¿Se imaginan al poeta Roberto Sosa publicando una novela de su autoría?
“…he llamado a Roberto Sosa, cuyo número de teléfono no figura en la guía telefónica de Tegucigalpa.Había llamado por primera vez, desde San Salvador, a su homónimo quien, lejos de parecer decepcionado o irritado, habituado tal vez a que se dirigieran a él, siquiera unos segundos, como si fuera el poeta más famoso de Honduras, me facilitó amablemente el número de teléfono del otro Roberto Sosa”.
“La primera vez que nos vimos, Roberto Sosa me aseguró, por provocación, que si sólo escribiera poemas era para precaverse de la pesadez siempre un poco estúpida de la labor de creación novelesca. Sonreía al recordar la frase de Jorge Luis Borges, según la cual es mejor fingir que esos libros han sido ya escritos, y ofrecer de ellos un resumen, un comentario. A veces les ofrece argumentos a sus amigos, considerando que esa actividad puede cuando mucho constituir un juego de sociedad. Esta noche me propone que inventemos juntos la trama de una novela cuyo título elige: El asesinado.Sorbemos también esas bebidas inspiradoras, invocamos al saludable genio de Johnie Walker mejor que el de William, y desarrollamos por turnos una intriga sobre el incierto futuro del comando Tupac Amaru, que sigue parapetado en la residencia del embajador de Japón en Lima. ¿Será el asesinado el presidente de la república de Perú, Alberto Fujimori, o bien Néstor Cerpa Cartolini, el jefe del comando?Pero nosotros, que no somos amnésicos, que disponemos de los recuerdos del futuro, y hemos leído el ejemplar de El Nuevo Diario (¿Será que se refiere a El Nuevo Día o había en 1997 en Honduras un diario con ese nombre?) del miércoles 23 de abril de 1997, sabemos ya que los catorce miembros del grupo serán abatidos, morirán acribillados de balas en una operación del ejército peruano, al amanecer, después de habérseles prometido un avión para huir a La Habana.El narrador que yo le proponía seguiría la historia de lejos, a través de la lectura de los periódicos. Es un viejo espectro vestido con un impermeable mugriento, tocado con una gorra de béisbol rojo vivo con una larga visera. El libro que escribiría sería un tratado puramente formal y binario: leería dos periódicos, en dos capitales de dos países fronterizos, dos viernes consecutivos. No sabría ya muy bien si está sentado ante unas hojas desparramadas al fondo del patio del bar Paradiso de Tegucigalpa o en la terraza del snack-bar Morocco de Managua, o incluso en la cantina de Los Pescadores de La Libertad, con hules en las mesas, donde temblequean unas velas y penden guirnaldas de bombillas multicolores en el cielo rojizo del crepúsculo. Junto a la barra, un juke- box desgrana boleros y entonces la ve, la adivina cada noche en medio del centelleo cegador que desciende sobre el Pacífico, y que dibuja por un instante su silueta borrosa a contraluz…”
Patrick Deville. Pura vida.
1 comentario:
Loco, creo q se refiere al Nuevo Diario de Perú. Saludos!
Denis
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