tiempo”.
III. DESENLACE. Relación con las tecnologías emergentes.
Que caso lastimoso / el que me ha pasado a mí, / para que no le pase a otro, / yo te lo vengo a decir:..
Edmundo Paz Soldán (Bolivia): “El estado marginal actual de la novela le da mucha más libertad para hacer todo tipo de exploraciones formales y temáticas. Lo que tenemos que hacer es enfrentarnos a las nuevas tecnologías, dialogar con ellas, apropiarnos de algunas de sus estrategias narrativas”.
Pilar Quintana (Colombia). “Las nuevas tecnologías están abriendo la creación y democratizando el mercado editorial. Gracias a ellas he podido leer novelas que no se consiguen en mi país y leer a autores que no son tan conocidos en nuestro medio. He sabido de autores rechazados por las editoriales que se están autoeditando”.
A. Fernández Mallo: “El campo es enorme. Las tabletas, por ejemplo, dan la oportunidad al escritor de crear a través de la palabra, del vídeo, del sonido, convirtiéndose así la obra en un artefacto aún por definir y el escritor en una especie de compositor que maneja de manera creativa diferentes lenguajes”.
Pablo Casacuberta (Uruguay): “El desarrollo del cine y de la televisión coinciden con una explosión de la novela, no con una merma. Algunas tecnologías, como la rueda o la silla, han cambiado bastante poco desde su invención, pues satisfacen y definen en forma simple una necesidad primaria. Creo que la novela pertenece a ese género de invenciones”.
Nona Fernández (Chile): “Un escritor debiera, lo mismo que la novela, estar a la altura de su época. La novela tiene tantas formas que aún desconocemos, que eso la hace seductora”.
EPÍLOGO
Oigan lo que es esto se acaba entre los dos / me gana la muerte o me la gano yo, / ¡Ay oigan lo que es esto! Se acaba entre los dos, / me gana la muerte o me la gano yo…
José Pérez Reyes (Paraguay): “Siempre habrá un mundo entre real y ficticio que construir entre lectores. Aparecerán nuevos formatos y se irán ampliando con recursos multimediáticos que amplíen la exploración que una novela pueda sugerir”.
Javier Montes (España): “Lo que está en juego aquí no es algo relativamente poco importante como la supervivencia de la novela como forma, sino algo mucho más profundo: la capacidad de los nativos digitales para el acto de atención exclusiva y prolongada en el tiempo que supone la lectura de textos extensos, complejos, con digresiones, referencias, evocaciones imaginarias...”.
Mayra Santos Febres (Puerto Rico): “Si desaparece la novela a cambio de que más gente tenga acceso al conocimiento, a los libros, al Saber, pues que desaparezca. Ya nos inventaremos otra cosa que la suplante”.
Esta muerte se me acumula, / para que este negro muera, / que no me cabe sepultura, / que yo vivo adentro y estoy afuera.