Andrés Neuman, a la derecha, recibe el Premio Santillana de manos de Ignacio Polanco, presidente del Grupo PRISA.- LUIS SEVILLANO
Luis Goytisolo, presidente del jurado del premio Alfaguara de Novela que hoy recibió el argentino Andrés Neuman, dice que la obra ganadora es una novela "de tono decimonónico pero con la ambición de los maestros del siglo XX". 175,000 dólares le fueron entregados hoy a Neuman, quien abrió su discurso de agradecimiento diciendo: "En la casa de mi infancia había música. Mejor dicho, la casa era de música". Leemos en la nota de El País que el padre de Neuman tocaba el oboe. Su madre, el violín. Los dos hablaban de Schubert. Y sonaba el Viaje de invierno, la historia de un viajero con vocación extranjera, "sin ganas de norte", que sólo se detiene ante un viejo organillero. Hasta ahí la música de Schubert. La imaginación de Neuman hizo lo demás. Al viajero le inventó un amor y a todos, una ciudad ficticia. Y se puso a escribir El viajero del siglo. Por el camino murió su madre y él pensó en dejarlo. Continuó. "Como ese viajero que camina para averiguar adónde va, hoy siento que ya sé para qué seguí escribiendo: para poder dedicarle la novela a mi madre", dijo.
"La literatura del siglo XXI pertenecerá a Neuman y a unos pocos de sus hermanos de sangre", dijo una vez Roberto Bolaño. Y ahora todos, no solamente por el premio sino también por el discurso de Neuman, están empezando a entender por qué lo dijo. Dice la otra nota en El País:
¿Y de qué hablan Neuman y esos "hermanos de sangre" llamados a comerse el futuro? El autor de El viajero del siglo trató de responder a esa pregunta: "Durante buena parte del siglo pasado, la mejor literatura latinoamericana se sintió obligada a retratarse a sí misma. Como si se mirase a través de lo que otros esperaban ver en ella". Y otra pregunta: ¿Qué ha cambiado hoy? "Quizás el abandono del propósito de encarnar determinadas esencias nacionales y políticas. Las primeras tienen que ver con la idea de patria y exilio en su sentido ortodoxo. Las segundas, con cierta forma de entender el compromiso político. Que no se está perdiendo, sino reformulando".Neuman cerró su discurso con una carta a unos extraterrestres hipotéticamente interesados en estudiar a una generación de escritores de ida y vuelta. Emigrantes americanos en Europa descendientes de emigrantes europeos en América. Autores que, como él, escriben en "un castellano de todas partes y ninguna, que es la lengua natural de muchos emigrantes y de su mundo movedizo". Antes de la carta, el escritor señaló la "desterritorialización" como rasgo determinante de los nuevos autores latinoamericanos: "La literatura en español puede aspirar, al igual que otras grandes literaturas (como la norteamericana) u otras lenguas (como el francés o el alemán), a simbolizar cualquier espacio, a ser una metonimia del mundo. Puede que, desde los años noventa, la sensación de muchos nuevos autores sea ésa: el desprejuicio territorial. Esto lo han reflejado situando sus historias en lugares remotos, o bien proyectando una mirada extranjera sobre lugares teóricamente propios".
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