La foto de Benedetti es, por supuesto, de Daniel Mordzinski/ Página12.
Hasta ahora, no había querido publicar nada relacionado con la muerte de Mario Benedetti porque sentía que hacerlo significaba (para mí) tan sólo seguir el hilo mediático en el que, por la desafortunada circunstancia de su muerte, de tramo en tramo, unos y otros van recordándolo y llorándolo y considerándolo quizá el mejor escritor del mundo -cosa muy lejana de la realidad- hasta convertirlo en algo distorsionado e inexacto, algo que sólo es posible a través de la extrema generosidad de algunos de sus lectores. Yo, recuerdo de Benedetti muy poco: La tregua, una novela en forma de diario que abrí hace unos ocho años en Librería Caminante y en la que busqué la entrada que correspondía a mi fecha de cumpleaños, y leí: "Si alguna vez me suicido será un domingo. Es el día más desolador, el más insulso". Entonces compré la novelita y me la leí un domingo, y me gustó. Después, una amiga me regaló un libro de cuentos del uruguayo, pero leí el primero, el segundo y parte del tercero y renucié a la lectura. De sus poemas tampoco puedo decir mucho, tan sólo que antes que a Benedetti prefiero a Sabines. Me quedo entonces con La Tregua y su domingo insulso, y con la buena cara del viejito, una cara de abuelito que todos quisiéramos haber tenido (el abuelito, no la cara). Pues bien, si he decidido hoy poner algo sobre Benedetti en este blog es sólo porque me encontré en el Moleskine Literario una entrada que recoge algunas impresiones de escritores argentinos sobre Benedetti. Una de ellas, la que dejo aquí, me llamó la atención porque resume muy bien eso que siento yo por la literatura de Benedetti sin faltar a la memoria del viejo. Lo escribió Juan Pablo Bertazza y dice así:
Benedetti –sería injusto negarlo– es casi una mala palabra para la actual poesía, a tal punto que pocos, muy pocos osarían tomarlo en cuenta. Y eso puede deberse a varias razones: tal vez su inventario poético terminó devorándose al resto de su obra, tal vez su poesía envejeció mal, tal vez no se pueda ser tan popular y de culto al mismo tiempo. Lo indudable es que en el mayor porcentaje del Benedetti poeta hay un Benedetti letrista. Lo curioso es cómo todos los otros Benedettis fueron muriendo a manos del Benedetti de Poemas de la oficina o Sólo mientras tanto, a manos de poemas que le gustaban a nuestros malos maestros de literatura, a manos de poemas que inundan las orillas de la red: el Benedetti periodista, el Benedetti militante de izquierda, el Benedetti crítico de cine, el Benedetti humorista, el Benedetti exiliado y desexiliado, el Benedetti narrador que despabiló al cuento uruguayo con las luces de neón de la ciudad, el kafkiano Benedetti de La tregua, el Benedetti maldito de ese conmovedor relato que es “Sábado de gloria”, donde Benedetti reza a Dios “una oración aplastante, llena de escrúpulos, brutal, una oración a mano armada” para que no se la lleve a su compañera. Todos esos Benedettis que, ahora, paradójicamente, quizás renazcan.
1 comentario:
Benedetti fue amado por muchos, algunos de sus poemas se adaptaron para hacerlos canciones, también alguien empecinado en el desmedido aprecio y tal vez con una taimada intención (aprovechando su éxito editorial) llevó con buen suceso una de sus novelas al cine.
Pero la grandeza de Benedetti consiste tal vez en esa facilidad con la que llega a los lectores, esa "armonía" que establece en sus escritos. Entiendo a Giovanni cuando dice de que abandonó después del tercer cuento su lectura, lo imagino porque Giovanni siempre ha sido un devoto lector de autores que es su estilo, propuesta y estructura son complejos e innovadores o porque no recrean sus poemas o cuentos en situaciones tan triviales y éticas o moralizantes, cosa que pasa con Benedetti.
Benedetti siempre fue así, un escritor comprometido con un afán de ética y línea temática de la solidaridad humana, sin embargo y contrario a muchos otros autores latinoamericanos que ahora parecen olvidados, él es rememorado y amado, diría yo por lectores pop que han visto en su sobrada ternura la capacidad de imprimir en diferentes "poster" cosas dedicados a fechas como San Valentín poemas sin poesía como: "Defensa de la alegría", "te quiero" y "La locura".
“No hay libro tan malo que no tenga algo bueno“ dijo el maestro y es cierto, por ejemplo yo me quedo con aquel libro de ensayos que a veces pecaba de analogías desmedidas y anacrónicas, pero donde yo aprendí a ver a Benedetti con otra cara: la del crítico, la de su condición de lector, la de su afinada e incisiva pluma, "El ejercicio del criterio" me gustó mucho.
A mi edad ya casi no se puede mentir y también debo de confesar de que hace muchos años, leía a oídos de las las muchachitas poemitas de Benedetti, y eran eficacez, así que después de todo, Gracias Benedetti.
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