El libro Bolaño por sí mismo, entrevistas escogidas es una selección de entrevistas a Roberto Bolaño recogidas por Andrés Braithwaite, para Ediciones Universidad Diego Portales con prólogo de Juan Villoro.
Consta de dos partes. En la primera una serie de entrevistas realizadas entre 1998 y 2003 y en la segunda una especie de “Diálogo bolañiano” donde el escritor parece hablar de sí mismo a través de respuestas dadas en más de cien entrevistas a distintos medios.Como siempre, Bolaño no deja de sorprendernos.
En ocasiones debe enfrentarse a entrevistas anodinas. Preguntas del tipo ¿Dónde desearía vivir? o ¿Crees en la inspiración o en la constancia? Como las que le hacen en La Tercera o en QueLeer, merecen escuetas y estereotipadas respuestas del autor. Pero en otras entrevistas, aquellas en las que Bolaño goza de la complicidad del entrevistador, el escritor se lanza a una imparable verborrea en las que se muestra tal como es... o quizás no, quizás la entrevista sea para Bolaño un género literario, como afirma que lo debería ser la crítica.
Tal vez las respuestas de Bolaño sean, también, narrativa. Tal vez vivió como escribió, o al revés, o como dice “No sé quien soy, pero sé lo que hago”Vida y literatura:De la entrevista al Diario El Mercurio, abril de 2003:
¿Cuándo supo que estaba enfermo?“Hace más de diez años. Aunque en realidad me di cuenta de que estaba enfermo a los 11 o tal vez a los 10 años, en Cauquenes. Yo estaba sólo, en el patio de mi casa, y un tipo muy alto y flaco me preguntó, desde el otro lado de la barda, por una calle. Le dije que no sabía donde estaba esa calle y el tipo se alejó. Yo me asomé a la barda (era una barda no de ladrillos ni de cemento, sino de adobes hechos de barro y paja) y lo vi alejarse. Parecía un zancudo. Y entonces me di cuenta de que, de la misma forma que él se alejaba, yo también, en cierto modo, me alejaba, ambos nos alejábamos mutuamente de nuestras respectivas conciencias. Me di cuenta de que yo pensaba y que él también pensaba y que ambos pensamientos no sólo eran parte de un juego, sino que eran dos pensamientos distintos, destinados a encontrarse una sola vez en la vida y por espacio de pocos segundos. Que yo tenía mi vida y que él también tenía su vida. Y esa toma de conciencia para mí fue el primer atisbo concreto de la muerte, pese a que ya por entonces había visto a dos muertos (en dos velorios, naturalmente)”.A veces tengo la sensación de que la invención de Morel sigue funcionando en algún lugar, en la frontera entre la realidad y la ficción. Ulises Lima perdido en Cauquenes busca a Arturo Belano... o nosotros buscamos a Bolaño y lo encontramos jugando en un patio... le preguntamos por la calle, apenas le miramos, no damos importancia al niño que juega y seguimos buscando.
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