Por Giovanni Rodríguez
2008 acabó mal y 2009 empezó mal. Este artículo también empieza mal; lo sé, pero no puedo evitarlo. Así que si quiere, puede abandonar ahora mismo la lectura e irse por ahí, silbando una cancioncita para alegrarse la vida y dejarme a mí con este blues lento y acaso melancólico.
Lo general: la crisis mundial que aunque algunos no queramos asumirla acaba dándonos en la nuca hasta de carambola. Lo particular: a mitad del mes pasado me introdujeron una aguja en la rodilla izquierda y me extrajeron un líquido que aunque inicialmente creí (no sé por qué) de color amarillo, resultó más rojo que la roja sangre (era, efectivamente, sangre, y si a estas alturas empieza a sentir que va a vomitar, recuerde que en el párrafo anterior le recomendé la huida juiciosa).
Dieciocho días con la pierna enyesada y las consecuentes dificultades para cualquier tarea doméstica. Sí, para cualquier tarea doméstica, sin excepción, y sin contar que de mi habitación a la cocina hay veinticuatro escalones disuasorios. Y para seguir con lo particular: la madre de todos los resfriados que se ha empeñado en cohabitar conmigo durante todo el inicio de año sin que se le vean ganas de una ya, por favor, justa retirada.
No tengo ganas ni para escribir este artículo (es otra advertencia) y me da sólo por hablar de cosas malas o hablar mal de cosas buenas. Hablar, por ejemplo, de la noche que está nublada y de que no tiritan, azules, los astros a lo lejos. Hablar también de esas líneas de Molloy -la primera novela de Samuel Beckett que leí hace como ocho años- que dicen: “Entonces entré en casa, y escribí: ‘Es medianoche. La lluvia azota en los cristales’. No era medianoche. No llovía”.
Aquí en mi habitación, con este resfriado insoportable, me da la impresión de que es medianoche y que afuera llueve. No lo sé. Probablemente no sea medianoche ni llueva afuera. Probablemente ni siquiera esté resfriado. Sólo sé que repiquetean en mis oídos esas palabras de Beckett traídas por Vila-Matas con tanta insistencia en cada artículo que leo de él últimamente, y que me gusta creer que dicen la verdad, o sea: me gusta creer que verdaderamente es medianoche y que afuera la lluvia cae sobre el mundo.
Mal, muy mal. Estoy escribiendo a trompicones. Cada frase me la deja a la mitad un estornudo sorpresivo o la maldita tos que ya casi no me permite hablar.
Ahora que recuerdo, el personaje Molloy andaba con muletas, como yo hasta el 30 de diciembre. Bonita coincidencia. Fui Molloy durante dieciocho días. Lo malo es que no pude andar en bicicleta ni irme por ahí, de bar en bar, buscando no sé qué, como hace Molloy en la novela. Me quedé en casa todo el tiempo y acompañé a Daniel Sada a un pueblo caluroso de México. Espié también a Sebald en su conversación con Austerlitz y acompañé a este último en la búsqueda interminable de su familia desaparecida y de su propia identidad robada por una de esas desafortunadas circunstancias de la vida desde los cinco años. Continué con Georges Perec y me fui con los dos personajes de Las cosas a una aburrida ciudad de Túnez.
Y sigo ahora en mi habitación, inmóvil, con mucho frío, y sin embargo me voy alejando de nuevo, esta vez con Murakami y su reciente novela After Dark, en donde la acción empieza precisamente casi a medianoche. Planeo montarme en mi bicicleta imaginaria y llegar con ella hasta Tokio o cualquier otra ciudad japonesa que se le haya ocurrido a Murakami, y no me importa que sea medianoche ya, que llueva y que el resfriado derive en una enfermedad más grave. Ya les avisaré.
2 comentarios:
Excelente narrativa, con agrado sincero expreso que detenerme a leerte fue una de las cosas interesantes que hize en el dia.
Gracias por el regalo escrito y la divertida proeza de escribir luego de esa médica intervención.
Saludos
PD.
Te invito a darte una vuelta por mi blog y dejar tu humilde comentario.
Muy bien descrito, me he remontado a los dias que en sufri del mismo mal: libros salpicados de catarro, al menos se presta un poco mas de atencion pues debes de leer un mismo parrafo dos veces (dependiendo siempre grado de peligrosidad del bendito estornudo que me atrofiaba hasta los mas profundos de mis pensamientos).
"VIRUS" -decian algunos-.., Esto no era mas que una treta del enemigo aburrido que no tenia mas que hacer, en un arranque de aburrimiento del dios de la divagacion de la mente...
Saludos y Exitos...
te invito a compartir nuestro blog aunque puede que los intereses solo se encuentren en una realidad distorcionada.
Danny C
Fusion Team
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