domingo, 21 de diciembre de 2008

Cioran en el sótano

Cioran salvado por la anticuaria. SCIAMMARELLA. Fuente: El País.

Ah! Leer los diarios españoles es igual de gratificante que leer los hondureños. Un domingo como hoy, por ejemplo, En San Pedro, me levantaba temprano, caminaba siete cuadras hasta llegar a la esquina del parque y compraba cualquiera de esos diario-revistas que venden por cinco lempiras y me iba al Expresso Americano. Abría el diario-revista al azar y ¿qué creen?: la columna de Rómulo Emiliani. Daba vuelta a la página y otra delicia para el paladar: Salvador Nasralla diciendo que los músculos de David Suazo son más grandes (apetecibles) que los de cualquier futbolista centroamericano (todos feos y pobres y desnutridos). Pero esa es otra historia (la de los diario-revistas hondureños, no la de Nasralla); ahora a lo que vine: una curiosa nota que leo en El País sobre unos supuestos diarios de Cioran encontrados en un sótano parisino. Si quieren leer la nota completa, ya saben, click en el enlace anterior.

Hace casi once años, Simone Boulez, una anticuaria del Mercado de las Pulgas de París recibió un encargo corriente: acudir a una buhardilla deshabitada del Barrio Latino para limpiarla de trastos y basura, arramblar con todo lo que valiera algo, tirar el resto y dejarla lista a fin de que el propietario pudiera volver a alquilarla.

La mujer se fue con su yerno y comenzaron a expurgar en el desorden del piso abandonado. Incluidos los papelotes que se encontraban en el sótano. Mientras trabajaban, a la mujer le llamó la atención un jarroncito medio escondido en una alacena porque tenía una inscripción que decía "Simone y Cioran". A la anticuaria le gustó porque el nombre de ella coincidía con el suyo, no porque conociera al otro. Pero su sobrino le advirtió:
-A mí me parece que éste es un escritor famoso.
Simone Boulez, que no sabía nada del escepticismo y la obsesión por la muerte del filósofo rumano, ni de su aversión a la fama y a la petulancia, pero que como buena comerciante callejera había desarrollado el olfato ante la bicoca y el sentido de la oportunidad, decidió entonces guardar los papelotes encontrados en el sótano.
Acertó. Hoy valen más de medio millón de euros. Son 18 cuadernos de espiral de la papelería parisina Joseph Gilbert que constituyen una suerte de diario del filósofo desde 1972 a 1980. En ellos se cuentan hasta cinco versiones sucesivas de una de las obras maestras de Emil Cioran, Del inconveniente de haber nacido. También hay bocetos de otros libros y frases, títulos desechados ("nostalgia del diluvio") pensamientos, aforismos, apuntes y notas. "Kandinsky sostenía que el amarillo era el color de la vida. A lo mejor es por eso por lo que ese color daña a los ojos", se lee en uno de estos cuadernos.
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2 comentarios:

Ileana Dascalu dijo...

Sinceramente, esta noticia, me produce pena… lo más importante debería ser, el descubrimiento y la conservación de esos cuadernos. Un saludo.

José Valdez dijo...

En otro libro lei que Cioran mismo asociaba el amarillo con la enfermedad, el padecimiento. El maestro tenia esta hiperstesia, este eidetismo que lo hacia parecer mas un poeta que cualquier otra cosa. Importante lo del descubrimiento.