Termino de leer Austerlitz, al parecer el último libro escrito por W. G. Sebald, y me queda una sensación de tristeza ajena. No puedo evitar compadecerme del personaje Austerlitz, un hombre que, al final de sus días, empieza a escarbar en el pasado para ver si logra dar con su origen, con su identidad. No conoció a sus padres, no sabe dónde nació, no sabe por qué, a sus cinco años, lo llevaron a Gales a vivir con un párroco y su mujer, y no sabe tampoco, por qué ha tardado tanto en decidirse a buscar las respuestas.
Se dedica entonces a consultar archivos y bibliotecas para dar, primero, con sus padres y de esa manera consigo mismo. Y lo que me contagia tristeza en la lectura de esta fascinante novela es lo que Austerlitz siente cada vez que descubre algo nuevo sobre su vida, porque para él, que las circunstancias no le permitieron estar donde debía haber estado, vivir donde debía haber vivido, cada calle, cada edificio, cada objeto en el que encuentra una huella de sus padres o de sí mismo representa una parte del pasado que le arrebataron. Y este pasado imposible duele.
Austerlitz vive en Londres pero no es inglés ni se siente inglés. En realidad no tiene sentido de pertenencia a ningún lugar. Por eso busca en el pasado, para ver si ahí le encuentra el sentido a su vida. Pero a medida que va encontrando las pistas que necesita va también sintiéndose un ser ya no sin identidad sino con una identidad dispersa, y esto es lo que lo lleva algunas veces a caer enfermo e incluso a perder, por un periodo de tiempo corto, la memoria.
Pero quien nos narra la historia de este personaje no es Austerlitz sino alguien que lo ve una vez en la estación de Amberes tomando notas y haciendo dibujos en un cuaderno. Ahí empieza una amistad que los hará encontrarse varias veces en distintos países, y en cada una de esas ocasiones Austerlitz habrá de reanudar el relato de su vida.
Una novela escrita con una intensidad y un ritmo que no dan tregua. Hay pocos punto y aparte en el texto y a menudo lo que nos es narrado está acompañado de una imagen, una fotografía tomada por Austerlitz durante su incesante búsqueda, lo que constituye un juego ficción-realidad muy interesante.
Sebald murió en un accidente automovilístico en noviembre de 2001. Paro cardíaco mientras conducía. Tenía, creo, 57 años. Había nacido en Wertach, Alemania; vivió en Suiza y luego en Inglaterra. La voz del narrador de Austerlitz probablemente sea la suya.
3 comentarios:
No he leído el libro, pero tiene las caracteristicas de que es una excelente historia, como vos bien lo mencionas, el comentario en sí, es para preguntarte, ¿qué pasó con la H, me parece una genial idea, espero sigas trabajando en la investigación del discreto (y maravilloso) encanto de la H.
HH y su discreto encanto para los comentarios!
Tenemos trabajando a nuestros investigadores, HH. Pronto revelaremos nuevos descubrimientos.
Ok, estarémos esperando con impaciencia esos nuevos descubrimientos, ojála que nos sirvan para dejar de señalar el mounstro que está fuera, sólo para ocultar el que llevamos dentro.(para Billy)
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