Fuente: www.correntroig.org
Por Giovanni Rodríguez
Vi hoy en mi Café Kubista a una pareja de jóvenes compartiendo el mismo café con leche. Sí, se pasaban la taza de una mano a otra de modo que los dos pudieran tomar en partes iguales. Parecían novios y parecían felices. “La crisis”, me dije, “que ha llegado hasta estos lados”, y en ese momento caí en la cuenta de que ese episodio en el café era el primero que me mostraba que en Europa también la crisis era real.
A mí, permítanme decirlo, me da risa la crisis. O quizá no sea la crisis lo que me da risa sino lo que la gente sufre aquí pensando en las consecuencias de la crisis. Me da risa, por ejemplo, cuando escucho a alguien decir que este año ya no podrá ir de vacaciones a La Muralla China y que su mermada economía apenas le alcanzará para echarse unos cuantos días, quizá cuatro o cinco, en alguna playita de Italia o de Francia. O cuando alguien dice que este año le tocará repetir en invierno el abrigo del año pasado o que habrá que disminuir un poco el presupuesto para los regalos navideños.
Me dan risa esas “enormes carencias” que tendrán que aguantar los europeos en estos tiempos de crisis. Me da risa, sobre todo, porque, desde el punto de vista de ellos, a mí no me afecta para nada la crisis. Yo nunca he planeado vacaciones ni a La Muralla China ni a Bahamas ni a ningún otro lugar; llevo dos años en España soportando tranquilamente el frío invernal con la ropita caliente que compré al llegar; y nunca me he ejercitado en eso de los regalos navideños, quizá porque nunca sobró el dinero en mi casa o quizá también porque a ninguno de los miembros de mi familia nos entusiasman esas banalidades con fecha de entrega.
Tampoco me acostumbré a comprar ropa de marcas famosas o caras; de hecho, durante mucho tiempo fui feliz cuando doña Carlota, una vecina en mi pueblo, abría los bultos cada sábado, en los que, si tenía la suerte de llegar primero, encontraba bonitas camisetas que compraba a diez lempiras, lo que equivale a no más de cuarenta céntimos de euro.
Para esta gente europea, acostumbrada a comer bien, a viajar, a divertirse sin pensar nunca en el dinero (no suele pensarse en aquello que es tácito) la crisis es casi una tragedia cuando para nosotros, en nuestros países latinoamericanos, es algo casi normal. Si para el resto del mundo la crisis empezó el año pasado, para la mayoría de la gente de nuestra Latinoamérica empezó mucho tiempo atrás.
En economía, la crisis es un estado de excepción, pero en nuestros países el estado de excepción sería la bonanza. Estamos ya demasiado acostumbrados a la crisis propia que verla en los demás resulta cómico, porque a uno le da la impresión de que esa gente no podrá sobrevivir.
Mientras miraba a la pareja en el café recordé algunos días de hace no más de cinco años en los que me paseaba por las calles de San Pedro Sula sin poder ajustar doce lempiras para entrar a un establecimiento y comprar mi propio café con leche. Me he sentido desdichado en esas ocasiones, pero a fuerza de sentirme desdichado, me fui acostumbrando y aprendí a sobrevivir. Lo que no se puede aprender es a sobrevivir todo el tiempo, a ser un sobreviviente permanente, y por eso algunos emigramos. Y a nosotros, los que llegamos a ver fuera de nuestros países "tragedias" de este tipo entre otros ciudadanos del mundo acostumbrados a la comodidad y al bienestar que les procura el dinero, nos da risa la crisis. Es como ver a un hombre llorar porque se le clavó una espinita en un dedo.
Personas como la pareja de jóvenes en el café son capaces de practicar la felicidad en pequeñas dosis. Me pregunto si en eso consiste la felicidad: en asumir dignamente nuestro lugar en el mundo y de ahí en adelante disfrutar lo que las circunstancias nos permiten disfrutar. ¿Es eso cierto? ¿En eso consiste la felicidad? ¿O es que también la felicidad está en crisis?
3 comentarios:
Si la crisis alcanza a los "pudientes" de Europa, creo que tambien alcanzara a nuestros paises imaginarios y de en sueño como "la felicidad".
A todos nos alcanza de maneras diferentes... por ejemplo: En mi caso, no podre pagar la mensualidad de mi suscripcion a Internet en mi negocio... y creeme que no me da risa (o tal vez si, pero que no se entere nadie jijiji)
Es la verdad, las personas que viven con comodidades encuentran una crisis en cualquier falta de una cosas. Y lo que dice de nuestro pais es muy real.
no hay tal crisis.
hablemos de pobreza, y es siempre ppara los mismos.desigualdad
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