Estación perdida II
Cuanto amé
doy a cambio de la estación perdida.
Con paciente avaricia yo he guardado
dones, heridas, dichas, infortunios,
vanas prendas que el tiempo ha vuelto bellas.
Ahí están,
bajo palabras puestas
ante el límpido augur de la memoria.
El mundo en torno ha sido monótono, aparente,
sólo un confuso limbo de lejanas presencias,
una noria atascada, un áspero cansancio.
Pero amé,
colmando fui de amor pechos y labios
y nada más que cuanto amé queda.
Mas la vida vendrá
cuando en mí resplandezca la estación perdida.Rigoberto Paredes, La estación perdida (2001)