Ya está en las librerías Liser y Caminante, de San Pedro Sula, Mundo Literario, de Tegucigalpa, y en Amazon.com (en formato kindle) el libro La danta que hizo dugú, de Mario Gallardo, el sexto título de mimalapalabra editores y el primero de su colección "Convergencias". En este libro se reúnen los relatos orales recopilados por el autor en la comunidad garífuna de Masca, al norte de Honduras, precedidos por un amplio estudio introductorio. Nuevamente Bayron Benítez, nuestro diagramador y diseñador, ha vuelto a sorprendernos con un libro físicamente exquisito, como nunca se había visto en la producción literaria de Honduras. A continuación, el relato "El burro y el zope", como entrada a este maravilloso mundo de la tradición oral garífuna de nuestro país:
Había un burro que estaba echado, listo ya para morirse. Pues vino el zope y daba vueltas caminando alrededor para ver si estaba vivo o estaba muerto el burro. Y también vino un gavilán y andaba detrás del zope, y los dos daban vuelta y vuelta alrededor del burro. Y entonces, como cuando uno ya se va a morir abre el culo (risas), pues los dos se fijaron que el burro ya tenía abierto ya su butute (ano). Y cuando el zope vió eso dijo: “Ese ya está muerto”. Entonces el gavilán le respondió: “Vivo”. “Muerto”, volvió a decir el zope. “Vivo, vivo”, dijo el gavilán.
Entonces el zope, que ya tiene ganas de comerse al burro, lo “jurgó” (picoteó). Y el burro no hizo nada de moverse, se quedó quietecito. Entonces el zope le fue metiendo la cabeza adentro del culo, porque allí la carne era más suavecita, y fue metiendo la cabeza y fue metiendo la cabeza… Y cuando ya estaba bien adentro, cuando el zope ya estaba jalando la tripa del burro, pues éste apretó el culo, se levantó y salió corriendo. Y detrás iba el gavilán diciendo “vivo, vivo”… (risas). Y el zope ya no pudo decir “muerto”, porque tenía toda la cabeza metida adentro del culo del burro. Bueno, y en eso el burro le da por tirarse “un gran pedo” y allá fue a caer el zope, bien bolo, todo lleno de mierda. Y el gavilán que se reía y se reía diciendo: “Jurgue, jurgue, el primero el ojo, el segundo el culo”. Por eso es que el zope si halla a un muerto lo primero que le puya son los ojos y hasta después se anima a hurgarle atrás, porque ya llevó una gran jodida.
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