16-IX
Pues bien, en aquel tiempo, una vez,
y de esto hace bastante,
iba en un carruaje. Oscuro.
De qué color, no sé, tal vez de arena,
de insomnio, de camino. No sabía
quién era, ni lo suponía.
Únicos viajeros nos confiábamos
al cochero invisible. Chirriaban
las ruedas sobre la nieve,
y en la oscurana de agua al fin se vio
que lo estampado era la carne
viva de tatuajes.
Edilberto Cardona Bulnes, Jonás, fin del mundo o líneas en una botella (1980)