Fuente: sunwalked.wordpress.com/.../menage-a-trois
Asistamos a este trío, narrado por el poeta real visceralista Juan García Madero, en el que se ve implicado -hasta las heces- el hijo del embajador de H en México, y a las conclusiones de Onán al respecto:
Y ya que unas líneas atrás mencionamos al recordado Roberto Bolaño, justo es reconocerle la elegancia con que se dejaba seducir por el discreto encanto y la manera sutil y ligera con que desgranaba gentilicios a lo largo de las páginas de sus novelas más conocidas. Como en la página 57 de Los detectives salvajes, donde debemos rastrear el antecedente para no perderno s el sentido de la composición o, mejor dicho, del ménage à trois que representan Ernesto San Epifanio, el muchacho rubio (a quien luego conoceremos como Billy) y su hermana mayor: “Aproximadamente por la foto número veinte el muchacho rubio comenzaba a vestirse con la ropa de su hermana...a partir de la treinta o treintaicinco San Epifanio también se desnudaba... Las fotos siguientes mostraban a San Epifanio besando el cuello del adolescente rubio, sus labios, sus ojos, su espalda, su verga a media asta, su verga enhiesta (una verga, por lo demás, notable en un muchacho de apariencia tan delicada), bajo la siempre atenta mirada de su hermana...Tal y como temía las siguientes fotos mostraban al lector de Brian Patten enculando al adolescente rubio... El rostro del muchacho enculado se retorcía en una mueca que presumí de placer y de dolor mezclados”. Quizás la extensión y naturaleza de la cita anterior molesten a más de algún silvestre narrador vernáculo, pero era imprescindible para que comprendiéramos más cabalmente la siguiente afirmación, que cae como un bloque de mármol sobre nuestra lectura: “Es el hijo del embajador de Honduras -dijo San Epifanio lanzándome una mirada funesta- Pero no se lo digas a nadie -añadió después, arrepentido de haberme confesado su secreto.”
Y páginas más adelante, exactamente en la 59, un aire de misterio complementa la revelación: “Así que el hijo del embajador de Honduras se llamaba Billy; muy apropiado, pensé”. No pueden ser más inescrutables las razones que tiene Juan García Madero –el poeta real visceralista cuya voz narrativa predomina en esta parte de la novela titulada “Mexicanos perdidos en México (1975)”- para afirmar que resulta “muy apropiado” que el hijo del embajador de Honduras, maricón para más señas y amante de otro poeta real visceralista, Antonio San Epifanio, se llame Billy. No obstante, G. Domínguez -anodino gacetillero que formó parte durante varios años de la sala de redacción de un diario nacional- me aseguró que no era más que una evidente alusión a cierto columnista de gustos sodomitas, quien medró en las páginas sociales de ese periódico durante la década perdida. Domínguez también me contó que dicho personaje era “el consentido” del jefe de redacción, un dipsómano empedernido de sonrisa perpetua sobre la faz inexpresiva, a quien el columnista aberrado y Sarah Dobles -su amiga del alma y conocida rufiana, que labró su fortuna “consiguiendo carne fresca de concurso de belleza” (sic) para los jefes militares de la década perdida- convidaban cada fin de semana a francachelas inacabables en su casa de playa, herencia que la compañía bananera había dejado al padre del sodomita, a quien se consideraba, además de obediente lamesuelas de los jerarcas de Cincinnati, coautor de la nefasta “Carta Rolston”. Según Domínguez, el columnista aberrado había vivido en México durante la época en que Bolaño ambienta su novela y quizás pudo servir de modelo para el “Billy” de San Epifanio, ya que de manera consuetudinaria desgranaba en sus “escritos” melancólicos recuerdos de su paso por “la región más transparente del aire”. Quizás los investigadores literarios del próximo siglo logren aclarar éste y otros misterios que concita la narrativa de Roberto Bolaño.
"El discreto encanto de la H". Las virtudes de Onán. Mario Gallardo.
4 comentarios:
Y el hijo de la finada barney? No concuerda tambien? barney jr?
¿De qué estás hablando, Willys?
La "barney" padre, un conocido y ya finado diplomático hondureño... tiene un hijo que bien coincide con la descripción del "billy" de Bolaño.
Pues valdría la pena que ampliaras el chisme. Porque la única referencia que tenemos de Barney es la de "...a los niños me los piso y les quiebro el quequito...", el de la tele.
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