Se me había ocurrido, antes de terminar la lectura de la novela El teorema de Almodóvar, redactar una lista de "Razones para sospechar que Casas Ros es Vila-Matas", pero ahora que la he acabado, creo que mejor no lo haré. Primero, porque la novela me decepcionó un poco después de las cuarenta o cincuenta primeras páginas, lo cual propicia que empiece a descreer que Vila-Matas sea su verdadero autor, y segundo, porque de hacer esa lista de razones, que más que todo hubiesen sido las coincidencias encontradas entre uno y otro, estaría ayudando a alimentar la tontería del mito, y a mí lo que me interesa es lo literario, no su periferia.
Aunque bien escrita, es evidente que la verosimilitud no es el fuerte de Antoni Casas Ros en esta novela. Los diálogos –imaginarios o reales, no importa- con el transexual prostituto parecen extraídos de una novela rosa, pero no una novela rosa como cualquiera sino una en la que los protagonistas, además de estar enamorados, son sumamente cultos y grandes conversadores. Porque el transexual, en lugar de hablar de dinero, de drogas, de su trabajo o de su vida particular (lo que podría esperarse juzgando su condición), habla de cine, de literatura, de metafísica y de, cómo no, amor, y no demuestra rasgos verdaderamente humanos (y creíbles)sino tan solo hacia el final de la novela, cuando intenta suicidarse por la frustración que le produce saber que Almodóvar no lo utilizará como actor/actriz para la película sobre la vida de su amante el escritor Casas Ros.
Lo de que el supuesto ciervo causante de su accidente hace un montón de años haya vuelto a aparecer y se haya dejado conducir dócilmente hacia la casa del narrador, para vivir ahí con él y con su amante el transexual, también me parece descabellado. La elección de una situación semejante y del ciervo como posible símbolo de algo más, como un elemento connotativo, en la novela no se le dan bien al autor de esta posible autoficción.
Las mejores partes de la novela se encuentran en los temas de la soledad, de la desaparición y del proceso de la escritura. Cuando Antoni Casas Ros habla en pasado y cuando lo único que dice en presente está relacionado con la concepción de su novela futura, El teorema de Almodóvar, el texto gana en suspenso, en riqueza discursiva y en posibilidades de literatura de alto vuelo. Pero claro, el autor quizá sintió que esto no le bastaría a su narración y por eso inventó su cursi relación con el transexual, inventó también que conocía a Almodóvar, que éste se interesaba por llevar su vida al cine y que el ciervo volvía para “comunicarle algo”, lo cual constituye, para mi gusto, puro relleno ficcional innecesario e inverosímil.
¿Cómo va a ser Vila-Matas el autor de esta novela?, me pregunto ahora. Según he leído en internet, Casas Ros publicará próximamente otra obra de ficción. Esperemos que esta vez demuestre que su literatura es más importante e interesante que su vida.
3 comentarios:
Te agradezco la reseña del libro de Casas Ros. Después de leer varias notas que no analizaban el libro por sí mismo, sino sólo a la luz de la vida del autor, ahora tengo una visión completa de un texto que tal vez no leeré.
Tengo un problema con los textos que muchas veces por obra y gracia del periodismo tienden a entrelazarse con la vida de sus autores: en lugar de enriquecer mi lectura, pueden empobrecerla. Un libro en ese caso ya no es un objeto autónomo, que parece respirar y tener vida propia, sino
un accesorio que no puedo cargar sin antes no haberme endilgado seis o siete biografías y varios libros de viajes. Éste es el caso, por desgracia para mí, del texto de Casas Ros que, como te repito, tal vez no lea.
He disfrutado "Los demonios" sin saber que Dostoievski era epiléptico y ex anarquista y "La condena" sin conocer la peculiar relación entre Kafka y su padre. Conocer luego esos datos me ha servido para adornar en algunos casos, y para entorpecer en la mayoría, un par de pláticas alrededor de un café. En mi caso, buscar a tientas un vínculo entre la vida de un autor y su obra es perfecto para hacer periodismo, pero quizá no para entrar en un libro sin prejuicios, para explorarlo como una tierra virgen.
Yo he buscado "Los demonios" o "Los endemoniados" y sigo sin tener éxito.
Me llamó mucho la atención un pasaje de la novela que cita Camus en "El mito de Sísifo" sobre el personaje Kirilov.
Encontré "Los demonios" en la biblioteca del Curn, pero no he vuelto a verlo en librerías de primera ni en las de segunda. Supongo que sigue estando en la U, si es que algún amante de los libros no se lo ha llevado. Una vez lo hallé en la archifamosa librería Popular, pero no era la edición completa y además tenía una portada de cómic, así que me deshice de ella.
Kirilov es un personaje muy interesante porque quiere suicidarse para probar una teoría. Parece que Borges leyó "Los demonios" y hasta la admiró, pero por ahí leí en un texto suyo una burla dirigida a los suicidas como Kirilov.
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