Fotografía de André Kertész
Por Giovanni Rodríguez
Es bueno morir joven, morir a tiempo, pero sobre todo, morir bien. No hablo de seres humanos, por supuesto, porque en el caso de estos generalmente ocurre que la muerte nunca es bien asimilada si llega tempranamente. Hablo –cómo no- de otro tema relacionado con la literatura: la temprana pero saludable muerte (aunque esto sea una perfecta paradoja) de la sección literaria de un periódico hondureño.
Quienes nos movemos en esto de la literatura y llevamos ya una buena cantidad de años de recorrido, sabemos que no es fácil encontrar espacios para la cultura en nuestros medios de comunicación, cada vez más preocupados por la rentabilidad que por la razón primigenia por la que seguramente fueron fundados, y recibimos siempre con muestras de alegría las escasas veces en que esto resulta posible.
Empecé a colaborar con “mimalapalabra”, que es el nombre de la difunta sección literaria dominical de diario La Prensa, en junio del año pasado, y desde entonces, hasta el pasado domingo 27 de julio, Carlos Rodríguez, Dennis Arita y yo realizamos cincuenta publicaciones de literatura, cantidad que a los tres nos ha parecido digna y justa como edad para su fenecimiento.
En resumidas cuentas, mimalapalabra no se muere; la matamos. No es un acto doloroso, ni triste, ni solemne ni nada. Tampoco lo consideramos suicida. Es solamente un gesto de aburrimiento. Hubiéramos podido mantenerla viva si no fuera porque la censura no escapa a algo al parecer tan irrelevante como la literatura y porque, a decir verdad, ya estábamos algo cansados de representar el papel de “buenos ciudadanos que contribuyen al desarrollo cultural de su país”, según me dijo, en un arranque romántico, una profesora de secundaria.
Lo triste será que esas dos páginas dominicales que durante el último año sirvieron para publicar la obra tanto de autores extranjeros desafortunadamente desconocidos en Honduras como de autores nacionales jóvenes y no tan jóvenes, ahora vayan a ser ocupadas por la infamia del mal gusto, otorgándoles el derecho a voz a escribidores perfectamente mudos como la chilena a la que corretean los espíritus por la casa o el brasileño de las noveluchas para rehabilitados.
Lo bueno (¡válgame, algo bueno debía de haber!) es que mimalapalabra no es sólo la desaparecida sección literaria dominical de diario La Prensa. Mimalapalabra es también el blog http://www.mimalapalabrahn.blogspot.com/, fundado en 2006, pero más allá, mimalapalabra es el grupo de amigos que desde por lo menos el 2002 se reúne con cualquier pretexto en cualquier bar o café -o incluso karaoke-, y que se mantiene unido, indefectiblemente, por ese único lugar común tolerable para nosotros: la literatura.
Si hasta ahora hemos sido punto de coincidencia para algunos y escozor permanente para otros, esto ha sido sólo como producto del devenir natural de cualquier grupo con una propuesta que los identifique, y nuestra propuesta ha ofrecido siempre lo mismo: la posibilidad de elegir entre la palabra mimada o la mala palabra. Pero claro, todo ello sin perder el hábito de la carcajada.
Que nadie esté de luto entonces por nuestra causa. Ha pasado a mejor vida sólo una forma alterna o periférica de nuestra existencia.