Me entero, vía Moleskine Literario, de un extraordinaio proyecto cultural llamado "Orsai". Su creador, argentino, de nombre Hernán Casciari, nos lo explica en este video de 18 minutos que también resulta ser una magnífica historia. Parece que esto demuestra que con imaginación y voluntad la cosa puede marchar. Compruébenlo.
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jueves, 22 de diciembre de 2011
martes, 20 de diciembre de 2011
Qué es y qué no es una novela
Portada de la novela de GGMárquez aludida en el artículo.
Con ocasión de una reciente noticia relacionada con García Márquez, el novelista colombiano Juan Gabriel Vásquez nos entrega en este artículo, publicado en El Espectador, una leccioncita que tendrían que aprender muchos de nuestros "lectores" catrachos, acostumbrados a confundir, con ignorancia y altanería a la vez, algunas cosas elementales:
Hace 17 años, un tal Miguel Reyes Palencia demandó a García Márquez por haber convertido su vida en literatura.
Sostuvo Reyes que el personaje de Bayardo San Román era él, o que él era Bayardo San Román. Ustedes lo recuerdan: aquel hombre misterioso y adinerado que en Crónica de una muerte anunciada se casa con Ángela Vicario, descubre que la novia no es virgen, la devuelve a su familia y pone en marcha la tragedia que acabará con la muerte de Santiago Nasar. Sostuvo Reyes que García Márquez le debía la mitad de las regalías que hubiera obtenido por la novela y que además su nombre, el de Reyes, debía figurar en la portada como coautor. Hace unos días, un tribunal superior de Barranquilla falló a favor de García Márquez y en contra de las curiosas pretensiones del modelo real del personaje ficticio. Y al hacerlo ha recordado algunas verdades sobre la creación literaria que al parecer no son, o no son siempre, del dominio público.
El asunto tiene un lado humano, demasiado humano: el oportunismo. Y no es la primera vez que alguien trata de sacarle tajada al éxito económico de García Márquez con estas estrategias: ustedes recuerdan que ya el marinero cuya experiencia informa el Relato de un náufrago había probado suerte de la misma forma. Con una diferencia: el hecho de que ese relato fuera un reportaje —y no una ficción— podía provocar cierta confusión en gente bienintencionada. Pero alegar que uno es coautor de una novela por el hecho de que su vida ha inspirado la creación de un personaje no sólo es cómico: es delirante. En la (justamente) célebre entrevista con Hemingway, el entrevistador de la Paris Review le dice: “¿Podría usted decir algo acerca del proceso de convertir a un personaje de la vida real en un personaje ficticio?”. La respuesta de Hemingway es: “Si explicara cómo se hace a veces, sería como hacer un manual para abogados expertos en difamación”. Y para oportunistas, añado yo.
Una novela no es nunca las cosas que cuenta, sino cómo se cuentan esas cosas. Tomen ustedes la siguiente historia: una mujer frívola se casa mal, se aburre de su matrimonio, se enreda con uno o dos amantes y la vida se le enreda tanto que acaba en la desgracia. Con semejante material pueden ocurrir dos cosas: una mala telenovela venezolana o Madame Bovary. Un joven confundido comete un asesinato, es perseguido por la policía y acosado por la culpa hasta que decide confesar su crimen, va a parar a la cárcel y allí encuentra la redención gracias al amor de una mujer. Con eso se hace una pésima película de Hollywood o Crimen y castigo. La diferencia, por supuesto, está en las palabras que se escogen, el orden en que se ponen, las escenas o los párrafos que construyen: ese complejo aparato que es una novela es la consecuencia de muchas decisiones, y ninguna de ellas pertenece a la persona real que el novelista usó.
Crónica de una muerte anunciada, ese librito que en mi edición tiene apenas 120 páginas, es uno de los aparatos narrativos más sofisticados de nuestra lengua. Su construcción y su prosa son una maravilla; su falsa estrategia periodística, una lograda osadía. Bayardo San Román es una criatura hecha de lenguaje, y ese lenguaje no es el de Miguel Reyes Palencia, sino el de Gabriel García Márquez. Y eso, me parece, es todo lo que hay que saber.
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Artículos y ensayos,
GGMárquez,
Juan Gabriel Vásquez
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Narrar la vida de la madre puta
El escritor mexicano Julián Herbert. Foto de MÓNICA ÁLVAREZ HERRASTI.
"No reivindico ni la pobreza ni el sufrimiento. Con cualquier vida se puede construir un universo literario", dice el mexicano Julián Herbert (Acapulco, 1971), reciente ganador del premio Jaén de Novela con la obra Canción de tumba (Mondadori). En esta nota de El País, nos dicen que Herbert, narrador, poeta y vocalista de la banda de rock Madrastras, cayó en 2006 como una piedra en el estanque editorial español con Cocaína. Manual de usuario (Almuzara), un texto escrito con el mismo cuchillo con el que ahora relata la vida de su madre, prostituta.
La enfermedad terminal de una mujer cuyo primer recuerdo era una paliza fue el detonante de la historia que su hijo empezó a redactar para sobrellevar las noches de hospital. "Tuve que vencer una vergüenza personal y otra literaria", dice el escritor por teléfono desde Saltillo. "Lo autobiográfico tiene esquinas difíciles". "Madre solo hay una. Y me tocó", reza la cita que abre Canción de tumba. Lo que le sigue es un torrente de nomadismo prostibulario, casas malconstruidas por sus propios inquilinos, desahucios y violencia. "Lo malo de ser el hijo de una puta es que, cuando eres niño, muchos adultos actúan como si la puta fueras tú. Mi hermano mayor tuvo que salvarme de ser violado al menos en tres ocasiones antes de que me graduara de primaria", escribe Herbert, que insiste en que su mayor preocupación no fue qué contar sino cómo hacerlo: "No quería hacer una autobiografía sino algo que funcionase literariamente".
Si quieren seguir leyendo, váyanse por aquí.
domingo, 11 de diciembre de 2011
MGallardo: "No soy ningún autor canónico para dar consejos"
Y para finalizar esta serie, tomada de esta publicación de La Prensa, les dejo las respuestas de Mario Gallardo (incluido en Puertos abiertos. Antología de cuento centroamericano) a Carlos Rodríguez:
¿A qué otro autor nacional le hubiera gustado ver en la antología “Puertos abiertos”?
Desconozco detalles acerca de los parámetros utilizados para la selección por Sergio Ramírez, por lo que sería insensato proponer inclusiones basadas en premisas personales, pero me atrevo a decir que Roberto Castillo no debiera faltar en ninguna antología de narrativa centroamericana.
¿Cree que “Puertos abiertos” ofrece una visión saludable del cuento centroamericano?
No soy muy afecto a las metáforas medicinales, pero es indudable que ofrece un panorama amplio y representativo de la narrativa de corto aliento que se está escribiendo en la región, además de tender un puente entre propuestas que marcaron el paso durante el siglo XX y las que se encuentran en proceso de definirse en el XXI.
Para un autor hondureño, ¿qué importancia tiene aparecer en una antología hecha por Sergio Ramírez para el Fondo de Cultura Económica?
La misma que para el resto de los autores centroamericanos: el honor de haber sido seleccionado por un hombre de letras con una carrera tan unánimemente celebrada como la de Sergio Ramírez y las ventajas de aparecer publicado en una editorial que puede presumir de una trayectoria impecable a nivel continental.
¿Cuál es su cuento favorito de los autores incluidos y que no aparece en la antología?
“Lejano”, de Eduardo Halfon, y “La niña que no tuve”, de Rodrigo Rey Rosa.
Algunas personas han opinado que reveló demasiado de la vida real en Las virtudes de Onán, ¿qué piensa?
Sobre “Las virtudes de Onán” han escrito Helen Umaña, Hernán Antonio Bermúdez, Giovanni Rodríguez, Rodolfo Pastor y Gustavo Campos, y en ninguno de sus trabajos he visto expresada esa sentencia, así que no podría decir mucho en torno a tales “revelaciones” ya que desconozco absolutamente su contexto.
¿Qué consejo le daría a los escritores jóvenes?
No soy ningún autor canónico para dar consejos, pero in extremis optaría por el más trillado, pero el que menos adeptos tiene: leer y, sobre todo, releer.
¿La literatura debería estar comprometida con alguna causa?
No creo en más compromisos que el de preservar la autenticidad de tu propuesta y esforzarte al máximo por escribirla bien.
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Entrevistas,
Mario Gallardo
GCampos y la muerte de Sosa (según CR)
En la misma publicación de La Prensa citada en la entrada anterior de este blog aparece también esta corta entrevista a Gustavo Campos (antologado en Puertas abiertas. Antología de poesía centroamericana). Carlos Rodríguez, el entrevistador, suelta un dardo desde la primera pregunta, pero habría que preguntarle a él si les haría la misma pregunta a todos los poetas hondureños incluidos en esta antología... Porque según Carlos, si Roberto Sosa no hubiera muerto, los únicos poemas hondureños que aparecerían en esta antología serían los de Sosa. Vaya pendejada! Dejando aparte ese asomo egocéntrico en algunas de las respuestas de Gustavo Campos, hay que reconocer que su poesía publicada hasta ahora es una de las más auténticas de los últimos años y que no necesita de la muerte de nadie (ni del autobombo) para sobresalir y ocupar un lugar en una antología tan importante como ésta preparada por Sergio Ramírez para el Fondo de Cultura Económica.
¿Su inclusión en la antología “Puertas abiertas” está marcada por la muerte del poeta Roberto Sosa, ¿es cierto? ¿Qué opina?
Mi obra estaba preseleccionada, según me dijo uno de los integrantes del consejo editorial, y creo más que mi inclusión se debe a un reconocimiento de mi labor creativa que supone, y se entrevé al ver la selección de mis poemas, un nuevo camino que transitar en la poesía hondureña. La muerte de Roberto Sosa nos conmovió y tenemos claro que de seguir vivo él estaría incluido como uno de los poetas más reconocidos que ha dado nuestro país.
¿“Puertas abiertas” es una especie de recompensa a su trabajo poético?
En cierta medida sí. Es gratificante saberse antologado en una de las más prestigiosas editoriales de habla hispana, pero no lo veo como “recompensa” o “incentivo”, de no haber salido seguiría escribiendo y escribiendo, pues la verdadera “recompensa” a la que aspiro es lograr una obra maestra.
¿Con la poesía de qué autor incluido en este libro se identifica tu “yo poético”?
Mi “yo poético” no cree identificarse con otros autores incluidos, pero como lector admiro mucho a poetas como Rigoberto Paredes y óscar Acosta. Lo que me entristece es la exclusión de tres poetas que a mi ver debieron aparecer, como ser: José Luis Quesada, Livio Ramírez y José Antonio Funes. Con los poetas que más me identifico ya están muertos, Edilberto Cardona Bulnes y Nelson Merren.
¿Gustavo Campos cree en el destino?
Creo más en la predestinación. Y cuando llego a creer en el destino me provoca cierto temor a nivel personal, pero grandes expectativas a nivel profesional.
¿Para un escritor hondureño, ¿qué representa aparecer en una antología hecha por Sergio Ramírez para el Fondo de Cultura Económica?
Una satisfacción y una alegría innegable de que haya sido un gran escritor como lo es Sergio Ramírez quien te incluya en una antología que a su vez es publicada por una editorial de gran prestigio.
¿Cuál es su mayor defecto en el oficio de escribir?
Soy muy autocrítico, diría casi autodestructivo conmigo mismo y con mi obra. Soy capaz de distanciarme de mis trabajos y ejercer juicios críticos en su contra, los mismos que aplicaría a otras obras. No me enamoro de mi escritura y a veces suelo reírme de escritos míos.
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Entrevistas
viernes, 9 de diciembre de 2011
Por qué a Escoto no le gustan las antologías
Portada del libro Puertos abiertos. Antología de cuento centroamericano.
¿Esta antología ofrece una visión saludable del cuento en CA?, le preguntó el periodista Carlos Rodríguez a Julio Escoto en una corta entrevista publicada recientemente en La Prensa con motivo de la antología del cuento centroamericano Puertos abiertos, preparada por Sergio Ramírez. Y tras leer la respuesta de Escoto es difícil dejar de imaginarse en su rostro una mueca de disgusto, de incomodidad y hasta de dolor:
No estoy muy seguro de ello. En el caso de Honduras ocurrió una sustitución de autores que yo, como responsable de la selección por país, no autoricé nunca. He solicitado explicación sobre eso a Sergio Ramírez y a esta hora no la he recibido. El director de la antología realiza la selección final pero no introduce a otro autor sin consultar, o por lo menos informar al responsable por país. Si eso ocurrió con Honduras pudo haber pasado con otros países, o con el tomo de poesía. Situaciones que desde luego deforman e incluso vician la idoneidad de una antología. En segundo lugar, la escogencia de solo autores vivos es una muestra parcial del desarrollo de una narrativa, corte transversal de un momento, no de un extenso período o la totalidad. Pero en este caso ese fue el criterio y me parece bien, excepto que no se puede hablar de “saludable” cuando solo conocemos a una parte del cuerpo global.
Obviamente el periodista no supo (o no quiso) ejercer su profesión de la manera en que podría esperarse y por eso hasta el sol de hoy desconocemos cuáles autores aparecen en esa antología en lugar de otros, según el fino criterio de Escoto. Desconocemos también cómo fue que se le otorgó a Escoto (si es que se le otorgó verdaderamente) la potestad de "seleccionar" los cuentos hondureños que aparecerían en ese libro. Desconocemos finalmente por qué Sergio Ramírez, responsable de la edición, incluyó a ciertos autores en la antología "sin consultar" a Escoto.
Cosas curiosas que ocurren en países de ciegos...
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Julio Escoto,
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Sobre la poesía...
Esto lo opinaba Perinola desde su posición de poeta. Haciendo versos desde la infancia, había descubierto que no querían decir nada; y viviendo había descubierto que el lenguaje servía para decir cosas. Había una incompatibilidad, que era lo que lo había comprometido con la poesía. Porque la poesía, al no querer decir nada con el instrumento que servía para decir cosas, decía algo, que era a la vez algo y nada. Amaba ese enigma, pero estaba convencido de que no podía durar. Era demasiado extravagante. Eso se la hacía más preciosa. Efímera, la poesía era una flor rara que se había abierto por casualidad, y el milagro había querido que se abriera justo cuando él vivía. En el futuro, una humanidad más razonable haría buen uso de la prosa.
Parménides. César Aira.
Parménides. César Aira.