Prometemos y cumplimos. Les dejamos ahora la primera entrada de nuestra nueva sección, que aún no decidimos si llamar "Los Premios Chucos" o
"Festín de Cuervos" o "Tormenta de Espadas". Normalmente hay que empezar por el principio pero hoy empezaremos por el final. En este final observamos a Giovanni Rodríguez (sí, el editor plenipotenciario de este blog devenido en espada de Damocles para los premios literarios de H) recibiendo en La Ceiba un premio de cuento en un breve acto celebrado por los organizadores ante los medios de comunicación. Mitad resfriado, mitad satisfecho por el cheque recibido, G. Rodríguez agradeció lo que debía agradecer, felicitó a quien debía felicitar y prefirió, clemente y misericordioso, no referir en ese momento las circunstancias en las que había cuestionado dicho certamen.
El jurado calificador, al que Rodríguez agradece de la misma manera en que Bolaño agradeció a Angeles Mastretta tras la obtención del Rómulo Gallegos, estuvo integrado por Julio Escoto, Armando García y Helen Umaña, y se expresó sobre la obra ganadora en estos términos:
"El Jurado distingue a este texto por su singular dominio técnico del relato, la economía de medios expresivos de que hace gala y, particularmente, la originalidad de sus temas".
¡Qué cosas más simples las que se dicen cuando hace falta inspiración!
¡En fin! La cosa es que tras haber cuestionado el proceso de la recepción de los textos participantes y del envío a los miembros del Jurado, Rodríguez había sido declarado ganador en un comunicado oficial que se le envió por correo electrónico. Sin embargo, había una condición para el otorgamiento del premio. Pongan atención, que ahora viene lo bueno. La condición era que Rodríguez ofreciera una disculpa pública por haber cuestionado el proceso en que se desarrolló el certamen. Cosa que no hizo, obviamente, aunque eso significara que declararan desierto el premio o se lo concedieran a otro participante, como decían en el comunicado. Les remitió, en cambio, una aclaración en la que enumeraba las razones por las cuales había cuestionado el proceso y reafirmaba su derecho al haber procedido de esa manera y su negativa a disculparse. Pasaron unos cuantos días, durante los cuales podemos imaginar un incesante intercambio de correos electrónicos entre organizadores y Jurado, que dieron finalmente con la invitación para que el día 1 de octubre Rodríguez llegara a La Ceiba a recibir el premio.
Si decidimos aclarar también aquí esas incidencias es sólo para evitar más rumores (¡falsa esperanza!) y reivindicar la doble victoria de Rodríguez: una, por la posible calidad de la obra con la que ganó, y la otra, por haberles negado el placer de salirse con las suyas a unas cuantas personas malintencionadas y ahora, de dudosa reputación.
¡Brindemos, pues!
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