martes, 29 de diciembre de 2009

Mis mejores lecturas del 2009



Dibujo de Agente Artehormiga. Fuente: hcfacebook.
En Hermano Cerdo lo están haciendo de nuevo. ¡Vamos!
Excelentes las dos novelas cortas de Patrick Modiano que leí empezando el año: Calle de las Tiendas oscuras (Anagrama) y Dora Bruder (Seix Barral). Extraordinario poder de síntesis para contar historias que atraviesan la Historia de la mano de personajes que buscan algo y que al mismo tiempo se buscan a sí mismos. Ya saben: de lo mismo, pero esta vez con Modiano.

Todos los hermosos caballos, de Cormac McCarthy, una intensa novela de aprendizaje que leí durante las pausas y las noches de mis días de más trabajo en agosto, con personajes que huyen de un mundo más o menos confortable para ir en busca de aventuras abajo de la frontera mexicoamericana.

Algo tiene Mario Levrero para que uno se empeñe en seguir leyendo sus “aventuras cotidianas” sin esperar nada más que, quizá, un pequeño accidente en su computadora, una visita o una conversación telefónica banal. Eso fue lo que me dije cuando llevaba por la mitad El discurso vacío (Debolsillo) y es lo que seguía pensando cuando leía La novela luminosa (Debolsillo). ¿Qué es lo que nos atrapa de esa “estética de lo cotidiano” de Levrero? Seguiré leyendo lo que encuentre de Levrero y seguiré, con absoluto placer, preguntándome lo mismo.

Angosta (Planeta), una novela de Héctor Abad Faciolince que me hizo llegar un amigo desde Colombia, plantea la situación de un país, Angosta, con una política que establece tres castas: los dones, los segundones y los tercerones, y en el que se dan cita todas las posibilidades sociales, culturales y políticas de Latinoamérica. La violencia y la exclusión podrían ser sus temas predominantes, pero la novela no es sólo eso, porque también hay sexo, amor y aventuras; y todo con una prosa traviesa, juguetona, en la que la ironía está a cada vuelta de página.

Nocilla Lab es la novela que más me ha gustado de la trilogía de Agustín Fernández Mallo. El monólogo de la primera parte y el tema del escritor enfrentado con lo que podría ser su doble, más ese cómic del final en donde encontramos a Fernández Mallo y a Vila-Matas hablando de la desaparición… Se pregunta uno si seguirá produciéndose nocilla después de esto.

Horacio Castellanos Moya es un escritor que escribe desde la experiencia del exilio, ese casi destierro autoimpuesto que lo hace volver a sus orígenes, pero sólo en sus libros, con una mirada oblicua, casi pendenciera, para tratar de recuperar algo que no considera del todo perdido. En Con la congoja de la pasada tormenta (Tusquets) reúne casi todos sus cuentos. Una excelente puesta a punto de su trayectoria como cuentista, casi desconocida para los lectores en España.

¿Qué puede esperar uno al leer Historia argentina (Anagrama), de Rodrigo Fresán: una novela o un libro de cuentos? Yo diría que ambas cosas. Tomemos al azar cualquiera de sus capítulos y leámoslo como si fuera un cuento. O empecemos desde el principio y vayamos observando, de cuento en cuento, o de capítulo en capítulo, el particular modo que tiene Fresán de contar la historia de su país. Fresán tiene una escritura precisa, cada frase es una unidad autosuficiente y sugerente, y además, una perspectiva tan particular de ver el mundo que uno no quiere dejar la lectura o, una vez terminado el libro, no quiere leer por el momento otra cosa que no sea de Fresán. ¿Exagerado? Pero es que así me lo pareció.

Aprovechando el desempleo, me propuse leer la kilométrica El arco iris de gravedad (Tusquets), de Thomas Pynchon. Tres semanitas en las que agoté una lámpara, dos botes de Nescafé, unas cuantas madrugadas y un buen porcentaje de mi capacidad de visión. Pero ha valido la pena. Cómo no. Secuelas: 1: cuando pasa un avión o cuando sopla el viento de la Tramuntana pienso que puede tratarse de un cohete. 2: cuando tengo una erección espontánea pienso que se acerca un cohete. 3: caen cohetes en mis sueños. Loor a ti, Thomas Pynchon.

Desde hace tiempo venían llamándome, desde una estantería de la biblioteca de Figueres, los tres volúmenes de Tu rostro mañana, de Javier Marías. El miércoles me llevé a casa el primero, subtitulado "Fiebre y lanza", que leí entre las fiestas de Nochevieja, las cervezas y la goma. Lo devolví el sábado y saqué ahí mismo el segundo volúmen, subtitulado "Baile y sueño", que ya estoy leyendo con el mismo placer con el que leí el anterior. Tiene una prosa envolvente esa novela, una prosa sensual, poética en muchos momentos. No se les ocurra no leerla. Aunque debo advertirles que no podrán soltarla una vez llegue a sus manos.
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando piqué el enlace de comentarios, crei que iba a ser una cuestión sumamente fácil, que iba a escribir un grupo de letras y dar listo y que eso era todo, pero ya aquí, me encuentro con la sorpresa de que hay que tener ciertas cualidades para poder dejar un comentario y yo no poseo ninguna de ellas, la primer cualidad y creo que es la mas justa, es poder funcionar ortográficamente, ah! jamás podré cumplir ese requisito (llamese holgazanería)debido a mi tremenda ignorancia no puedo escribir bien, asi que la primer cualidad me descarta.
La segunda pide que los cobardes se abstengan, esto tal vez quiere decir que aqui solo pueden escribir valientes, y vaya que yo no pertenezco a ese grupo, en fin, tampoco cumplo el segundo requisito.
La tercera cualidad si que me descarta del todo, pues acepto que soy imbécil, aunque bueno he tratado de ingresar a imbéciles anónimos, pero me ha sido imposible.
Este censor que he encontrado aquí, me hizo recordar inevitablemente una muy famosa entrevista a William Faulkner que circula por la web, en ella dice mas o menos que él, no se preocupa por lector, le da igual y que ningun escritor debería preocuparse por sus lectores o creo que decía que a ningún novelista debe importarle en lo mas mínimo el lector.
Yo como buen imbécil me quede pasmado, y dije bueno que le pasa a este tío, si no escribes para los lectores entonces no publiques y ya, no digas que no te importa quien te da de comer, etcetera, me puse a pensar cosas asi, y en mis absurdas meditaciones me dije que el escritor al menos debería tener una mínima preocupación por el lector,.
Pero vaya!, que al ver este censor aqui, por cierto mal llamado "moderador", me he dado cuenta de que Faulkner, podría estar en lo cierto, cuando se publica un libro y sale a la venta, lo puede comprar un asesino, un violador, la prostituta, el comerciante, el golpista,el torpe, el afeminado, el estudiante, el inteligente, el futbolista,el loco, el campesino, hasta la gente de San Luis Santa Barbara podría tener acceso a un libro, entonces si el escritor comienza a preocuparse por quien va leer su libro, vaya que si tiene de que preocuparse, cada lector es una opinion distinta,alli es donde entiendo a Faulkner, no hay tiempo para preocuparse por el lector, en vista de que puede ser cualquiera, el escritor no puede esperar siempre que sus lectores sean los mas inteligentes, por lo tanto solo importa la obra, escribir y tratar de hacerlo bien, personalmente creo que se debe estar agradecido con el lector, buen me he extendido mucho, pero creo que si aqui hay un censor, fue por que alguien dijo algo que molesto a los creadores o creador de este blog. En conclusión, no estoy de acuerdo con este censor, que la gente comente lo que quiera, la verdad y las buenas obras siempre sobresalen solo es cuestión de tiempo. (vease, el exito actual de roberto bolaño), y para terminar, el comentario que yo iba a poner era: para ser un escritor lees muy poco, bueno claro habemos peores yo solo leo un libro cada dos meses.
Eliminen este censor, es contradictorio que lo tengan.

temerosamente, desconocido21@gmail.com

G.Rodríguez dijo...

¿Tanta paja para decir eso último? Para ser un comentador kilométrico leés muy mal. Hubiera sido suficiente con leer atentamente el título de la nota para haberte ahorrado el comentario.

Anónimo dijo...

comentador kilométrico responde:

Me siento muy honrado, que hayas leido el comentario, y estoy absolutamente de acuerdo, leo muy mal, y bueno, sobre mis excesos con la palabra, ¿que puedo decir? soy hondureño, y una de las cualidades intrínsecas del hondureño es hablar paja (hablar de mas),imaginate que solo he leido 25 libros en mi vida y ya tengo valor de comentar en una pagina literaria, ¿que pasaría si yo leyera todo lo que vos has leido?,No quiero ni imaginarmelo.
jaja, bueno para terminar este otro kilométrico comentario, quiero decir que agregué en mi comentario anterior una frase con el fin de joder un poco y fue; hasta la gente de San Luis puede acceder..etc. pido siceras disculpas a cualquier ofendido.
quisiera seguir comentando pero intuyo que sere una molestia, asi que me retiro.

agradecidamente: El Comentador Kilométrico

Anónimo dijo...

Javier, hombe, leé mejor los títulos.
Tanto se discute que hay que leer mucho, cuando lo importante es releer. Y eso aplica a los títulos también.