Rodrigo Fresán. Foto: Isabel Carroll
El título de esta entrevista de Luis Fernando Charry en cambio.com alude a la situación de Rodrigo Fresán con respecto a su primer libro publicado: Historia argentina, un libro en el que aún se reconoce y en el que podemos encontrar "el germen, el Big Bang, de lo que vendría después" en su obra.
Rodrigo Fresán (Buenos Aires, 1963) publicó Historia argentina en 1991. El libro se convirtió de inmediato en un éxito en ventas y crítica. Desde entonces ha sido reeditado cuatro veces, la más reciente en la colección 'Otra vuelta de tuerca' de la editorial Anagrama, con un nuevo cuento sobre el fútbol y textos del escritor, guionista y director de cine español Ray Loriga y del crítico literario Ignacio Echevarría.
Aunque siempre es incómodo juzgar los libros propios, ¿cómo cree que ha envejecido Historia argentina?
Creo que ha envejecido bien. Es decir, sigo reconociéndome en el libro y sigo contento de haberlo firmado. Ninguna necesidad de negarlo o de andar ensayando un "ese no era yo" o un "ese ya no soy yo". De alguna manera, en Historia argentina ya está el germen, el Big Bang, de lo que vendrá después y que se proyecta hasta mi nueva novela, El fondo del cielo. Muy puntualmente, creo que todas mis claves aparecen en el relato final, en "La vocación literaria". Ese es el manual de instrucciones y la declaración de intenciones de todo lo que vendrá después. Y, la verdad, me ha alegrado mucho esta reedición en tándem junto a mi nuevo libro. Me gusta verlos juntos -al primero y al último hasta ahora- en las librerías. Me recuerda un poco a ese gran momento en la última película de la serie Star Trek en el que el Mr. Spock joven y el Mr. Spock viejo se encuentran en un pliegue del espacio-tiempo y se saludan.
El cuento ha sido el gran género dentro de la tradición argentina: Borges, Bioy Casares, Cortázar, Walsh, Piglia, etc. ¿Fue premeditado debutar con un libro de cuentos?
Fue premeditado debutar con un libro de cuentos que no fuera el típico libro de cuentos. Es decir: yo siempre distingo entre libro con cuentos (donde se reúnen relatos sueltos) y libros de cuentos (donde los diferentes relatos se relacionan entre ellos y acaban configurando un todo casi novelesco). El cuento es el género argentino por excelencia, claro, pero no abunda ese modelo de libro de cuentos que sí es más fácil de hallar dentro de la literatura anglosajona.
En esta nueva edición de Historia argentina hay un cuento sobre fútbol, ¿por qué le pareció importante incluirlo?
Muchas personas me señalaron la ausencia del fútbol en Historia argentina (aunque había una mención a Maradona) y, sí, nunca me interesó el fútbol pero siempre me intrigó la ausencia o inexistencia de una gran novela argentina sobre el fútbol. Sobran los relatos (Soriano, Fontanarrosa...) pero falta esa novela. Así que se me ocurrió escribir sobre esa 'desaparición' en el contexto de los desaparecidos: que fuese un secuestrado quien intentara explicar las razones para ese secuestro. Y, de paso, aproveché para tender nuevos lazos con otros relatos del libro. Escribí "La pasión de multitudes" durante los últimos tramos de la escritura de El fondo del cielo y, aprovechando que Jorge Herralde quería reeditar Historia argentina, le propuse agregar un nuevo texto/capítulo al asunto. Enseguida me preocupó mucho la posibilidad de que yo ya no estuviera capacitado para recuperar la 'voz' o el 'tono' de mis inicios. Pero, para mi sorpresa, fue muy sencillo. Fue como volver a probarte unos blue jeans que no te ponías desde hacía años y descubrir que te siguen quedando bien.
Resulta imposible no tener una postura política a la hora de tocar grandes temas nacionales. ¿Cuál ha sido su experiencia en esos casos?
Cuando me preguntan por esta cuestión siempre digo, como suele decirse a esas personas que llaman a nuestras puertas para solicitarnos dineros para esta o aquella obra más o menos benéfica o maléfica: "Yo ya di". Es decir: fui pseudo-secuestrado a los 10 años, canjeado por mis padres (todo el asunto está en el ya mencionado La vocación literaria, de lo más autobiográfico que he escrito) y eso es todo, amigos. Volví a este paisaje con mi novela Esperanto pero siempre intrigado por una historia y no por La Historia. No me interesa la política, los políticos siempre resultan ser personajes lamentables y mucho menos me plantaría en el casillero aquel de escritor-comprometido-preocupado-por-los-grandes-temas. Para bien o para mal, siempre pensé que la práctica de la literatura es una actividad más bien burguesa, bastante dandy y absolutamente solipsista y hasta egoísta desde el punto de vista social.
Ha sido una constante en su vida el gusto por los autores de lengua inglesa. ¿De dónde viene esa predilección?
Tiene que ver fundamentalmente con un orden de lecturas y el atractivo de ciertos ritmos y cadencias. Leo básicamente en inglés, pero eso no quiere decir que no me interesen lo europeo, lo oriental, lo español y lo argentino. Pero está claro que me gusta el rol del alien y la postura del extraterrestre. Algo que trasciende al idioma y que tiene más que ver con una determinada actitud. Así, disfruto más y mejor de la Buenos Aires alienígena de escritores como Borges y Bioy Casares y Cortázar que de una necesidad absoluta de contar las cosas tal cual son. Creo que eso se nota muy claramente en Historia argentina donde, de algún modo, lo que se ofrece es una mirada marciana o hiper-extranjera de determinados "episodios nacionales". Historia argentina es, por lo tanto, más un guiño travieso que un título confiable: es más un "este libro se llama Historia argentina pero...".
Después de vivir más de una década en Barcelona, ¿sigue pensando que la verdadera patria de un escritor es su biblioteca?
Cada vez más seguro de ello. Pero en Barcelona, hace tres años, nació mi hijo y eso, claro, altera un poco la intensidad de las cosas. Por lo que -en lo estrictamente sentimental- ahora matizaría con un "la verdadera patria de un escritor es su biblioteca y mi biblioteca vive ahora en Barcelona y lo cierto es que, por el momento, muy pocas ganas de meter esa patria en cajas y salir a buscar un nuevo lugar donde reordenarla y volver a fundarla".
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