La novela Legajo anudado, cartas para leer o apostar, de Rogelio Salazar de León, fue seleccionada, por unanimidad, como la ganadora del Premio Centroamericano de Novela Mario Monteforte Toledo 2006.
El jurado, que estuvo conformado por Raúl Figueroa Sarti, Raúl de la Horra y Marilyn Pennington, consideró que la novela de Salazar era una obra "excelentemente escrita, con una temática audaz y original, cuyo desarrollo es coherente y sin fisuras. El personaje, el filósofo Nietzsche, es presentado de forma verosímil y convincente. Es digno de anotar el evidente oficio de escritura del que hace gala el autor a lo largo de toda la novela así como del conocimiento del personaje y su entorno histórico. La calidad y contundencia de la obra están fuera de toda duda".
Así se expresó el jurado en el acta el viernes 12 de enero, tras la reunión que sostuvo en la librería Sophos, zona 10, con la presencia de Javier Donis, representante de la fundación.
El ganador
Rogelio Salazar, quien participó en el certamen bajo el seudónimo Billy Elliot, nació en la ciudad de Guatemala el 21 de noviembre de 1957. Bachiller en Ciencias y Letras y Abogado y Notario. Fue catedrático de Filosofía y Lógica en la Universidad de San Carlos.
Posteriormente estudió una maestría en Historia en la Universidad Internacional de Andalucía.
La obra
Un texto a la manera de un epistolario, que se arma a partir de unas cartas ficticias escritas por el alemán Friedrich Nietzsche durante su etapa de juventud, antes de que se convirtiera en filósofo. Las cartas son supuestamente encontradas en la Universidad de Basilea, donde Nietzsche trabajó hasta 1879, y están dirigidas a personas cercanas a él.
A continuación una entrevista al autor
¿De dónde nace la idea de la novela?
– Surge del deseo de encontrar una voz, de buscar un estilo, una singularidad en la expresión. El hecho de escribir una novela que tenga un contenido filosófico se me figura a mí como un camino
adecuado para la consecución de mi propio estilo. Yo tengo la idea de que el matrimonio entre la Literatura y la Filosofía no es algo nuevo, es algo que viene desde la época de Platón o los presocráticos.
¿Por qué la mezcla de la Filosofía y Literatura?
– Lo más importante para mí ha sido acercarme desde la juventud a la Filosofía y buscar una expresión para ella, dejando un poco de lado la dureza, la rudeza y la especialidad del lenguaje filosófico para ir haciéndola un poco más comprensible y más sensible. La Literatura es un buen vehículo para lograrlo. Ahora, en el caso concreto de este libro, Nietzsche era un filósofo muy literario, por lo que era un excelente ejemplo para lograr esto.
¿Por qué escogió a Nietzsche como el protagonista de su novela?
– Nietzsche es un personaje que me ha seducido desde siempre, su trayectoria me ha interesado mucho. Creo que para el siglo XX fue muy importante, en la medida de que todas las expresiones intelectuales de ese siglo tuvieron que ver con él. Es un personaje ante el cual es difícil ser indiferente.
Su libro se enfoca en una época en particular de la vida de Nietzsche, ¿por qué su juventud?
– Simplemente porque el libro que mejor conozco de Nietzsche es El origen de la tragedia. Este es el primer libro de Filosofía escrito de una forma seria por él y, aparte, me intrigaba mucho esa ruptura que tuvo con su guía, el músico Richard Wagner. Intenté mostrar en la novela la historia de cómo el filólogo se convierte en filósofo, de cómo rompe su amistad con Wagner y de cómo esa amistad se rompe porque Nietzsche empieza a entender que está enamorado de la esposa del músico, Cósima. Eso fue lo que más me condujo a atender esta época de la juventud. La novela termina cuando Nietzsche tiene más o menos 33 años.
Usted es conocido en el ámbito literario por sus artículos en el periódico de la Usac, ¿qué diferencias encontró al escribir la novela?
– Como usted lo dice, yo lo que realmente escribo son artículos que reflexionan sobre un personaje o sobre la obra de algún personaje. Yo no encuentro mucha distancia entre lo que he hecho en el periódico de la universidad y lo que hice ahora. La diferencia probablemente está en que la atención está más enfocada, y el aliento es más prolongado, pero es un trabajo que tiene la misma intención: acercase a la obra de alguien. En este caso concreto, lo que hice fue verlo desde adentro, ponerme en los zapatos de Nietzsche y tratar de escribir desde lo que él vivió y lo que uno puede asumir leyendo sus biografías y su obra.
¿Por qué dejó la abogacía, para dedicarse a la Filosofía y a las Letras?
– Porque la verdad no está en el Derecho. Yo trabajé con mi papá, que es abogado, durante 15 años. En 2000 él decide retirarse y yo decido dedicarme a otra cosa y no me arrepiento. Amo lo que hago hoy y le tengo mucho reconocimiento al Derecho porque me permitió hacer un capital que hoy me permite vivir tranquilo.
¿Qué importancia tiene para usted recibir este premio?
– Para mí, la mayor satisfacción es escribir algo y estar conforme con eso. En todo caso, siempre es una buena noticia el hecho de que un jurado, en este caso compuesto por personas que viven entre libros y que tienen un nivel cultural notable, valore un trabajo.
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