Por Giovanni Rodríguez
Hartos de las pobres y malas palabras, pero sin perder el hábito de la carcajada. La palabra mimada o la mala palabra, ustedes deciden.
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Arte al borde del arte
lunes, 24 de noviembre de 2008
PZS: arte moderno e indigenismo (V)
Por Gustavo Larach
Regreso a Honduras
Hermanos contra hermanos es una quemante obra casi imposible de soportar: cuerpos despedazados, huesos al aire; músculos sangrantes, cabezas degolladas, pisoteadas y sostenidas en las manos como infame trofeo; familias huyendo; ranchos devorados por las llamas, aviones en labor de destrucción; el ojo vaciado por el sadismo del hierro impávido; la mancha indeleble de Baco embruteciendo al hombre. La apoteosis de la irracionalidad y el odio (Umaña, 1996, págs. 12-13).
domingo, 23 de noviembre de 2008
La estación perdida
Un lector pregunta a otro lector: ¿Qué libro de poesía amorosa me recomendás? A lo que el segundo lector responde: La estación perdida, de Rigoberto Paredes. ¿Y de poesía erótica? La estación perdida, responde tajante, nuevamente, el segundo lector. ¿Y es que acaso sólo existe La estación perdida? Es de lo poco que puedo recomendarte en poesía hondureña, contesta sin asomo de duda el segundo lector.
Rigoberto Paredes (Trinidad, Santa Bárbara, 1948), poeta y ensayista, publicó La estación perdida en el año 2001. Perteneció a los grupos literarios “Tauanka”, de Tegucigalpa, y “Punto rojo”, de Colombia.
Premios: It-zamná de Literatura, otorgado por la Escuela Nacional de Bellas Artes (1983); Finalista en los certámenes internacionales de poesía Casa de las Américas, EDUCA y Plural. Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa” (2006).
Obras publicadas: En el lugar de los hechos (1974); Las cosas por su nombre (1978), Materia prima (1985); Fuego lento, Antología personal (1989); Obra y Gracia (2005). Es coautor (junto con Roberto Armijo) de la antología Poesía Contemporánea de Centroamérica, publicada en Barcelona en 1983. Vivió en México. Actualmente reside en Tegucigalpa y se le puede encontrar en Café PARADISO.
En esta quinta semana “Torre trunca” publica el siguiente poema de Rigoberto Paredes perteneciente a La estación perdida:
Nada perdura
De amar, de haber amado
queda tan sólo, amor, una vaga palabra,
un turbado cansancio, un desaliento,
como si algo, a lo lejos, se apagara.
Una honda caída, un golpe seco
o un quejido entre labios
quedan tan sólo, amor, de haber amado.
Aquel tiempo, otro tiempo,
de ardor y sacro sexo,
ya es ceniza.
Nada perdura, amor,
de amar, de haber amado.
(Ilustración: Pintura de Modigliani)
¿Es una alusión?
François Valorbe
Hacía frío. Un hombre y una mujer, jóvenes y de aspecto saludable, entraron al café y se acercaron al mostrador.
Él pidió un vaso de leche caliente para ella y para él un anís, como excusa, sin duda, para poder contemplar a su compañera, que parecía agradable. Cuando los sirvieron, él tomó un trago de anís mientras ella miraba su humeante vaso de leche sin tocarlo.
-Beba. Necesita entrar en calor.
-¿Qué sabe?
-Hace un instante se quejaba de frío.
-Yo soporto muy bien el frío.
Sus manos amoratadas y sus dientes castañeteantes desmentían sus palabras.
-Sin embargo fue usted quien sugirió que entrásemos.
-¡Ah…! Hay trecho del dicho al hecho. No creí que esto iría tan lejos. Usted toma todo al pie de la letra.
-Usted no sabe lo que quiere.
-¡Si uno siguiera todos sus impulsos…! Yo sé dominarme.
-En ese caso, ¿por qué dice que le gustaría un hombre que la dominara?
-Bueno…Quiero decir…No tengo costumbre de escucharme.
-Sería cansador. Pero entonces hágame caso y beba su leche caliente.
-No ahora. Ni lo piense.
Sin embargo, me parece el momento más adecuado.
-¿Y por qué, quiere decirme, señor sabelotodo?
-Porque tiene la leche delante de usted, todavía caliente, porque le haría bien, porque resultará deliciosa y porque, en el fondo, se muere de ganas.
-Pero yo no soy de esas mujeres que toman leche así como así.
-No me va a hacer creer que nunca tomó.
-Claro que sí, aquí y allá… ¡He vivido!
-¿Quiere decir que ya no vive más?
-He puesto una cruz sobre todo eso.
-Saque la cruz. Déme el gusto. Hace tiempo que ardo en deseos de ofrecerle un vaso de leche caliente.
-Sólo piensa en usted. Los hombres son todos iguales. ¡No se da cuenta de que enferma, su leche!
-No hay peligro. Está perfectamente esterilizada. Conozco la casa. Es como si estuviera en mi propia casa.
Razón de más. En realidad lo conozco tan poco…
-Sólo depende de usted conocerme más. A ver…Al decir esto apoyó sus labios en el vaso de la joven. Beba por ese sitio y conocerá mis pensamientos.
-No tengo ganas de conocerlos. ¡Cómo me despreciará si bebo esta leche…!
-No veo por qué. Es una leche perfecta.
-Sin duda porque es usted el que me la ofrece, ¿no?
-No soy tan pretencioso. Además, usted no sería la primera que la encuentra buena.
-Eso es lo que usted dice.
Ella se había apoyado en el mostrador, y sostenía en su mano el vaso, que ahora estaba tibio.
-En verdad no soy una timorata.
Aspiró el olor algo soso de la leche mientras hacía girar el vaso sobre el mostrador y echó a su compañero una mirada de soslayo, medio provocadora, medio desdeñosa.
Mientras tanto, el mozo, la cajera y tres o cuatro bebedores rituales de aperitivos, que habían seguido el diálogo haciéndose los distraídos, espiaban los gestos de la muchacha con una expresión entre escandalizada y socarrona. Ninguno de ellos ignoraba que cualquier mujer normalmente constituida toma leche caliente, y que esto forma parte de las cosas racionales; pero pensaban que aun así el hecho tenía algo de ignominioso y que convenía borrar la imagen. Por otra parte, la joven había reaccionado y había dejado el vaso.
-Por favor, sea razonable. ¿Qué van a pensar de mí? Así, en el mostrador…Un vaso de leche ni siquiera perfumada con nuez moscada… ¡Es la primera vez que me ofrecen! Usted no se da cuenta…seguramente se sentiría embarazado si de pronto me dieran ganas y perdiera el control…
-¡Pero si no deseo otra cosa!
-Y después, ¿si me gustara realmente tomar leche con usted y no pudiera contener mis deseos? El día en que usted ya no pudiera ofrecerme más me sentiría muy desdichada. No, no quiero volver a sufrir.
-Pero, ¿quién habla de sufrimiento? Es por su bien que me preocupo. ¿Acaso su médico no le ha dicho que debe tomar leche caliente?
-No sea malvado. Se está burlando de mi porvenir.
-No veo por qué la idea del porvenir tiene que impedirle tomar un vaso de leche conmigo, ahora.
-Bueno, en todo caso, no voy a tomarlo ahora. Tengo otras cosas en qué pensar. Más tarde, tal vez, veré. Nunca se sabe…Tal vez dentro de tres o cuatro meses…
-¿No tiene miedo de que se enfríe? –la interrumpió el muchacho, arrojando el dinero sobre el mostrador. Inmediatamente salió, y ella quedó sola frente a su vaso intacto. Buscando en torno alguna respuesta a su angustia, levantó maquinalmente los ojos hacia el reloj que estaba en el fondo del salón. El péndulo, cuyo aspecto se asemejaba al de un metrónomo invertido, representaba el signo asiduamente negativo de su vida.
El humor más serio del mundo, Rodolfo Alonso
(Fuente de foto: liyo.files.wordpress.com)
El suicidio debe ser una vocación
Jacques Rigaut
El suicidio debe ser una vocación.
(…)
Cada vez que he podido traicionar la confianza de un amigo, he procurado hacerlo.
(…)
¡Qué carcajada al ver la cara asustada de mi amante, que esperaba recibir una caricia, cuando la golpeé con mi puño americano, y su cuerpo se abatió unos pasos más allá, y qué espectáculo, ver la gente luchando por salir del Gaumont Palace, después de que yo le prendiera fuego.
(…)
La segunda vez que me maté fue por pereza. Pobre, teniendo un horror anticipado por cualquier trabajo, me maté un día sin convicción, tal como había vivido.
Antología del humor negro, André Bretón
viernes, 21 de noviembre de 2008
Una miniciberrayuela en expansión
miércoles, 19 de noviembre de 2008
Reciclaje y poética de la inacción
Por Giovanni Rodríguez
martes, 18 de noviembre de 2008
La historia que ya existe
Mi amigo Hernán siempre me envía textos de esa excelente revista colombiana llamada El Malpensante, textos que si me dedicara a archivar constituirían a la larga una antología del buen gusto. En esta ocasión se trata de un artículo del narrador colombiano Juan Gabriel Vásquez sobre la relación ficción-realidad en la obra de Ricardo Piglia. Dejo a continuación unos fragmentos, pero pueden leerlo completo pulsando aquí.
La mayor incomodidad de esta historia es ser cierta. Se equivocan los que piensan que es más fácil contar hechos verídicos que inventar una anécdota, sus relaciones y sus leyes. La realidad, es sabido, tiene una lógica esquiva; una lógica que parece, a ratos, imposible de narrar. Frente al riesgo de violentarla con la ficción, he preferido transcribir casi sin cambios el material grabado por mí en sucesivas entrevistas. La lealtad del Grundig W2A portátil sirve como testigo de la verdad de este relato que me fue referido, por primera vez, entre el atardecer y la medianoche de un día de verano, en el bar Ramos de Corrientes y Montevideo.
lunes, 17 de noviembre de 2008
PZS: arte moderno e indigenismo (IV)
Por Gustavo Larach
La recepción del trabajo de Zelaya Sierra en Europa
sábado, 15 de noviembre de 2008
Esta luz que suscribo
Hace casi tres décadas, en los años 80`s, Hernán Antonio Bermúdez escribió que la obra de Roberto Sosa (Yoro, 1930) “constituye dentro de la poesía hondureña de hoy el conjunto de mayor aliento, lucidez y rigor” (Retahíla, 1980). No obstante, tal apreciación 27 años después ameritaba su replanteamiento (hablaré de ello más adelante). En mi experiencia personal como lector disentí de tal juicio -que conocí hasta el 2002- .Y a su vez concordé. Los términos “Aliento, lucidez y rigor” se me antojaron correctos, apropiados, y a ese grupo había que agregarle otro: “importancia” –en relación a utilidad-. Década de los 80’s: década de responsabilidad y militancia.
También leí y releí hace algunos años Itinerario poético de Roberto Sosa de Sara Rolla. Me esforcé en comprender la admiración de la ensayista por la obra del poeta, pero jamás tuve éxito. En lugar de acrecentar mi admiración por la obra de Sosa quedé admirado del ingenio, pulcritud y claridad de la prosa de la ensayista.
Reconozco que no soy afín a su propuesta estética, que no me causa ningún deleite artístico su fórmula de adjetivar, ni su modo “de emplear el superlativo en su producción poética” (Véase Afinidades de H. A. B.), así como sus versos a manera de refranes.
Insisto que me es imposible sintonizar con su obra a pesar de mi esfuerzo desmedido por acercarme a su poesía, son testigos de ello mis amigos.
Confieso que hace algunos años dije que Sosa era el Campoamor de la poesía hondureña, lo confieso porque hoy no me parece tan justa esa opinión. Aunque sólo Cronos otorga gracia.
Tomando en cuenta la opinión de Bermúdez, pienso en el mérito del poeta y me digo que no puede deberse a su prolífica producción, que en realidad no es mucha, claro, comparada a la de otros escritores latinoamericanos o europeos. Otros grandes nombres de la poesía han escrito muy poco, pero sus obras han sido intensas. ¿Han sido lúcidos? Puede ser. Me pregunto entonces si la lucidez de la obra de Sosa responde a su capacidad de respuesta estética ante los problemas que aquejan a la sociedad. Y pienso su obra “correcta” y “solidaria”. Entonces se me ocurre que el mercado estaba propicio para contraer nupcias con su obra poética.
En el año 2007 apareció publicado el libro Afinidades, de Bermúdez, en donde se reúnen notas y ensayos publicados en distintas revistas y periódicos locales y extranjeros entre los años 1991 y 2006. En él el autor aborda nuevamente la poesía de Sosa, pero ahora con justicia –aquí retomamos lo anunciado en el primer párrafo acerca de un replanteamiento por parte del crítico-: “no significa que toda la poesía reconcentrada en este libro –se refiere a la Obra Completa del poeta- esté dotada de la misma tensión interna o tenga un parejo nivel de excelencia. Sin embargo, mal puede uno exigirle al poeta que mutile fragmentos de su andamiaje de creador.”
Más adelante, en un ensayo sobre la poesía de José Luis Quesada (1948), Bermúdez confiesa: “casi todos, por lo demás, pagamos ese inesquivable tributo de la época”, y es aquí donde celebro, por una parte, la madurez crítica y el distanciamiento de este autor en relación a una obra de cualquier artista, la evolución en la visión de su pensamiento ya no condicionada, sino más global, justa y objetiva pocas veces vista en los estudiosos de la literatura nacional –o de cualquier país-, muchas veces temerosos de retractarse de alguna opinión emitida o de la confrontación escrita o verbal con los sensibles y temperamentales espíritus de los autores. Y no es que se retracte, sino más bien parte de su juicio anterior y lo replantea, con propiedad, pera ya ajeno a esa realidad de hace tres décadas. Por otra parte valoro parte de la obra de Roberto Sosa, algunos poemas de Un mundo para todos dividido y de Máscara suelta.
Hay dos en especial que me provocan el mismo deleite que un poema de Plath. Otros me impresionan por su densidad y brevedad.
Antes de concluir quiero traer a colación el significado, los pro y los contra de los premios literarios. Suele sobrevalorarse una obra cuando ésta es galardonada. Hay una propensión a creer ciegamente, cual ovejas inocentes, en las actas de jurado, y en el jurado. Se respeta un nombre, ese nombra de algún jurado que elige la obra, quien tiene en apariencia una trayectoria respetable, pero debemos recordar que esa obra galardonada fue elegida por la visión particular de un elector, quien comparte la propuesta o cree que la obra premiada se acata a sus gustos y normas de jurado. ¿Qué vio el jurado en la obra premiada? Sólo ellos pueden responder y los demás ceñirse a sus criterios. No hay juicios objetivos, pero pueden acercárseles. No hay quien escape de la política, incluso los premios.
Algunas obras del autor: Los pobres, Premio Adonais de Poesía en España (1968); Un mundo para todos dividido, Premio Casa de las Américas (1971); Máscara Suelta y El llanto de las cosas, entre otros.
Su obra ha sido traducida al inglés, francés, chino, alemán, ruso, italiano, japonés.
En esta cuarta semana “Torre trunca” publica el siguiente poema de Roberto Sosa perteneciente a Un mundo para todos dividido:
Esta Luz que suscribo
Esto que escribo
nace
de mis viajes a las inmovilidades del pasado. De la seducción
que me causa la ondulación del fuego
igual
que a los primeros hombres que lo vieron y lo sometieron
a la mansedumbre de una lámpara. De la fuente
en donde la muerte encontró el secreto de su eterna juventud.
De conmoverme
por los cortísimos gritos decapitados
que emiten los animales endebles a medio morir.
Del amor consumado.
Desde la misma lástima, me viene.
Del hielo que circula por las oscuridades
que ciertas personas echan por la boca sobre mi nombre. Del centro
del escarnio y de la indignación. Desde la circunstancia
de mi gran compromiso, vive como es posible
esta luz que suscribo.
(Foto de Modotti)
jueves, 13 de noviembre de 2008
PZS: arte moderno e indigenismo (III)
Una madona descalza
Por Gustavo Larach
miércoles, 12 de noviembre de 2008
Excéntricos y embaucadores
Por Giovanni Rodríguez
lunes, 10 de noviembre de 2008
Escribir es resistir
Roberto Saviano nació en Nápoles en 1979. Escribió Gomorra, un libro que descubre el verdadero rostro de la mafia napolitana y que lleva más de dos millones de ejemplares vendidos. Ahora la mafia lo ha condenado a muerte y vive cada día como si fuera el último. Aún así, dice que seguirá escribiendo. Porque "escribir es resistir". Les dejo dos fragmentos correspondientes a una entrevista y un reportaje que leí en El País este fin de semana.
"El éxito me condenó a muerte"
El grito de Saviano
domingo, 9 de noviembre de 2008
Manía vilamatiana
Hace tiempo escribí un texto en donde más o menos sugería que a Enrique Vila-Matas le gusta representar un papel en la vida: el de sí mismo, o sea, Vila-Matas como Vila-Matas (quizá la manía le venga de los días de su juventud en los que fue actor). Y ahora, en su página web, descubro el enlace a una entrevista que le hicieran para el sitio www.marie-claire.es en la que habla de muchas cosas relacionadas con su vida y con su oficio, cosas que no sabía de él. Una de sus respuestas me llamó la atención porque tiene que ver con lo que puse al principio. Es divertida. Les gustará:
Calendario Negro
Con la aparición de La voz convocada (1961), nombre que toma la antología de un grupo poético, Nelson Merren (La Ceiba, 10 de diciembre de 1931-New York, 24 de mayo de 2007) da a conocer algunos de los poemas que después incluiría en Calendario negro (1968).
En Antología de la Poesía Latinoamericana 1950- 1970 (1974), elaborada por Ştefan Baciu (Rumania, 1918-1993), conocido por sus estudios y antologías sobre la literatura surrealista latinoamericana, quien tuvo por profesor a Emil Cioran y que además sostuvo amistad con Octavio Paz, aparece Nelson Merren, de quien dice: “su voz se caracteriza por una inquietud humana y por su tono social auténtico, al cual el poeta nunca trata de darle un tono militante. Es posiblemente por esta razón que sus poemas son más representativos para su generación que aquéllos de los poetas sociales.”
Retomo el juicio de Baciu sobre lo representativo de sus poemas, y agrego que no sólo para su generación sino también para las actuales, quizás debido a que “es uno de los primeros poetas hondureños en los que se incorpora el pastiche. La práctica de la intertextualidad con intención sarcásticamente demoledora.” (La palabra iluminada, Helen Umaña).
Rememoro la antología Nueve novísimos poetas españoles (1970), en donde aparecen Leopoldo María Panero, Gimferrer, Ana María Moix, para mencionar algunos nombres, y que mostraba la existencia de un nuevo tipo de poesía cuya tentativa era, según Castellet, la de oponerse –o ignorar- a la poesía anterior. Había en ellos absoluta libertad formal, escritura automática, influencia de los medios de comunicación de masas y del cine (este aspecto me recuerda algunos poemas de El Jonás (1980), de Cardona Bulnes, como ser los que se refieren a Clark Kent, entre otros), para situar un poco la visión de las nuevas tendencias poéticas cosmopolitas y culturalistas que regeneraría el ambiente literario. En este sentido, pienso en la poesía de Merren y en su segundo poemario Color de exilio (1970), en donde se percibe que su visión coincide con la renovación poética de otros países. “Borrador para epitafio”, “Diálogo en el Bronx”, “La filiación” y los Dibujos de Mario Losansky sobre los campos de concentración nazis, en Color de Exilio, y “Mundo de cubos”, “Sabor a sombra”, entre otros, en Calendario negro.
Creo que el hecho de que Merren viviera en Estados Unidos lo acercó a la poesía beat. Él mismo cuenta en cartas su asistencia a lecturas de poesía en ese país. También Parra habrá influido en su obra.
Siempre que he leído a Nelson Merren su autenticidad me ha impresionado. Jamás se impostó, escribió lo que a él le parecía que debía escribir. A pesar de algún tono social encontrado en sus libros, como apunta Baciu, sus poemas no son escritos “para” sino “por” un alma atribulada con una gran destreza y fuerza poética. No intentaba lo que otros hacían en ese tiempo, no se encuentra esa impostura ética de auto nombrarse el gran poeta de los desposeídos y pobres. Al igual que José Luis Quesada han trazado nuevos caminos que seguir. Los jóvenes escritores sintonizan con ellos.
Una vez le pregunté a un poeta nacional, contemporáneo de Merren, qué opinaba de él, me dijo que ahora que lo relee entiende por qué las nuevas generaciones centraban sus ojos más en este escritor, por un largo tiempo olvidado, que en los poetas militantes de turno. Él también sintonizó con su escritura.
Cuando a Alejandra Pizarnik le preguntaron qué opinaba de la poesía política, ella respondió: “Es una mala política escribir poemas políticos”.
Iconoclasia, desacralización y un lenguaje irreverente (Helen Umaña), humor absurdo y renovación poética, son algunos aspectos que definen su obra.
Premios: En 1969 obtuvo el Primer Premio Juan Ramón Molina de Poesía de la Escuela Superior del Profesorado Francisco Morazán con el libro Color de Exilio.
“Torre trunca” publica dos de sus poemas :
Sabor a sombra
He tomado parte en sesudas discusiones
sobre si la poesía política
tiene derecho a llamarse poesía
y comido ancas de rana y horrorosos percebes
y panes con miel y toras ácimas
y visto salir el sol y recordar en ese instante
que los poetas lo han llamado el ojo del día
y dorado emperador
y leído deliciosas y cretinas novelas pornográficas
y dramas en que la virtud es recompensada
y me he aburrido de tanto día soleado
y añorado los de lluvia
y tenido diez días seguidos de lluvia
y añorado los soleados
y he hecho cosas indecentes en ciertos parques
y visto caer la noche y tratado de crear una frase nueva
y viajado en auto y en ferrocarril
y comido duraznos y humildes bananos
y dicho: en cuantos lea todo lo del socialismo
podré morirme en paz
y olvidado de todo con unos vasos de vino
y bañado desnudo en los ríos como un polinesio
y dicho: en cuanto vea todas las películas
de esa famosa actriz podré morirme en paz
y viajado en distintos tipos de aviones
y dicho: ¡la inventiva del hombre blanco!
y he quebrado espejos grandes
y tratado de olvidarme de los días amargos
y dicho: en cuanto pruebe todos los cocteles
podré morirme en paz
y sostenido sin creerlo que los hombres fuertes
tienen poco seso
y lavado mi cuerpo con jabón perfumado
y pisado inmundicias en callejones oscuros
y comprobado que en China el blanco es color de luto
y echado de mi cabeza a escobazos los días amargos
y extasiado con los nombres de las estrellas
altair vega sirio benatsnach zubeneschamali
y dicho: ¡qué vida tan rica la mía!
y sonreído de niños descalzos y de vientre hinchado
que se llaman César Augusto
y visto que soy prácticamente igual a los chinos
y a los negros
y escrito con plumas de ganso
solo por curiosidad
y examinado mi espalda y aun más abajo
en un gran espejo
y examinado mis ojos en un espejo
y visto algo en ellos infinitamente doloroso
y recordado toda mi vida
y visto que no hay nada como el éxtasis negro
de la muerte
y sentado en parques, bajo el viento helado
esperando que llegue
y deseado siempre, con cada latido de mi corazón
la paz que no termina.
La filiación
-¿Ojos?
-Negro pálido. -¿Domicilio?
-Un poco al Sur de allá
según se llega por la curva.
La flecha del rótulo caído indica el lugar.
-Profesión…
-Especulo con acciones color de jabón aunque espero
que el Gran Resorte supla cierto porcentaje de los
ganchos rotundos pero créanme, fisípedos, pero bueno,
Uds. Comprenden que Afganistán es contagioso y nunca
se sabe…
-¿Raza?
-Yo no contesto preguntas de carácter tan privado.
Sólo diré que aniquilo moscas y otros mamíferos infrascritos.
-Nacionalidad…
-Véase respuesta número Hmm.
Oh no, no es molestia. Cuenten siempre con mi romboide
cooperación.
(Espero haber contestado bien, pues me esforcé en usar
el lenguaje de todos… ¡Ahora a casa, en la calle Próspero
D. Magogo!
(Foto de Koudelka)
Tres poemas en el ABCD...
Resulta que este sábado -como todos los sábados después de la comida- leía los suplementos culturales de El País (Babelia) y del ABC (ABCD las artes y las letras) y cuando en este último daba vuelta a una página encontré un nombre que me resultó demasiado familiar. Amalia Iglesias, la coordinadora de la sección Uni-versos del ABCD... me había dicho que pronto aparecerían ahí algunos poemas inéditos míos, pero jamás pensé que fuera tan pronto. Así que ahí estaba yo, debutando en páginas españolas con tres poemas de un libro que guardo y que preferiría no publicar por ahora pues, como bien apunta Amalia (gracias, Amalia, tremenda sorpresita la que me diste) en las líneas finales de mis escasos datos biobibliográficos, me defino a mí mismo como un Bartleby de la poesía. Les dejo aquí, al menos, estos tres poemas:
VIHasta aquí los ojos de este hombre viejo que he sido casi todas las mañanas de mi vida.
VII
XVII