viernes, 24 de noviembre de 2006

De los pedos como mitos

El siguiente es un texto dirigido al colectivo de poetas "Paíspoesible" de Tegucigalpa, que circuló de mano en mano a principios de 2005, causando la risa de algunos y la ira de otros. Aquí se los dejamos, en este blog mimalapalabresco, para que se diviertan.
De los pedos como mitos
Un tanto divertidos, un grupo de amigos, aquí en San Pedro Sula, hemos alcanzado a escuchar, brisa fétida mediante, que allá en la culta Tepas se nos vincula erróneamente, o mejor dicho, vinculan nuestra postura en pro del arte y nada más que del arte, con Mario Gallardo, profesor de la carrera de Letras del CURN.
Ante tan antojadizo intento de vínculo, que, dicho sea de paso afecta directamente nuestro derecho a la originalidad, nos pronunciamos ahora, de manera solemne, como es uso frecuente en los actuales círculos seudo literarios capitalinos, negando categóricamente cualquier influencia o apadrinamiento en nuestras ideas, y reivindicando como únicas influencias, al menos en el orden de la entonación de nuestras voces hacia lo que hemos detectado como simple mediocridad, las que derivan únicamente de las lecturas (1) atentas a los buenos libros y del consiguiente buen gusto desarrollado por nuestro paladar de lectores macho.
Considerando la resonancia mítica que cualquier ventosidad emitida por alguno de nuestros antisolemnes culos alcanza en Tegucigalpa, particularmente en el cóctel social-poético, la cual nos permite a nosotros, simples lectores con buen gusto, erigirnos como los antihéroes de esta pobre sociedad tan falta de “talentos” que expresen con afán esa búsqueda perenne de la “identidad nacional”; nos pronunciamos esta vez, una de tantas muchas que vendrán después, dado que nunca se podrá acabar absolutamente con la peste de los parodiadores del arte que ha venido a sitiar la verdadera conciencia de creador, con una sola voz (seguramente mítica) que no pretende más que causarles a éstos una nueva indigestión o alterarles por una rato más el color rosa de su inspiración.
Advertimos que la lectura de este documento es seriamente dañina, en especial a los espíritus susceptibles a la verdad irrefutable, por lo cual recomendamos su lectura en grupos de no menos de doce personas (llámense poetas, poetisas, bardos, vates, versolibristas, pequeños dioses o espías de Dios), para evitar que las peligrosas recaídas no pasen inadvertidas y pueda brindárseles a las víctimas el socorro inmediato y necesario.
Hecho el debido paréntesis que la ley de la solidaridad nos exige, continuamos nuestro pronunciamiento con la obligada cautela para no herir demasiado sus tiernos corazoncitos poéticos, y reabordamos ahora el motivo del mismo. Recalcamos la no injerencia de Mario Gallardo en nuestro criterio acerca de la calidad, o mejor dicho, la falta de calidad de la casi total poesía capitalina de los últimos años. Si acaso haya que buscarse una relación entre nuestras ideas y las suyas, éstas se fundamentan precisamente en la común indignación por los ridículos productos literarios de los verseros en mención. Además, hay que señalar que si de patrocinios literarios hablamos, quienes están a la vanguardia no somos precisamente nosotros (2) . Pero nosotros, sí, nosotros, los mismos, nos preguntamos en qué otra cosa podrían ocupar mejor su valioso tiempo los no tan valiosos poetas de los que hablamos, si no es en el acucioso examen de nuestras ligeras líneas, dado que quizá las cómicas reuniones que sostienen para tratar de encontrar el pathos de la poesía no los conducen favorablemente a ese objetivo. Frases como: “Las valoraciones estéticas al final valen verga” (3), “Octavio Paz está condenado al olvido” (4), “¿Qué es poesía?” (5), son una pequeña muestra captada en un solo día durante el encuentro Paíspoesible de que su resquemor por nuestra suave arremetida contra su quehacer poético es infundado e insostenible.
Finalmente una pregunta: ¿tendrán algo que ver con la literatura -porque es la literatura la que nos compete y no la sociología- los conceptos de solidaridad, amistad, bohemia o camaradería? ¿Acaso hay que reverenciar ahora a todo aquel que publique un libro de versos sólo porque es una buena persona, porque tiene una conducta intachable en sociedad, porque es injusto herir sus sentimientos, porque tiene buenas intenciones, porque es una persona preocupada por la paz mundial? Contra todos esos sociólogos, que no poetas, no, definitivamente no poetas, nos pronunciamos. Contra su insensata manía de querer siempre socializar la literatura, contra su inmaculada estupidez de ebrios despechados.
Por eso y sólo por eso nos comprometemos a mantener en pie nuestra fábrica de carcajadas, que no de escándalos, contra sus rostros neorrománticos al borde siempre del suicidio, contra sus ofensivos y disparatados ataques al verdadero sentido del arte, contra su anacrónica indumentaria de hippie allenginsbergiana, contra su económico discurso sobre derechos humanos. Llámennos “insolidarios”, “fanfarrones”, “insensibles”, “egoístas”, “soberbios”, “desconsiderados”, “intrascendentes ” (6), o aquel término que ustedes consideran despectivo: “estetas”, para calificar nuestra actitud. Pero una cosa suplicamos, apelando a su espíritu comprensivo y solidario, y es que ya no se derrame una lágrima más. No more tears, no more tears, please, no more tears. Peace and love.
Advertencia: Este documento de ninguna manera constituye un manifiesto, ya que consideramos innecesario gastar pólvora en zopilotes.
Notas
1. Entiéndase “Lecturas” a la actividad seria de analizar y comprender un texto más allá del simple paseo de la vista sobre la página y del prejuicio sociopasional
2. Véase, no necesariamente léase, los diversos prólogos a los todavía más diversos “libros de poesía” publicados masivamente en Tegus.
3. Madrid, Salvador. Mis juicios erróneos. Tegus. Edit. Levemente ebrios. 2004. Pág. Olvidada. 4. Echenique, Nelson. Mis complejos y el inconsciente. Tegus. Edit. Levemente majes. 2004. Pág. Olvidada.
5. Becerra, Roberto. Historia universal de la ignorancia. Tegus. Edit. Poesía eres tú. 2004. Pág. Olvidada.
6. Leonardo Henríquez, Fausto. Trascendentes e intrascendentes. San Pedro Sula. Edit. Oh, Dios mío. 2004. Pág. Olvidada.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Ups!!!!
Eso realmente fue algo fuerte, pero indudablemente verdadero.