Fiel a su condición clerical y apelando a la palabra como arma de defensa,
Fausto Leonardo Henríquez responde a esta entrevista de mimalapalabra en su
edición 28. Para él la literatura es un deporte que le permite “reinventar el mundo con la imaginación” y los falsos escritores son como cantantes de kareoke que se creen artistas mientras dure la melodía. Poeta, narrador y ensayista, también ha sido promotor cultural durante los años de su permanencia en San Pedro Sula. Ahora se marcha a España para continuar su trabajo con la Iglesia, pero antes quiso dejarnos estas respuestas escurridizas que hablan, entre otras cosas, de libros y de Dios, de la fe y la verdad, del compromiso y de la crítica literaria.
Mimalapalabra: ¿En qué se diferencian el Fausto sacerdote y el Fausto escritor?
FL: Lo primero me lleva a lo segundo. Es como un médico que ejerce en su consultorio y luego hace algún deporte. Dos planos distintos para un objeto.
¿Conviven en armonía su temperamento cristiano y su temperamento artístico?
Sin duda, como el agua mezclada al vino. Si le damos un vistazo a la historia del arte nos vamos a hallar con la agradable sorpresa de que, tanto en la plástica como en la arquitectura, la música y la creación literaria (poesía concretamente), ha habido de forma casi natural una fusión tal entre fe y arte que no veo yo exista contradicción.
Según su experiencia, ¿con qué debe estar comprometido siempre un escritor?
Con su oficio. Un escritor que no se dedica de lleno a cultivar su talento, a perfeccionar el espíritu, difícilmente podrá lograr una obra acabada. Hacia afuera, el escritor debe rescatar lo verdaderamente humano, el sentir de su época y plasmarlo en la página. Los griegos y los romanos escribieron la vida, los hechos, la historia, los anhelos espirituales de su tiempo y nos lo legaron en sus obras inmortales. Los que tienen vocación de escritores, en cualesquiera de sus manifestaciones, tienen el deber inclaudicable de ser testigos de su época. Los poetas son la voz del pueblo.
¿Qué es la literatura? ¿Qué es Dios?
La literatura es una forma de recrear, de reinventar el mundo con la imaginación. Dios, en términos filosóficos, el Ser, el Absoluto; en términos teologales, el Creador, el Padre que comunica al mundo su amor infinito.
¿Qué considera que ha sido lo más importante que ha hecho durante su permanencia en San Pedro Sula?
En el plano pastoral, acompañar, orientar y caminar con el pueblo humilde de los barrios, colonias y aldeas de San Pedro Sula. En el plano cultural, haber transmitido los ideales de la estética de la Poética Interior con la publicación de varios libros de poesía y cinco números de la revista CriticArte.
¿Qué opinión le merece la más reciente generación de poetas y narradores hondureños? ¿Cree que se está diciendo algo verdaderamente nuevo o es sólo una fábrica de espuma condenada a la desaparición inmediata?
En mis diez años de estancia en Honduras he seguido de cerca a la generación de “poetas emergentes”, para usar los términos del animador cultural y poeta Salvador Madrid, y me hago la idea de que las obras publicadas en poesía apuntan a obras mayores, más serenas y profundas. No hay nada nuevo bajo el sol, reza el adagio, pero no cabe duda de que cada uno de los autores jóvenes trata de plasmar su propia visión del mundo y el arte literario, aunque sea de forma incipiente e inacabada. En este sentido, eso sí es nuevo.
Además de la poesía, usted ha incursionado en la crítica literaria. ¿Cuál es su diagnóstico acerca de la actual literatura hondureña con respecto a la literatura mundial contemporánea?
Para Pablo Neruda lo particular es una forma certera de universalización. En este sentido, no es menos narrativa la de Julio Escoto, Armando García, José Bográn, entre otros, que la de cualquier premio Planeta, Alfaguara o Casa de las Américas; ni es menos poesía la de Óscar Acosta, Roberto Sosa, Rolando Kattán o Giovanni Rodríguez, que la de uno de los poetas de la Poesía de la Experiencia de España o uno de los poetas del Movimiento Interiorista de República Dominicana. Cuanto más auténticos seamos, cuanto más valoremos lo hondureño, en consideración al pensamiento nerudiano, más universales seremos. El último libro de José Adán Castelar, Cauces de la última estación, 2007, por poner un ejemplo, es una obra maestra que se sostiene de pie y compite, en términos genuinamente poéticos, con cualquier obra de poesía contemporánea o clásica.
¿Qué aspectos considera indispensable abordar a la hora de criticar una obra literaria?
Conocer el texto y contexto a fondo, leer en distintas claves al autor en cuestión, comparar, si fuera posible, la obra con otras publicadas por el mismo. Si la obra se enmarca en una generación o corriente literaria, también hay que tomarlo en cuenta. El crítico debe ser sincero e imparcial, riguroso. La crítica literaria es una forma de recrear, de ahí el género ensayístico, la obra en cuestión.
Usted siempre ha dicho que “no hay que frustrar espíritus”. ¿Qué sería lo contrario a eso: aplaudir automáticamente las necesidades de expresarse de cualquier individuo, aunque carezca de recursos para hacerlo artísticamente, o aclararle el panorama para que en el futuro no meta las de andar?
Los jóvenes escritores y poetas -así empezamos todos- en sus primeros vuelos son proclives a movimientos erráticos, pero después, los que verdaderamente tienen el genio para cultivar el oficio en todo rigor, terminan planeando libremente con profesionalismo y estilo propio. Hay que dejar que vuelen, pero afinando bien el instrumento. A eso me refiero con “no frustrar espíritus”.
¿Cuál es la diferencia entre escribir bien y hacer literatura?
Un periodista, por ejemplo, puede escribir bien y no necesariamente tiene que ser un literato. Éste, en cambio, tiene que escribir como el periodista y, además, usar la imaginación y todos los recursos y técnicas para crear la obra de arte.
¿Qué opina de quienes publican libros, se hacen llamar escritores y ni siquiera han aprendido a redactar?
Tengo un hermano que canta karaoke, imita a cantautores, sigue la pista y el compás, y lo hace bastante bien, pero no es artista. Aunque pretenda ser Juan Luis Guerra o Juanes, siempre será un cantante de karaoke.
Usted es el abanderado del Movimiento Interiorista en Honduras. ¿Cree que su poética ha sido adecuadamente exteriorizada en este país?
En mi opinión sí, pero no del todo. Sí en lo divulgativo y expositivo. La Poética Interior ha sido divulgada oral y escrituralmente en periódicos, en la revista CriticArte, en conversatorios en el Centro Cultural Sampedrano, en colegios y universidades. No del todo por la poca producción poética en una década de tintinear la estética interiorista. Poca, pero ya suficiente para empezar con tentativas como Muestra Poética: Los Novísimos; Horizonte que me toca y Voz en el agua de María de los Ángeles López; La otra latitud, Ínsula Presentida de quien suscribe; más la Antología Mayor del Movimiento Interiorista puesta a circular en octubre, 2007, en San Pedro Sula. La obra poética Morir todavía de Giovanni Rodríguez también está, por los hilos que la tejen, bajo la égida del Movimiento Interiorista.
¿Existen dentro del Interiorismo escritores de esos denominados “malditos”, o en las filas de este movimiento sólo hay lugar para beatos y personas decentes?
El Movimiento Interiorista aglutina a artistas de cualquier condición, siempre que sus ideales, por antagónicos que sean, exploren la dimensión trascendente de la realidad en cualquier orden, esto es, el metafísico, el mítico y el místico. En el Movimiento Interiorista hay poetas de la angustia, inconformes, inencasillables, rebeldes, inadaptados, bonachones, etc.
En todos sus libros publicados la experiencia mística se percibe como un elemento importante. ¿Cree, como Platón, que a los poetas les es “revelada” la verdad? De ser afirmativa su respuesta, como creo que lo es, ¿asumiría de buena gana su expulsión de la república de las letras en favor de su incursión en la república de Dios?
¿Qué serían las letras sin el halo de lo divino, de la trascendencia? ¿Qué, el pensamiento platónico sin el mundo de las Ideas divinas? Si se van los poetas de ese territorio, ¿quién se encargará de revelar la verdad? ¿Qué sería la poesía sin San Juan de la Cruz, Reiner Maria Rilke o Rabindranah Tagore? Aceptaría ser expulsado si no me suscribiera, para decirlo con san Agustín, a la Ciudad de Dios.
¿Qué piensa de los libros de autoayuda y motivación?
Leí muchos cuando era joven de facultad.
¿Qué lee actualmente?
Acabo de leer el quinto tomo de las obras completas de Octavio Paz, dedicado todo él a Sor Juana Inés de la Cruz; y la antología poética Sor Juana Inés de la Cruz, como lectura complementaria, de la editorial Planeta; y las obras trágicas de Séneca, a saber: Medea, Fedra, Edipo, Agamenón y Tiestes. De postre estoy terminando el libro ensayístico Cuentos Chinos de Andrés Oppenheimer.
¿Ha leído al Marqués de Sade, a Henry Miller, a George Bataille? ¿Sabía que éste último consideraba los burdeles como sus auténticas iglesias, que quiso ser sacerdote en su juventud y que perdió su fe a los 25 años? ¿Qué opinión le merece todo eso?
No los he leído. Me he concentrado más en los últimos quince años en la lectura de literatura antigua greco-romana, con la manía de ir a las fuentes, al origen de nuestra cultura occidental; en la poesía española, hispanoamericana, centroamericana y caribeña. He ido terciando con novelas, pero confieso que tengo una deuda con muchos autores universales y, en particular, de mi país, República Dominicana.
¿Alguna vez ha sentido, por un instante al menos, perder su fe?
Perder la fe no, la motivación sí. He tenido muchos momentos de alegría indescriptible fruto de mi vivencia de fe que me han reafirmado en la vocación misionera. Pero también he tenido momentos de decepción y desánimo.
¿Qué opina de la verdad? ¿Cree que la verdad es única? ¿Cree, como Vargas Llosa, que la literatura es una mentira que dice la verdad?
En literatura y en las artes nada es absoluto, cada artista aporta un trozo de verdad. Baste pensar, por ejemplo, en el Impresionismo, el Cubismo o la pintura abstracta. La verdad absoluta sólo está en Dios, la verdad que nos acerca a Dios y “nos hace libres” “se hizo carne” y la verdad que nos deleita en una obra se hizo arte.
¿Hacia dónde dirige su mirada de ahora en adelante? ¿Qué le dice a todo esto que deja atrás?
A España, la cuna de nuestra lengua castellana. Vuelvo a la Madre Patria a servir pastoralmente y a cultivar el espíritu. Nada dejo atrás y todo lo llevo conmigo. En realidad me quedo todo yo en mi partida. Mi gratitud infinita a la gente hondureña que forjó mi carácter y me ayudó a descubrir hasta dónde es capaz el amor y la entrega.
Fausto Leonardo Henríquez (La Vega, Rep. Dominicana, 1966). Ha publicado los libros de poesía Claridades, 1994; Sucesiones, 1995; La seducción del aire, 1999; La otra latitud, 1999; Muestra poética, 2002; e Ínsula presentida, 2005. Es editor de la revista CriticArte, además de miembro titular y dirigente del Movimiento Interiorista. Ha aparecido en las siguientes antologías: Juego de Imágenes, de Frank Martínez; La Creación Interiorista y El Interiorismo, de Bruno Rosario Candelier.