Hijos de H celebrando un gol (clímax de nuestro patriotismo).
Estaba tan insistente la H en la edición sabatina de El País, que decidí inventariar sus apariciones.
1. Primero fue en un texto titulado "La gran tentación latinoamericana", en el que comentan que en Colombia al presidente Uribe le niegan la opción de un tercer mandato. La H aparece cuando recuerdan el golpe de Estado del pasado 28 de junio:
"En Honduras, el derrocado presidente Manuel Zelaya intentó reformar la ley para optar a otro período de gobierno, pero el golpe de Estado truncó sus aspiraciones".
Hay que ver con qué ligereza dan por descontado que todo lo ocurrido en H a partir de la fecha mencionada anteriormente es consecuencia directa de la propuesta de la Cuarta Urna, una propuesta que daría lugar a una Asamblea Nacional Constituyente, y que una vez instalada ésta, los ahí reunidos habrían de estudiar democráticamente si se reformaba y modernizaba un poco nuestra vetusta Constitución, y que en el hipotético caso de que una de las reformas concediera la opción de la reelección presidencial, Zelaya decidiera volver a ser candidato, y que en el caso de que así lo decidiera, que finalmente el pueblo votara, en su mayoría, por su reelección, como ocurre en todo país verdaderamente democrático y civilizado, pero para qué volver con la misma babosada, ¿verdad?, si ya nuestra H está resurgiendo, ganándose nuevamente el favor del mundo entero, con su carita y su camisita blanca, pura, democrática e independiente...
2. La H apareció de nuevo en la nota titulada "EE UU se resiste a apoyar a Insulsa para liderar la OEA":
"La secretaria (de Estado de EE UU, Hillary Clinton) está especialmente molesta por la maniobra propiciada por el secretario general en la Asamblea de la OEA de San Pedro Sula (Honduras), en junio pasado, para reincorporar a Cuba a la organización".
Es una situación que, "por la enorme importancia que tiene para mi vida", desconozco, pero que me permite observar de nuevo esa simpática costumbre gringa de meterse en todo y con todos porque, claro, todo lo que hagan todos en todas partes del mundo al fin y al cabo tiene algo que ver con ellos, los gringos. Pero no me interesa indagar en los intereses de la señora Clinton, tan sólo consignar aquí, una a una, las apariciones de la H este sábado en El País.
3. Va la tercera: "Que cada palo aguante su vela" es el título del discurso del presidente de Costa Rica, Óscar Arias, en la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, en Cancún, México, el pasado 22 de febrero, en donde, entre otras cosas, de esas típicas cosas suyas medio claras medio oscuras, dice:
"Y es también lamentable que en esta Cumbre de la Unidad se encuentre ausente el Gobierno de Honduras, cuyo pueblo es víctima del militarismo y no merece castigo, sino auxilio".
Muchas gracias, señor Arias, pero si su mediación seguirá teniendo el objetivo de caerle bien a todo el mundo mientras bajo bajo planea algo sucio que favorecerá a algunos, mejor ni se meta, que ya le sabemos el juego.
4. "El ciudadano se aleja de sus líderes", es el título de la siguiente nota en donde vuelve a aparecer nuestra querida H. La nota contiene un mapa de los derechos políticos y las libertades civiles, diseñado por Freedom House, un "centro de estudios independiente estadounidense fundado en 1941 que analiza la situación mundial de libertades y democracia", en el que H aparece marcada entre los "países parcialmente libres", de un total de 58 en todo el mundo, a la par de los "países libres" (89) y los "países no libres" (47). Hasta en esto somos "término medio".
5. Otra fugaz mención a la H la encontramos en la nota "El equipo del Mundial", en la que podemos leer la lista casi definitiva de los jugadores que Vicente del Bosque convocó para los próximos partidos amistosos de España antes del Mundial en el que habrá de enfrentarse a la temible selección de H. No se habla mucho de H en esta nota, pero supongo que servirá al menos para que vayamos haciendo cábalas y pensando si es más conveniente que el penal a Casillas lo tire Pavón o Amado Guevara.
6. Ya en Babelia me encuentro un reportaje de Winston Manrique Sabogal sobre el Diccionario de americanismos titulado "Polola, menso, trucho, rumbear...", en el que se cita una frase de Humberto López Morales, el secretario de la Asociación de Academias de la Lengua Española:
"Vale lo mismo el español de Honduras que el de España o el de Argentina".
Es una frase que, si la descubre alguno de los iluminados cerebros de nuestro periodejismo que se la pasan "poniendo en alto el nombre de Honduras", puede hacer correr mucha tinta y saliva, para acabar, probablemente, con la declaración de que ellos (llámense Kilvet Bertrand, Animal de Barro o Reñato Álvarez) son tan buenos periodistas como cualquiera y que escriben y se expresan tan bien como García Márquez, por ejemplo.
7. Una reseña de Caballero Bonald sobre una "antología de la poesía hispanoamericana contemporánea" titulada Cuerpo plural me dejó con curiosidad por saber el nombre del único poeta hondureño incluido. Así que al llegar a casa busqué en Google y descubrí que ese poeta era Fabricio Estrada (por suerte, porque tenía el mal presentimiento de que se trataba de alguno de esos poetas sonámbulos o peripatéticos o simplemente tarados que tanto abundan en nuestra aldea). Felicidades, Fabricio.
8. Y finalmente, en la nota titulada "La vida de los refranes" reúnen a 22 escritores de 22 países para "compartir los refranes preferidos o los que mejor retratan a sus regiones". Así que por H, cómo no, Julio Escoto, que puso esto:
"Bien vale perder un barco por conocer un puerto"Típico de mi madre. Es bellísimo, poético, nostálgico, no ocupa aclararlo: por la Gran Ilusión vale sacrificar algo o mucho. Otro muy de acá es: "Machete estate en tu vaina". Lo particular es que sólo hay un enunciado a medias, no tiene conclusión verbal. Tampoco la ocupa porque sólo esa oración ya expresa la idea: hay que contenerse, no saltar a la violencia con la primera agresión (mejor que el arma esté quieto en su vaina). También pide no provocar. Cuando alguien está ofendiendo se le dice el refrán, o sea, que haya paz para no pelear, no nos vayamos a las manos.