Por Jorge Martínez Mejía
Archivo del blog
-
►
2015
(7)
- ► julio 2015 (1)
- ► abril 2015 (3)
- ► febrero 2015 (3)
-
►
2014
(20)
- ► diciembre 2014 (3)
- ► noviembre 2014 (3)
- ► octubre 2014 (4)
- ► septiembre 2014 (5)
- ► julio 2014 (2)
- ► marzo 2014 (2)
- ► febrero 2014 (1)
-
►
2013
(31)
- ► agosto 2013 (1)
- ► abril 2013 (4)
- ► marzo 2013 (13)
- ► febrero 2013 (5)
- ► enero 2013 (1)
-
►
2012
(37)
- ► diciembre 2012 (2)
- ► septiembre 2012 (1)
- ► julio 2012 (8)
- ► junio 2012 (5)
- ► abril 2012 (2)
- ► marzo 2012 (10)
- ► febrero 2012 (3)
- ► enero 2012 (2)
-
►
2011
(67)
- ► diciembre 2011 (6)
- ► noviembre 2011 (2)
- ► octubre 2011 (6)
- ► septiembre 2011 (5)
- ► agosto 2011 (7)
- ► julio 2011 (7)
- ► junio 2011 (3)
- ► abril 2011 (5)
- ► marzo 2011 (3)
- ► febrero 2011 (8)
- ► enero 2011 (7)
-
►
2010
(116)
- ► diciembre 2010 (2)
- ► noviembre 2010 (3)
- ► octubre 2010 (11)
- ► septiembre 2010 (2)
- ► agosto 2010 (6)
- ► julio 2010 (1)
- ► abril 2010 (20)
- ► marzo 2010 (24)
- ► febrero 2010 (19)
- ► enero 2010 (27)
-
►
2009
(238)
- ► diciembre 2009 (16)
- ► noviembre 2009 (11)
- ► octubre 2009 (9)
- ► septiembre 2009 (14)
- ► agosto 2009 (17)
- ► julio 2009 (23)
- ► junio 2009 (24)
- ► abril 2009 (15)
- ► marzo 2009 (28)
- ► febrero 2009 (25)
- ► enero 2009 (28)
-
▼
2008
(159)
- ► diciembre 2008 (37)
- ► noviembre 2008 (22)
- ► octubre 2008 (25)
- ► septiembre 2008 (13)
- ► agosto 2008 (11)
- ► julio 2008 (13)
- ► junio 2008 (11)
- ▼ abril 2008 (8)
- ► marzo 2008 (3)
- ► febrero 2008 (3)
- ► enero 2008 (4)
-
►
2007
(54)
- ► diciembre 2007 (3)
- ► noviembre 2007 (3)
- ► octubre 2007 (6)
- ► septiembre 2007 (4)
- ► agosto 2007 (6)
- ► julio 2007 (7)
- ► junio 2007 (5)
- ► abril 2007 (5)
- ► marzo 2007 (5)
- ► febrero 2007 (3)
- ► enero 2007 (4)
-
►
2006
(15)
- ► diciembre 2006 (11)
- ► noviembre 2006 (4)
Ultimos Comentarios
Etiquetas
Corran la voz:
martes, 29 de abril de 2008
El disfraz de un fragmento
viernes, 25 de abril de 2008
Apuntes/ Notes/ Notes/ Notizen
Apuntes/ Notes/Notes/ Notizen Errancias/ Wanderings/ Errances/ Wandlungen por/ by/ par/ von Horacio Castellanos Moya
martes, 22 de abril de 2008
La levedad, la vida y la muerte
Por Giovanni Rodríguez
lunes, 21 de abril de 2008
Bolaño, Vila-Matas, Villoro y Mutis
sábado, 19 de abril de 2008
Una ficción sobre algunos placeres y un infinito dolor
Por J. E. Ayala-Dip
martes, 15 de abril de 2008
Nocilla Dream
El hilo argumental de Nocilla Dream es débil, casi invisible, sin que esto represente tampoco una carencia. De hecho, es precisamente esa la intención de su autor, quien en una entrevista define así su novela: "Una novela que no parecía una novela, porque en el texto había aplicado casi todos los presupuestos que aplico al lenguaje poético, como la mezcla de temas diferentes y los apropiacionismos de otros campos. Se me ocurrió entonces que la novela que había escrito era como un collage sin pegamento, o mejor dicho un collage que se ofrecía al lector para que éste pegara sus diferentes partes".
Pero a pesar de su multiplicidad de temas, de situaciones y de personajes, así como en la monumental novela 2666 de Roberto Bolaño el punto de convergencia es la ciudad ficticia de Santa Teresa, en Nocilla Dream ese punto de convergencia lo encontramos en una carretera del desierto de Nevada en donde hay un viejo olmo del que cuelgan montones de zapatos. En la imagen de esa carretera y de ese árbol asoma el escaso argumento de la novela. En la fortuita existencia de ese olmo en medio del desierto, y de sus frutos extraordinarios, se encuentran las leves correspondencias entre algunos de los personajes.
En este libro de pequeñas historias superpuestas coinciden prostitutas de la periferia aburridas y cansadas, un coleccionista de fotos "encontradas", ancianos surfistas chinos que ganan campeonatos mundiales, un lector de revistas que hace con ellas bolas de papel para tirarlas al desierto, un ex boxeador norteamericano con la idea fija de invertir el viaje de Cristóbal Colón, un argentino que vive en Las Vegas y construye un monumento insólito a Borges, un hombre sin patria anclado en un aeropuerto, un diseñador de alcantarillas que inventa la historia de los zapatos colgantes… Y así sucesiva y simultáneamente. Una lectura estimulante. Quizá no demasiado memorable, pero sí estimulante.
DOS FRAGMENTOS DE NOCILLA DREAM 5 Es lógico, en un burdel hay chicas de todas las clases, y más aquí, en el desierto de Nevada, cuya monotonía, la más árida del Medio-Oeste Americano, hay que paliar con determinados exotismos. A Sherry la están maquillando en el backstage improvisado en la parte de atrás, junto al antiguo pozo ahora seco. No se fía del gran espejo enmarcado en bombillas que le han puesto y, como cuando llega algún cliente por sorpresa, echa mano del retrovisor de un Mustang ya casi hecho chatarra. El sol y la nieve lo han ido comiendo desde que allí lo dejó un hombre al que jamás volvió a ver. Se llamaba Pat, Pat Garret. Llegó una tarde de noviembre, con la última temperatura moderada, pidió una chica, la más joven, y Sherry se presentó. Pat tenía una afición: coleccionar fotografías encontradas; toda valía con tal de que salieran figuras humanas y fuera encontrada; viajaba con una maleta llena. Tumbados en la cama, mientras miraba un punto fijo de la pared, le contó que después de haber trabajado en un banco en L. A., había heredado inesperadamente, así que dejó el trabajo. Su afición por las fotografías le venía del banco, por culpa de ver tanta gente; siempre imaginaba cómo serían sus caras, sus cuerpos, en otro contexto, más allá de la ventanilla, que también era como el marco de una fotografía. Pero tras haber cobrado la herencia, su otra afición, el juego, lo había llevado a perderla casi en su totalidad. Ahora se dirigía al Este, a New York, en busca de más fotografías, Aquí, en el Oeste, siempre andamos a vueltas con los paisajes, le dijo, Pero allí todo son retratos. Sherry no supo qué decir. Él abrió la maleta y le fue dando las fotos. Barajada en uno de los tacos encontró el inequívoco rostro de su madre. Sonreía agarrada a un hombre que, entendió, era el padre que nunca había llegado a conocer. Cayó sobre el pecho de Pat y lo abrazó fuertemente. A partir de ahí, él se quedó muchos días más, ella ya no le cobraba, le preparaba la comida y no salían de la habitación. La noche en que Pat se fue el Mustang no le arrancó, pero consiguió parar a un camión que iba hacia Kansas. Por la mañana, tras descartar que se hubiera caído al pozo, o que hubiera ido a Ely a por tabaco, ella se puso a esperarlo hasta que anocheció con la vista fija en el último punto divisable de la US50. Cuando ya no pudo más, sentada en el capó del Mustang se echó a llorar. Se repasa los labios en el retrovisor y la maquilladora le avisa, ¡Salimos al aire en 1 minuto! Nevada TV hace el especial Prostitución en Carretera. Acercan el micro y le preguntan, ¿De qué cosa te sientes más orgullosa, Sherry? El amor es un trabajo difícil, contesta, amar es lo más difícil que he hecho en toda mi vida. 74 En su imparable obsesión por la experimentación en la grabación de ruidos y su posterior procesado para darles una forma sinfónica, el joven Sokolov ya sólo se dedica a registrar en su grabadora las entrañas de las casas que, como él ha descubierto, están recorridas a cada instante por un canal ramificado de sonidos únicamente audibles con aparatos creados en su mayoría por él a tal efecto. Después de estudiar detenidamente las zonas de la ciudad que le convienen según las características constructivas, pide que le cedan una habitación en un edificio en la que instalarse durante un par de días. Atrás quedó su interés por registrar el sonido de las calles de Chicago, de los coches que pasan, de los grafiteros, y de todo aquello. Su abuela piensa que esa obsesión por los edificios le viene del accidente que a los 10 años le había sepultado en el sótano de su casa en Polonia, matando a sus padres, pero él sabe que no, que en realidad todo se gestó cuando aún era un feto, momento en el que el sentido más desarrollado es el auditivo. Su siguiente objetivo es el World Trade Center, Nueva York. En las oficinas de la BP, piso 77, le han permitido montar su laboratorio sonoro. Pretende recoger todos los sonidos que, en ese piso totalmente aislado del exterior, jamás llegan a oírse: el vuelo de un pájaro a ras de la ventana, el paso de un helicóptero, el silbido de un limpiacristales o del viento, así como los ruidos imperceptibles de las cañerías, las vibraciones de la estructura, el cimbreo de las antenas, las cisternas de los 100 pisos circundantes, el zumbido parásito que emiten los cables de electricidad, el rodar de las ruedas de los coches del parking del sótano, el ring de las cajas registradoras de las tiendas de las plantas bajas, etc. Coloca micrófonos garza exteriores, micrófonos tipo membrana pegados a los cristales y bajo la moqueta, otros hidrófugos en los desagües, en el interior de los enchufes, y como cuando por capilaridad el café sube por el azucarillo si mojamos sólo la punta, o como cuando la sabia de un árbol sube de las raíces a las hojas impulsada por una fuerza sólo explicable mediante arquetipos vectoriales, todo el sonido oculto del edificio sube también hasta sus auriculares; escucha los latidos de lo inerte, vive una experiencia íntima con el edificio, devuelve a la habitación los sonidos que le son suyos. Respecto al origen de su obsesión por los sonidos de los edificios, ha pensado que quizá tenga que darle la razón a su abuela, porque hoy le ha parecido distinguir entre la maraña de ruidos del World Trade Center las últimas voces de sus padres.
jueves, 10 de abril de 2008
Novelas anacrónicas
Por Vicente Verdú
sábado, 5 de abril de 2008
“La verdad ofende, aunque sea en ficción”
Por Giovanni Rodríguez
Con el desenfado que le caracteriza, Horacio Castellanos Moya responde a estas preguntas de mimalapalabra que ahora entregamos en su edición 37. Al leer sus respuestas llegamos a entender por qué a este escritor honduro-salvadoreño se le percibe en las fotografías como a un hombre duro, mordaz y casi pendenciero. Su narrativa se manifiesta de manera parecida: es provocadora, obliga a los lectores a comerse con los ojos la violencia, a embarrarse en todo lo que les provoca asco y a tragarse su mojigatería. A Castellanos Moya no se le ve por ningún lado la intención de caerle bien a nadie, pero tampoco el afán ridículo de convertirse en dios. Por eso responde así, como si nada importara, como si, al igual que Kafka, le aburriera todo lo que no es literatura, incluso las conversaciones sobre literatura.
mimalapalabra: Usted nació y trabajó un tiempo en Honduras, creció en El Salvador y ha vivido, entre otros países, en México, Alemania y Canadá. ¿Se considera un apátrida, un expatriado o dueño de más de una patria?
HCM: Decía Cioran en un aforismo: “Un hombre que se respeta a sí mismo no tiene patria. La patria es una cosa pegajosa”. A veces, me considero un apátrida; pero, en otras ocasiones, percibo con claridad cómo los lugares donde nací, me crié y me ha tocado vivir forman parte de lo que soy y en buena medida me definen.
Esto es algo que interesa muchísimo a ciertos escritores en nuestro país: ¿Se siente más hondureño o salvadoreño?
La preocupación de esos colegas es absurda: ninguna nacionalidad los hará mejores escritores. Y yo carezco de esa intensa sensación de nacionalidad que tiene la mayoría de la gente. Ciertamente el universo de mi obra es más salvadoreño y luego mexicano (país donde viví 13 años determinantes de mi vida), pero mi novela más traducida hasta ahora sucede en Guatemala, país en el que también he vivido largas temporadas.
Su nombre fue mencionado el año anterior entre los candidatos al Premio Nacional de Literatura de Honduras. ¿Qué opinión le merece esta nominación?
Me asombra y agradezco que haya personas con interés en mi obra, dada la circunstancia de que yo he vivido tan lejos de Honduras y seguramente no es fácil conseguir mis libros.
Independientemente de su nacionalidad, como bien señala Hernán Antonio Bermúdez, su literatura le abre las fronteras de modo decidido a la narrativa hondureña. ¿Qué importancia tiene el escenario de Honduras en su narrativa?
El territorio de mi narrativa es el territorio de mi memoria y de mi imaginación. Honduras ha aparecido muy poco como escenario en mi obra; mis recuerdos se remontan a mi tierna infancia y luego a la intensa relación con mis abuelos maternos, con su casa en El Hatillo y con el mundo que los rodeaba.
En nuestros países la gente se ofende si se critica a la patria, y por eso surgen tantos aduladores de nuestra supuesta identidad. Bajo esta premisa, a usted se le considera un hombre ofensivo. ¿Su naturaleza humana o su ADN literario responden a la intención de "ofender" o simplemente a su sentido crítico?
Seguramente a mi sentido crítico. Se dice que la verdad ofende, aunque sea puesta en ficción. Siempre me ha sorprendido cómo la susceptibilidad crece en la medida en que el hombre es más mentiroso, soberbio e ignorante. ¿Ha visto a esos criminales patólogicos, acusados de perpetrar matanzas, que de pronto se declaran convertidos a la palabra de Dios, a fin de reciclarse como políticos? Tienen la susceptibilidad de una señorita ofendida si alguien les recuerda sus crímenes.
¿Cree que nuestros países centroamericanos tienen una cultura provinciana?
El concepto de cultura es maleable, pero no me gusta hablar de cultura provinciana. Yo creo que la cultura de los países centroamericanos es expresión de una historia de opresión, ignorancia y saqueo; es la cultura de pueblos sistemáticamente apaleados y hambreados.
Roberto Bolaño dijo que el humor ácido de El asco amenaza la estabilidad hormonal de los imbéciles. ¿Se propuso algo parecido cuando escribió esta novela?
Cuando escribo me propongo sacar lo que tengo adentro, lo que me quema, lo que me corroe; cuando escribo no pienso en la reacción de nadie, pues me paralizaría. Es hasta después, hasta que la obra está terminada cuando empiezo a pensar en las posibles reacciones.
Nosotros dijimos alguna vez que el monólogo de Edgardo Vega podría estar dedicado también a estas honduras y sus hundidos. ¿Calculó alguna vez la trascendencia de su "ofensa" fuera de las fronteras salvadoreñas?
Me parece que usted le asigna al escritor unas virtudes de las que por lo general el escritor carece. Un escritor que está preocupado por calcular la trascendencia de su obra sólo hará el ridículo, porque la futurología no es una de sus virtudes, y por estar dedicado a hacer esos cálculos no le quedará tiempo ni energía para escribir una obra que valga la pena.
Si bien dice, en la nota del autor de la más reciente edición de El asco en Tusquets, que se divirtió mucho en el ejercicio de estilo que representó la escritura de esa novela, no se percibe en el resto de su narrativa que usted sea un escritor que se divierte escribiendo. ¿Es esto así?
Tiene usted razón. A veces escribir es duro, tortuoso; avanzo con dificultad, a ciegas, entre caídas. Lo que no puede ser es aburrido: si alguien se aburre escribiendo y sólo lo hace para ver si gana fama y cómo reaccionan los otros, más le vale que cambie de oficio.
En sus novelas se nota su preferencia por el monólogo interior antes que por un tipo de narración omnisciente. ¿Responde esto enteramente a esa voluntad de estilo a la que se refería Bolaño?
Es probable. O quizá se deba a mi oído o a esa idea de Canetti que dice que el escritor debe ser “un custodio de las metamorfosis”. Me gusta convertirme en los personajes que desarrollo y contar el mundo desde su punto de vista.
A través de sus diferentes libros reencontramos una serie de personajes y situaciones que, vistos en retrospectiva, podríamos juntar en un solo espacio para considerarlo su mundo literario propio. ¿En cada nueva obra que escribe, llega a sentir algo de nostalgia por un personaje o situación de una obra anterior que lo obliga a incorporarlo nuevamente?
A veces siento nostalgia por los personajes, pero ninguna obra me obliga a nada. Si un antiguo personaje irrumpe en una nueva obra es porque él o la trama lo pide. Sucede, pues. Casi siempre para mí es un descubrimiento estimulante y en algunas circunstancias hasta mágico.
¿Qué cree que sea lo que más llama la atención de su narrativa a sus lectores de otras lenguas: su cruda visión de la sociedad centroamericana, su "estética del cinismo", como la llama Beatriz Cortez, o su oralidad que favorece lo auditivo, como usted mismo ha asegurado?
Me gustaría creer que lo que más llama la atención de mis libros es que están escritos con la suficiente fuerza para meter al lector en un mundo del que no pueda salir hasta que termine la última página. Pero no le sabría decir con certeza. Hace un par de años, mientras hacía promoción de mi novela La diabla en el espejo (traducida como La mort d’Olga María) entre estudiantes de bachillerato de la región Provence-Alpes-Cote d’Azur, al sur de Francia, una chica en la ciudad de Carpentras me dijo que ella no solía leer libros, sino sólo ver televisión, pero que había leído con fascinación mi novela de una sola sentada. Pocas veces me he sentido tan gratificado.
¿Es usted de los desencantados o de los que aún tienen esperanza?
Depende en qué. Puedo ser desencantado al mediodía y esperanzado en la noche, o al revés. Me gustaría más bien que me contaran en la fila de los despiertos, pero no he hecho méritos suficientes.
¿Es para usted la literatura una manera de saldar cuentas?
Muchas veces es así. Pero si sólo se tratara de saldar cuentas cualquier pistolero podría ser escritor.
¿A quiénes lee de los escritores latinoamericanos actuales?
A muchos. Mencionaré a dos viejos, aún vivos, que me deslumbran: Rubem Fonseca y Andrés Rivera. Y mi muerto favorito sigue siendo Juan Carlos Onetti.
¿Y de los hondureños actuales?
En su momento leí con entusiasmo la poesía de Roberto Sosa, Rigoberto Paredes y José Luis Quesada; algunos cuentos de Bahr, Carías y Escoto, y por supuesto la obra de mi amigo Roberto Castillo. Hace poco, un escritor radicado en Chicago, León Leiva Gallardo, me hizo llegar una novela interesante, titulada Guadalajara de noche, publicada por Tusquets en México. Pero en general estoy desconectado de lo nuevo.
¿Cómo es la vida ahora en Pittsburgh después del éxito editorial y después de las amenazas de muerte recibidas en El Salvador por la publicación de El asco?
Vine a Pittsburgh luego de vivir dos años en Frankfurt, Alemania. Cambiar de paisaje, cultura y rutina es nutritivo para el escritor. Ambas ciudades están marcadas por los ríos que las cruzan: el Main en Frankfurt; el Allegheny, el Monongahela y el Ohio en Pittsburgh. He tenido la suerte de vivir cerca de los ríos. Pero acá hace más frío que allá. Ahora espero con alegría la inminente llegada de la primavera.
Obra literaria de Horacio Castellanos Moya
Traductor
De aquí y de allá
-
Argentina 3- Croacia 0Hace 2 años
-
-
Soporto tropos nº 2Hace 5 años
-
-
-
-
-
-
Los libros que más he regalado en mi vidaHace 10 años
-
Para seguir
- ADN Cultura
- Autores de Centroamérica / Magacín
- Babelia
- Editorial Anagrama
- El Cultural
- El Malpensante
- Enrique Vila-Matas
- Etiqueta Negra
- HermanoCerdo
- Iowa Literaria
- Jorge Carrión
- Letras Libres
- Otra Parte
- Rafael Lemus
- Revista Arcadia
- Revista Buensalvaje
- Revista Carátula
- Revista Istmo
- Revista Lateral
- Revista Narrativas
- Revista de Letras
- Revista de Libros
- The New York Review of Books
- The Times Literary Supplement
- Web de Felipe Bello
- mimalapalabra-La Prensa
- mimalapalabra-fototeca
...y seguir
mimalapalabreros:
Unite
Sobre la poesía...
Parménides. César Aira.