Por Giovanni Rodríguez
Estos son los días de la nostalgia, de la resaca por lo vivido durante todo el año que está por terminar, y uno no puede evitar hacer números, balances, recapitulaciones, como si de una tarea de escuela se tratara; tampoco somos inmunes a la manía general de establecer propósitos para el año que viene. Lo hacemos, como todos, aunque sea en secreto o alejados del bullicio navideño y no necesariamente con las doce uvas.
A esta hora todos corren al supermercado para hacer las últimas compras antes de la cena de Navidad, algunos se angustian porque no han podido elegir aún la ropa que habrán de lucir y otros porque todavía no tienen listos todos los regalos. A estas alturas del año la propaganda en los medios de comunicación ha sido tan efectiva que vamos por la calle sinceramente dispuestos a sonreírle a todo el mundo, a ceder el paso o el asiento o el turno en la fila, a desearle al prójimo una “Feliz Navidad y un venturoso Año Nuevo”, aunque nos importen un bledo el prójimo, la Navidad y el Año Nuevo.
No saben cuánto me aburre todo esto. Y sin embargo me contagia. De tal manera me contagia esta hipocresía general que aunque ya haya avisado a mi hermano, a su novia y al resto de gente que se reunirá en casa esta noche que no estaré con ellos porque me comprometí a acompañar a otros amigos en su casa (burda mentira que esconde la verdad de que en realidad me iré por ahí, de bar en bar, a consumir las horas), acabaré apareciendo en casa más tarde probablemente algo borracho y con el ánimo necesario para desearles a todos una Feliz Navidad, de modo que ellos también me la deseen.
Es lo que tienen estas malditas fechas. Uno no puede abstraerse del todo. Seguramente encontraré pocos bares con la disposición de permanecer abiertos hasta por lo menos la medianoche, y los que encuentre abiertos estarán, con toda seguridad, semivacíos, porque sus habituales parroquianos más sensatos habrán de permanecer en sus casitas reunidos con sus seres queridos, excepto yo, por supuesto, absurdo Grinch que bebo y bebo, quizá para olvidar, para olvidar que bebo.
Estoy un poco harto ya de no saber qué hacer en cada Navidad o en cada última noche del año viejo. Se me ocurre que deberían existir lugares para gente como yo, gente indispuesta para la champaña y el pastel y las cenas que amenizan las “fechas especiales”, pero aborto la idea de inmediato; un lugar para gente así derivaría irremediablemente en una especie de centro de rehabilitación o en una fiesta, que son dos extremos a los que no quiero llegar precisamente en estas fechas.
¿Pero saben qué es lo que más me molesta de que en estas fechas la gente sólo piense en hacer fiesta y estar feliz? Lo que me molesta es que alguien más lo haya decidido, y más allá, que ese “alguien más” sea casi todo el mundo. Es que no acabo de entender por qué nos toca estar felices precisamente en estas fechas. Ni que todos fuéramos cristianos, o mínimamente religiosos.
“Pero es una tradición”, me dice mi cuñada en un primer intento de convencerme de que me quede en casa con ellos esta noche. “Odio las tradiciones”, le digo, como Pitufo Gruñón, o como el Grinch que soy una vez al año por estas fechas. Pero no se preocupen. Ya se me pasará. Sólo espero que todo esto pase pronto. Que cese el ruido, la alegría hueca. Feliz Navidad a todos. No me esperen.
6 comentarios:
Ja, ja. Ya recordé que Malvin te dijo "Grinch" hace dos navidades.
Brindo porque se acabe la Navidad!!!
Salud!!
Me acompaña, mi querido Giovanni?
Juímonos puesn!
no jodás!
jajaja, vaya pose la que se adopta sólo con la intención de que los demás nos vean como "diferentes"... si en verdad les es tan indiferente esta fecha entonces ni siquiera se mencionaría, ni la comentaran. Y por mucho que el ambiente nos la recuerde, lo que se pone como excusa para hablar de ella, la dejaramos pasar sin "son ni tron"...un verdadero "Grinch", es al que ni siquiera le molesta que las demás personas hagan con estos días lo que les venga en gana, al verdadero Grinch lo que le importa es sólo lo que él piensa con respcto a este tipo de "celebraciones tradicionales", lo demás que se vaya al carajo.
...He publicado un par de comentarios en este blog con el nombre de H.H. lo uso porque es parte de la misma cosa, un juego, al igual que practicamente todo, y si en un momento dije que la publicación de "Adiós, nos han sacado de la red", no era de la calidad de este blog, (ustedes pueden decir que tambièn es parte del juego), lo hice porque he leido publicaciones que en verdad nos han deleitado. Y si en su momento interprete mal la mencionada publicación, la que me pareció cursi, al estílo burgûes de muchos y no al estílo revolucionario que todos quisiéramos se manejara en este blog,(no se tome "revolucionario" como lo primero que se les venga a la mente), es porque sigo pensando que se puede lograr y mantener esa actitud en muchos de los temas, no sólo en los que a literatura se refieran.
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