El escritor antioqueño Héctor Abad Faciolince. Foto: Luis Benavides/EL TIEMPO
Hernán, nuestro corresponsal en Colombia, nos envía una divertida entrevista (tomada de aquí) a Héctor Abad Faciolince con motivo de la reciente aparición de su libro de cuentos Amanecer de un marido. Digo divertida porque el pobre periodejo que se la hace parece saber de literatura lo mismo que yo sobre radiaciones atómicas, de modo que (para que les quede claro a ese segmento de pobres lectores cobardes que nunca entienden nada e insisten en manifestarse cada día a través de correos anónimos) el título de ésta es irónico y demuestra tan sólo que el entrevistado se aburrió mucho con las preguntas que le hicieron. He aquí algunas de sus respuestas.
'La Balada del viejo pendejo' ya la había incluido en Basura, ¿son los cuentos de este libro resultado de una recopilación de textos que ya había escrito con los años, o los escribió pensando en este libro? ¿En qué circunstancias escribió este libro? ¿En Berlín, en Medellín, después de una separación dolorosa?
No escribo libros de cuentos. Escribo cuentos. Algunos de los cuentos del libro, como es normal en cualquier escritor, han aparecido en revistas literarias, en suplementos de periódicos o en antologías de relatos. Hay cuentos escritos en Berlín, cuentos escritos en Turín, cuentos escritos en Medellín. Encontré un hilo temático y los junté en este libro. En cuanto a mis separaciones, han sido siempre indoloras, como las de todo el mundo.
¿Qué tan autobiográfico es Amanecer de un marido?
Es completamente autobiográfico: mi madre se acaba de morir en un asilo de ancianos (cuento 'Album'). Una esposa mía se suicidó por amor a mí, porque yo la traicionaba con otra (cuento 'Memorial de agravios'). Me separé porque me pusieron unos cuernos inmensos como catedrales (cuento 'Alguien oculta algo'). Soy un celoso patológico que se imagina que su mujer lo traiciona con muchachitos (cuento 'La fiebre en Tolú'). Tengo una amante de 20 años por lo que se me puede considerar un perfecto viejo verde (cuento 'La balada del viejo pendejo'). Cometí un homicidio culposo con mi padre, en un accidente de tránsito (cuento 'Juventud, divino tesoro'). Tengo un hermano gemelo, pero sólo lo supe después de su muerte (cuento 'Sosia'). Me encontré una guaca millonaria en el apartamento de mi casa, ahora soy millonario y vivo en Montreux (cuento 'La guaca'). Y como si esto fuera poco, también fui asesinado hace poco por sicarios (cuento 'Mientras tanto'). Como puede ver, escribo sobre mí desde el más allá.
¿Por qué dar este título al libro si no contiene en su mayoría cuentos sobre el matrimonio?
Piense en esto: ¿por qué Borges habrá llamado su libro de cuentos El Aleph, si la mayoría de cuentos no hablan del Aleph? ¿Y por qué Chéjov habrá titulado su libro de cuentos La dama del perrito si en la mayoría de los cuentos no hay perritos? Es habitual que un libro de cuentos lleve el título de uno de los cuentos. Eso es todo. Y cuente bien: la mayoría hablan del matrimonio.
En una entrevista afirmaba que con el tiempo ya no sabe si lo que escribe vale la pena, ¿le quedó ese sentimiento con El olvido que seremos o con Amanecer de un marido?
Lo que escribo no vale la pena, ni ahora ni nunca.
¿Qué libro lo hace sentirse más orgulloso?
Los libros de los demás. Los míos, yo dejo que se defiendan solos. No los defiendo de los ataques de los maliciosos ni los acaricio con los elogios de los benevolentes.
¿En qué cree que ha evolucionado o involucionado su escritura desde que comenzó a publicar libros?
Su pregunta, como en las encuestas mal hechas, sugiere ya la respuesta. Usted habla de involución. En efecto, cada vez escribo peor.
¿Qué tanta presión ejerce sobre usted el éxito de El olvido que seremos?
Ninguna presión. El que crea en su propio éxito es un bobo o un ingenuo. Todo está condenado al fracaso porque todos nos vamos a morir.
¿Le habría gustado o le gustaría tener dos esposas, como le ocurre a su personaje de 'Oriente empieza en El Cairo'?
Practico la poligamia, aunque no al mismo tiempo, sino a lo largo del tiempo.
¿Se considera una persona melancólica?
Melancolía es una bonita palabra, porque melan es negro, en griego, y kholé humor o bilis. Según la teoría de los humores, el alma de uno se manifiesta según el color de los humores predominantes que secreta nuestro cuerpo. Hay entrevistas que me vuelven melancólico, sí. Por ejemplo ésta. Las preguntas impertinentes generan bilis negra.
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