Después de una pausa que ha durado varios meses, tiempo durante el cual Dennis Arita ha estado escribiendo una novela cuyas primeras páginas han pasado ya por mis ojos, el compa vuelve con algunas reseñas originalmente publicadas en la recién estrenada revista Nosotros. Copy-paste entonces a partir de hoy a sus breves reseñas. Para empezar, ésta de un libro de Vila-Matas en donde habla, entre otras cosas, del juego de hibridación de géneros y de si "es lícito hablar de realidad en un texto de ficción":
Quien compra París no se acaba nunca (2003), del barcelonés Enrique Vila-Matas, adquiere una ganga porque se trata de al menos tres libros en uno: una conferencia, una autobiografía y una novela. Esa mezcla se entiende a la luz de otros de sus textos, que suelen ser como cofres que acogen todo tipo de géneros literarios. Historia abreviada de la literatura portátil (1985) es un híbrido de novela y de biografías inventadas; Bartleby y compañía (2001) pretende ser un libro de ensayos y una novela, pero no es ninguna de las dos cosas porque en realidad no hay texto, sólo las notas a pie de página de un libro que Vila-Matas se ha negado a escribir, como un ejemplo del tema cardinal de Bartleby y compañía: el de los escritores que por variadas razones se han negado a escribir o han dejado de hacerlo.
La conferencia en París no se acaba nunca abarca las páginas iniciales del texto y tiene por tema los caprichos que suelen aquejar a los escritores exitosos, uno de los cuales es el propio Vila-Matas. Ejemplo de esos caprichos autorales que abarca en su charla dirigida a un fantasmal auditorio es su presunta participación en un concurso de dobles de Ernest Hemingway. Desde esta propuesta inicial entendemos que estamos ante un libro sin mayor apego a la verdad, porque al comparar la fisonomía de Hemingway y la de Vila-Matas sabemos que no puede haber dos personas menos parecidas.
Esta escritura falaz se mantiene en las siguientes páginas, en las que se pasa sin esfuerzo a un intento de autobiografía que abarca la estancia de Vila-Matas en París en los 60 o 70, años que, según el autor, no fueron del todo felices, aunque ese clima de infelicidad o más bien de precariedad económica es narrado con un desapego y un regocijo sospechosos... intuimos que lo que Vila-Matas nos describe en su proyecto de autobiografía no es necesariamente auténtico. Su relato abarca encuentros y desencuentros con una miríada de personajes reales que, transformados por la alquimia de la literatura, adquieren facetas casi fantásticas. Es el caso de la famosa escritora francesa Marguerite Duras, que en el libro aparece como casera de Vila-Matas y, a pesar suyo, como consejera literaria sui generis. "Escriba", le dice al jovencísimo Vila-Matas la Duras que se ha inventado el autor barcelonés, "no haga otra cosa en la vida".
Guarnecidos con las armas de la ironía y la ficción que el propio Vila-Matas nos ha legado, los lectores asistimos a una nueva transformación de este texto proteico, que se va convirtiendo en la novela que podría haber sido desde el comienzo, pero que no lo es, o que acaso lo ha sido siempre, aunque de manera original y divertida. Vila-Matas parece olvidarse de su primer esbozo de charla y de su intento de biografía y pasa con naturalidad asombrosa a tramar unas páginas finales por las que desfilan situaciones y personajes típicamente novelescos.
Al parecer, los libros más gustados de Vila-Matas son aquellos en los que prima el entramado de distintas formas literarias -Bartleby y compañía, París no se acaba nunca- y cautivan un poco menos aquellos en que prefiere la escritura "tradicional" que busca contar historias sin recurrir a los juegos de manos: Lejos de Veracruz, Suicidios ejemplares, El viaje vertical. Afortunadamente, Vila-Matas acostumbra revisitar el juego literario autorreferencial, a las artes de prestidigitación de un escritor encantado por la facilidad con que la ficción encadena la verdad y la mentira.
Para el lector avisado, las perpetuas mutaciones que se operan en los textos vilamatianos enriquecen la lectura por razones que escapan, de hecho, a los límites del libro. Esta riqueza no sólo se relaciona con las llamadas a libros de otros autores, especie en la que abundan algunos de los mejores textos de Vila-Matas. Para comprobarlo, basta revisar Bartleby y compañía. La riqueza de París no se acaba nunca va más allá: es más ambiciosa porque nos hace preguntarnos hasta qué punto es lícito hablar de realidad en un texto de ficción.
3 comentarios:
La letra "O" entre cifras debe de tildarse para no ser confundido con el número cero (0), por ejemplo:
"...la estancia de Vila-Matas en París en los 60 ó 70..."
Todo por la pulcritud y la no ambigüedad!
Rene Amaya Catedrático de la Unah-Vs
Lo felicito Giovanni por su página.
Gracias, profesor. Saludos.
Estimado profesor, no es obligatorio, sino sólo recomendable, tildar la o en el caso que usted gentilmente señala. Cito el Diccionario de Dudas de la RAE: "Por razones de claridad, ha sido hasta ahora tradición ortográfica escribir la o con tilde cuando iba colocada entre números, para distinguirla del cero: 3 ó 4, 10 ó 12. La escritura mecanográfica hace cada vez menos necesaria esta norma, pues la letra o y el cero son tipográficamente muy diferentes. No obstante, se recomienda seguir tildando la o en estos casos para evitar toda posible confusión".
Sin embargo, sí es obligatorio escribir "confundida" y no "confundido" en este caso: "La letra "O" entre cifras debe de tildarse para no ser confundido con el número cero (0)".
También es obligatorio escribir "ninguna" en lugar de "ninguno", como en este pasaje de mi reseña sobre el libro de Llosa: "Ninguno de las otras dos grandes líneas argumentales, el regreso de Urania Cabral a la isla para remover antiguas heridas y el último día de vida del propio tirano Trujillo..."
D. Arita
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